El mitin de Chile

LA DEMOCRACIA Cristiana de Chile y, personalmente, su dirigente, Eduardo Frei, tuvieron una actuaci¨®n importante en los acontecimientos que terminaron en el golpe militar de Pinochet y la ca¨ªda y muerte de Allende. Las sucesivas elecciones chilenas produjeron el resultado equ¨ªvoco de que en las presidenciales fuese elegido Salvador Allende, por Unidad Popular, y en las legislativas se mantuviese la mayor¨ªa de la Democracia Cristiana; desde esta posici¨®n los democristianos pudieron bloquear gran parte de la legislaci¨®n propuesta por Allende, mientras en la vida c¨ªvica obstaculizaban la labor de gobierno y orden, participando en todos los conflictos de car¨¢cter empresarial -como la huelga de camioneros, el cierre de los comercios, etc¨¦tera- que condujeron a la situaci¨®n ca¨®tica del pa¨ªs. Puede decirse que la Democracia Cristiana y Eduardo Frei ignoraban el car¨¢cter de las fuerzas que estaban invocando -a pesar de su estrecho contacto con ellas-, y de las que ser¨ªan v¨ªctimas, aunque sin la crueldad que persigui¨® a los otros partidos pol¨ªticos quedaron totalmente alejados del poder y sin derechos pol¨ªticos. Es una aventura que le sucede a veces a la democracia Cristiana: ya le pas¨® a Gil-Robles y la CEDA el 18 de julio de 1936 en Espa?a, y la Democracia Cristiana de El Salvador ha quedado atrapada en su propia maniobra: una parte de sus miembros ha quedado dentro del Gobierno dictatorial que maneja el pa¨ªs, otros est¨¢n en el exilio.Eduardo Frei y otros personajes de la Democracia Cristiana de Chile tampoco quisieron colaborar con la dictadura militar, que, a su vez, les rechazaba. Desde el principio se constituyeron en una oposici¨®n prudente y cauta, alentada por algunas jerarqu¨ªas de la Iglesia cat¨®lica; oposici¨®n que ha culminado con el gran mitin pol¨ªtico al que asistieron entre 50.000 y 100.000 personas -ya se sabe la habitual divergencia en estas cifras- y en el que se sobrepasaron probablemente los l¨ªmites de moderaci¨®n propuestos por los organizadores. Como sobrepasa tambi¨¦n la mera militancia de la Democracia Cristiana para reunir toda la oposici¨®n, incluyendo a antiguos partidarios de Allende y Unidad Popular, no s¨®lo entre el p¨²blico, sino tambi¨¦n entre los oradores. El objeto primordial de este mitin era el de manifestar una oposici¨®n directa al proyecto de Constituci¨®n que ser¨¢ sometido a un refer¨¦ndum sin verdaderas garant¨ªas el 11 de septiembre y que pretende legalizar por tiempo pr¨¢cticamente indefinido el poder de Pinochet. La importancia de este acto puede ser comparada, en ciertos aspectos, a las huelgas de Polonia: significa el alzamiento de la libertad y de la dignidad contra una opresi¨®n forzada.

La trascendencia inmediata de este acto no puede ser exagerada. El r¨¦gimen va a pasar por encima de ¨¦l, y ya sus portavoces han esgrimido las consignas habituales, calificando a los democristianos de ?tontos ¨²tiles? del marxismo. Pero configura a Eduardo Frei como el hombre en quien puede encarnarse un r¨¦gimen de transici¨®n y en quien el Departamento de Estado de Estados Unidos puede ratificar su confianza para una ?democracia l¨ªmitada?. Su etapa de Gobierno -fue presidente entre 1965 y 1970- se present¨® ya como una posibilidad del reformismo frente al revolucionarismo, y las nacionalizaciones se hicieron previo acuerdo con los intereses de Estados Unidos (la Anaconda, la Kennecott). Se ha dicho que desde el golpe militar los contactos entre Frei y Estados Unidos no han cesado nunca y que estaba considerado como un hombre en reserva para la sustituci¨®n del r¨¦gimen militar.

No parece que Pinochet vaya a seguir la l¨ªnea de los militares peruanos, que han devuelto el poder a los civiles sin demasiadas condiciones; pero se tiene la seguridad de que no todos los militares chilenos, incluso los que participan en organismos de direcci¨®n pol¨ªtica, est¨¢n de acuerdo con la persona de Augusto Pinochet y con sus m¨¦todos de gobierno. Ya en septiembre de 1978, el general Gustavo Leigh hizo unas declaraciones en favor de un regreso a la normalidad constitucional, lo que le cost¨® su cargo de comandante en jefe de las fuerzas a¨¦reas y su puesto en la Junta: numerosos militares del arma a¨¦rea dimitieron entonces en se?al de solidaridad. La propuesta de Frei de formar un Gobierno en el que figuren civiles y militares se dirige principalmente a los sectores del Ej¨¦rcito que han manifestado su descontento en repetidas ocasiones, que ser¨ªan sensibles a las presiones de Estados Unidos y desear¨ªan salvar su honor de la enorme mancha de la represi¨®n. Al mismo tiempo, la celebraci¨®n del mitin, como primera ruptura p¨²blica de los ciudadanos con el r¨¦gimen, podr¨ªa incitar a muchos timoratos o indiferentes a votar ?no? en el refer¨¦ndum, aunque probablemente los resultados est¨¦n decididos ya a estas horas, puesto que todo el control del escrutinio est¨¢ en manos de los militares.

El mitin de Chile no es un paso decisivo contra la dictadura, pero tiene una gran trascendencia y configura una oposici¨®n unida en torno a un nombre que podr¨ªa ser aceptado por muy distintas fuerzas nacionales e internacionales.