La tempestad portuguesa
ENTRE ACUSACIONES mutuas de corrupci¨®n y esc¨¢ndalo, que no se detienen siquiera ante las calificaciones de la conducta privada de las esposas de los hombres p¨²blicos, las v¨ªsperas electorales portuguesas est¨¢n sembradas de incidentes y de una tensi¨®n dram¨¢tica verbal que hacen predecir lo peor para cuando se abra oficialmente la campa?a. El punto de vista de la oposici¨®n de la izquierda -socialistas y comunistas, que, a su vez, est¨¢n seriamente enfrentados- es el de que Sa Carneiro y la coalici¨®n gubernamental que preside (derecha-centro) se han excedido en sus derechos constitucionales (surgidos de unas elecciones anticipadas para cubrir un a?o de gesti¨®n hasta la fecha normal de las legislativas, que es la del 3 de octubre pr¨®ximo). El Gobierno tiene unos l¨ªmites relativos. Pero tiene, sobre todo, un poder: el de dirigir y organizar las elecciones. Siempre seg¨²n la izquierda, podr¨ªa realizarlo de modo que se asegurase el triunfo, por encima de la voluntad mayoritaria del electorado, y, una vez con la mayor¨ªa parlamentaria en la nueva legislatura, producir¨ªa unas reformas constitucionales profundas, incluyendo una nueva ley electoral, que afectasen seriamente a las inmediatas elecciones presidenciales (la izquierda apoya al actual presidente, Ramalho Eanes, a quien combate Sa Carneiro), a la instituci¨®n misma de la Presidencia y a la del Consejo de la Revoluci¨®n, de forma que, seg¨²n algunos comentaristas, no s¨®lo desaparecer¨ªa lo que queda del esp¨ªritu del 25 de abril de 1974, sino que ser¨ªa muy dif¨ªcil que los partidos populares se aproximasen m¨¢s al poder por el camino electoral.Se llega a acusar a Sa Carneiro de que su gesti¨®n civil oculta, en realidad, la personalidad dura del general Kaunza de Arriaga. Las presiones sobre el presidente Eanes para que destituyese a Sa Carneiro, en base a un supuesto Watergate, no han dado resultado: el presidente se situar¨ªa en una posici¨®n anticonstitucional y podr¨ªa ser acusado de impedir el libre curso de la democracia a poco m¨¢s de un mes de las elecciones. Tampoco ha prosperado una propuesta comunista para que la actual Asamblea examinase, constituida en tribunal constitucional, la realidad de la deuda no pagada a la banca nacional por el presidente del Gobierno. La comisi¨®n permanente del Parlamento ha rechazado la moci¨®n de reunir a la Asamblea para este tema, aunque por un margen muy corto de votos: diecis¨¦is contra quince. Es decir, la proporci¨®n matem¨¢tica de la diferencia entre miembros del Gobierno y miembros de la oposici¨®n. La respuesta del Gobierno a esta campa?a, aparte de las acusaciones por v¨ªa indirecta contra personajes de la oposici¨®n, a los que acusa, a su vez, de corrupci¨®n y esc¨¢ndalo, es la de que la oposici¨®n sabe que tiene perdidas las elecciones y quiere impedir a toda costa que se llegue a ellas; o de conseguir, en todo caso, que los partidos de la coalici¨®n lleguen desprestigiados por calumnias de todo orden.
La realidad es que en estos momentos es muy dif¨ªcil hacer un pron¨®stico v¨¢lido, y que el que parece m¨¢s aproximado es que ning¨²n partido podr¨¢ gobernar por s¨ª solo, sino mediante combinaciones parlamentarias o coaliciones gubernamentales.
Uno de los momentos m¨¢s altos de esa tempestad pol¨ªtica parece haber sido elegido por el presidente del Gobierno espa?ol, Adolfo Su¨¢rez, para acudir a Lisboa desde su lugar de vacaciones para cenar y conversar con Sa Carneiro. Probablemente, una buena charla humana de amigos y correligionarios y de colegas en el ejercicio de un poder con muchos puntos de vista compartidos en pol¨ªtica internacional como en pol¨ªtica nacional de cada uno de sus pa¨ªses y, al mismo tiempo, una buena ayuda para Sa Carneiro, que los peri¨®dicos de la oposici¨®n no han vacilado en exagerar. M¨¢s all¨¢ de las relaciones personales podr¨ªa ocurrir que tuviera alguna incidencia en las relaciones futuras entre los dos pa¨ªses, en el caso de que Sa Carneiro cayese. No ser¨ªa la primera vez que hubiera problemas entre Espa?a y otro pa¨ªs por apostar mal a un candidato electoral. Sobre todo, cuando no hay ninguna necesidad de hacerlo.
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