Corrientes de la pintura barroca, conferencia del profesor P¨¦rez S¨¢nchez
Alfonso E. P¨¦rez S¨¢nchez, catedr¨¢tico, director del Departamento de Historia del Arte, de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, subdirector del Museo del Prado, pronunci¨® una conferencia, dentro del II Curso de M¨²sica Barroca y Rococ¨®, de San Lorenzo de El Escorial, sobre Las grandes corrientes de la pintura europea del barroco.
Se centr¨® el profesor P¨¦rez S¨¢nchez en la pintura del siglo XVII, si bien se remont¨® a las primeras manifestaciones del manierismo, entendido como proyecci¨®n del humanismo renacentista, que llega a crear un mundo ideal, ut¨®pico.
La Contrarreforma surgida del Concilio de Trento necesita un arte que no le puede ofrecer el manierismo, cabal¨ªstico e ininteligible en muchos casos, aunque sea religioso. Hay que ser otra vez realista, veros¨ªmil, para que el pueblo se identifique con lo representado.
El siglo XVI era un siglo internacional, abierto, racionalista. Pero las guerras, la nueva econom¨ªa, crean tensiones nuevas. El poder deja de ser abstracto para concretarse en pa¨ªses determinados. Se empiezan a introducir una serie de elementos de variedad, una multiplicidad de estilos nacionales e incluso locales (escuela holandesa, flamenca, bolo?esa, napolitana...), hay un rescate de las realidades visuales. Conviene un arte mayoritario, que pueda ser comprendido por todos y, a fin de siglo, comienza la vuelta a la realidad, distorsionada o inventada por los inanieristas. Esta vuelta se produce de dos maneras: la realidad tal cual es, como hace Caravaggio, tomando mendigos como modelos de ap¨®stoles, madres para pintar la Virgen o ni?os de la calle para representar ¨¢ngeles. Esta actitud pod¨ªa ser tomada como naturalista si no fuera porque no copia la realidad misma, sino que la selecciona o toma solamente los modelos de ella.
Naturalismo
La otra actitud para rescatar la realidad consiste en mirar a nuestro alrededor y pintarlo todo, lo feo y lo bello, pues someter la realidad a criba era una actitud antigua, griega o de los primeros renacentistas. Frente a este verdadero naturalismo, la postura de los clasicistas, como Poussin, resulta un poco fr¨ªa, seria y hasta pedante. S¨®lo eligen la realidad, que es bella y armoniosa, rechazando lo feo y lo chocante. Todo pasa por el intelecto, se geometriza y ordena. Pero esta corriente clasicista, que por su intelectualismo y preocupaci¨®n formal corr¨ªa el riesgo de caer en lo minoritario, alcanz¨® pr¨®spera vida gracias a la clientela burguesa de las grandes ciudades europeas.
La ¨²ltima corriente expuesta por P¨¦rez S¨¢nchez en su conferencia de El Escorial, siempre con admirable poder de s¨ªntesis, es la del barroco decorativo, a la que se suele referir el com¨²n de la gente cuando se menciona el t¨¦rmino de pintura barroca. Frente a las corrientes barrocas del manierismo, naturalismo y clasicismo, esta nueva actitud se revela optimista y est¨¢ m¨¢s ligada al poder que a la realidad. Frente a las severidades eclesi¨¢sticas de los primeros a?os contrarreformistas, una vez restablecido el orden, la Iglesia torna a manifestarse triunfal.
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