Las esperanzas de la reconversi¨®n
Al final del presente ¨¢?o se prev¨¦ que el super¨¢vit por cuenta corriente de los pa¨ªses de la OPEP supere los 110.000 millones de d¨®lares, lo que supone multiplicar por quince la cifra de 1978 y duplicar la del pasado a?o. Sobre una base acumulativa, al t¨¦rmino de 1980, los activos netos externos de este grupo de pa¨ªses superar¨¢n los 300.000 millones de d¨®lares.Asumidos estos resultados como cuadro m¨ªnimo de indicadores de la ?segunda crisis del petr¨®leo?, la atenci¨®n de los pa¨ªses no exportadores se centra en la viabilidad y car¨¢cter del necesario proceso de reconversi¨®n de los excedentes financieros. Se trata, en s¨ªntesis, de determinar hasta qu¨¦ punto puede hoy. llevarse a cabo, con eficacia similar, una segunda edici¨®n del proceso de reconversi¨®n derivado de la crisis de 1973-1974, polarizado a trav¨¦s del mercado de eurodivisas por la banca privada internacional, que dot¨® de una importante fluidez a un proceso de transferencia que se presum¨ªa lleno de viscosidades y obst¨¢culos.
En la situaci¨®n actual, a la importancia del volumen de excedentes potencialmente reconvertibles, hay que a?adir nuevos factores que contribuyen a alimentar la incertidumbre. En primer lugar, la actitud de los principales bancos internacionales, que, ante los bajos diferenciales y las perspectivas inflacionistas, se resisten a convertirse en deudores de los grandes, pero vol¨¢tiles depositantes de la OPEP. En segundo lugar, el nivel de endeudamiento de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo ha alcanzado niveles sin precedentes. La comunidad bancaria internacional ha venido suministrando en los ¨²ltimos a?os una cifra pr¨®xima a los dos tercios de las necesidades de financiaci¨®n de estos pa¨ªses, contra menos de un tercio a principio de los setenta. El problema de estos pa¨ªses no radica tanto en la suma de sus necesidades netas de financiaci¨®n externa, que en t¨¦rminos reales no son muy distintas a las de 1974 o 1975, cuanto en el tama?o de la deuda externa pendiente, estimada, para finales de este a?o, en 360.000 millones de d¨®lares, lo que supone destinar una parte sustancial de sus ingresos por exportaciones al servicio de la deuda. Como elemento que adicionalmente contribuye a agudizar el escepticismo de la comunidad eurobancaria, hay que se?alar la alta concentraci¨®n de operaciones de pr¨¦stamo en el seno de este grupo de pa¨ªses, de los que diez de ellos totalizan un 70% de los recursos totales.
La persistencia de esta actitud de la banca privada, junto a la vocaci¨®n intervencionista de algunos bancos centrales y organismos internacionales, podr¨ªa traducirse en un brusco descenso de la actividad crediticia del euromercado que tuviera como resultante, a corto plazo, el desv¨ªo de las petrodivisas hacia mercados e instrumentos inversores alternativos y, en ¨²ltima instancia, el cambio en la moneda de denominaci¨®n de las exportaciones de los pa¨ªses de la OPEP y la ralentizaci¨®n de la extracci¨®n de crudos.
No es de esperar, sin embargo, que, a corto plazo, tenga lugar una ruptura tal que origine consecuencias como las se?aladas, de igual forma que tampoco es probable que en esta segunda ronda la reconversi¨®n alimente la oferta del euromercado en igual medida que lo hizo hasta 1978. La magnitud de los activos externos en d¨®lares USA en manos actualmente de los pa¨ªses de la OPEP actuar¨¢ indudablemente como freno a las tentaciones de desplazamiento a otras inversiones e incluso, a corto plazo, como restricci¨®n a la diversificaci¨®n en otras monedas. Adicionalmente, las necesidades de financiaci¨®n de los propios pa¨ªses industrializados contribuir¨¢n a superar el exceso de escr¨²pulos y precauciones de los grandes eurobancos.
En cualquier caso, el que esta segunda ronda de reconversi¨®n tenga lugar sin grandes asperezas no supone la perpetuaci¨®n del mecanismo y, mucho menos, la permanencia del mercado de eurodivisas como canal transmisor fundamental. A medio plazo, empezar¨¢n a surtir efecto las demandas de algunos pa¨ªses industrializados de dotar de un mayor protagonismo en la transferencia de los excedentes a las instituciones financieras internacionales y, tambi¨¦n, los propios pa¨ªses de la OPEP tender¨¢n a diversificar sus tenencias de divisas, potenciando aquellos mercados dom¨¦sticos capaces de ofrecer una relaci¨®n rentabilidad-riesgo equivalente a la del euromercado. En este sentido van dirigidos los esfuerzos de Alemania Occidental y Jap¨®n, para canalizar directamente excedentes suficientes para dar cobertura al d¨¦ficit combinado de 22.000 millones de d¨®lares con que cerrar¨¢ el a?o sus balanzas por cuenta corriente.
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