El presidente Samora Machel trata de conciliar el liberalismo econ¨®mico con la ideolog¨ªa marxista
Algunos restaurantes privados abrieron sus puertas, la poblaci¨®n ya encuentra pan que comprar porque las panader¨ªas son otra vez privadas. Lo mismo ocurre con las zapater¨ªas y barber¨ªas. Los peque?os comercios, a los cuales se les va a permitir Incluso que tengan relaciones directas con sus proveedores extranjeros -un caso sin precedentes en el mundo socialista-, empiezan a llenar de mercanc¨ªa sus vitrinas desguarnecidas.Las tensiones sociales, sobre to do en la capital, Maputo, han remitido parcialmente y las relaciones humanas son hoy un tanto m¨¢s relajadas. Naturalmente que en estos seis meses no se han resuelto los problemas, principalmente el del abastecimiento de alimentos. Las colas subsisten y la carne, el pescado o los huevos son francamente escasos.
Pero el discurso de Machel no fue solamente una apertura al comercio privado. El presidente intent¨® tambi¨¦n imponer una suerte de c¨®digo de conducta ciudadano que afecta desde el tratamiento que dan los empleados del Estado al p¨²blico hasta al aseo personal y la presentaci¨®n, que ahora se exige correcta, del funcionario.
Desde el 18 de marzo se impone un l¨ªmite razonable a esas interminables ?reuniones de producci¨®n? de los trabajadores de las empresas socialistas, que precisamente les impiden producir y que adem¨¢s agotan el tiempo libre del trabajador.
Coto al igualitarismo
Se pone coto al igualitarismo a ultranza, casi siempre demag¨®gico y oportunista. Ya no son todos camaradas. Se ha recuperado el uso del usted y del se?or, junto con el del traje y la corbata. Se respetan de nuevo las jerarqu¨ªas y cada cual ha recibido la autoridad necesaria para asumir eficazmente sus responsabilidades administrativas o pol¨ªticas.
La nueva imagen de Machel concierne tambi¨¦n a los jefes del partido y del Gobierno. Mozambique se convierte, poco a poco, en uno de los raros pa¨ªses socialistas -el ¨²nico de Africa- en el cual los l¨ªderes, en vez de acumular cada d¨ªa mayores privilegios e impunidades, pierden parcialmente los primeros y empiezan a deber responder por sus actos y decisiones. Naturalmente que, como no existen normas ni leyes, sino el criterio del partido, ello puede llevar a arbitrariedades como la reciente expulsi¨®n de dos dirigentes del Frelimo, porque se hab¨ªan divorciado de sus respectivas esposas.
El suicidio este a?o de Francisco Langa, miembro del comit¨¦ central del partido, que se hab¨ªa apropiado indebidamente de fondos del Estado, es ilustrativo de ese estado de ¨¢nimo, que obliga a ministros y funcionarios, entre otras cosas, a dejar los coches oficiales cuando han terminado su jornada de trabajo.
Pero no se trata solamente de autorizar al peque?o comercio privado o implantar normas de conducta para los funcionarios. Adem¨¢s se ha formulado clara y taxativamente un llamamiento a la inversi¨®n extranjera. Sergio Viera, ministro presidente del Banco Nacional de Mozambique y estrella ascendente, explica esta percha tendida hacia Occidente de otra manera: ?Lo que hubo no fue una apertura de Mozambique hacia el capital privado extranjero, sino todo lo contrario: una apertura del capital privado extranjero en relaci¨®n a Mozambique, porque nosotros nunca dijimos que rechaz¨¢bamos la cooperaci¨®n con el capital privado extranjero?.
Los rusos y los cubanos, que imponen mim¨¦ticamente por toda Africa sus sistemas, basados en la creaci¨®n de elites privilegiadas absolutamente fieles al partido ¨²nico, est¨¢n convencidos de que el Frelimo no podr¨¢ llevar adelante con honestidad el saneamiento que ha emprendido.
Entre tanto ?castigan? a Mozambique calific¨¢ndolo de ?pa¨ªs de orientaci¨®n socialista? y no socialista, a diferencia de Angola, que con una situaci¨®n econ¨®mica en mucho peor estado y un poder a¨²n inestable, recibe todas las alabanzas de Mosc¨² y La Habana.
Irritaci¨®n con Mosc¨²
Bien es verdad que, a diferencia de Angola, el tratado de amistad y cooperaci¨®n firmado entre Maputo y Mosc¨² en abril de 1977 -como es habitual, por veinte a?os- ha debido permanecer olvidado ante los imperativos geopol¨ªticos en que se desenvuelve Mozambique. En cualquier caso, a los dirigentes mozambique?os les irritan sobre manera las distinciones que los sovi¨¦ticos hacen entre ellos y los angole?os.
T¨¦cnicos surafricanos blancos trabajan para el Gobierno de Maputo en la gesti¨®n y organizaci¨®n de los transportes ferroviarios y los puertos, que por otra parte, y desde la conferencia de Lusaka de primeros de abril, constituyen la piedra angular de la estrategia de los pa¨ªses de la regi¨®n precisamente para disminuir la dependencia en que se encuentran todos de Sur¨¢frica. M¨¢s a¨²n: el Gobierno de Pretoria concedi¨® al de Maputo un pr¨¦stamo de cerca de 160 millones de d¨®lares para la reparaci¨®n y puesta a punto de toda la infraestructura vial destruida en los a?os de la guerra de Rhodesia.
Trabajar en Sur¨¢frica
Unos 150.000 trabajadores mozambique?os laboran sin ning¨²n problema en las minas de Sur¨¢frica, cumpliendo la doble funci¨®n de contribuir a mantener el exceso de oferta de mano que obra que necesita la econom¨ªa de libre empresa surafricana y proporcionar importantes ingresos en divisas al Frelimo.
Toda esta cooperaci¨®n con Pretoria, que muchos Gobiernos africanos critican a Mozambique, la cargan los dirigentes mozambique?oss a la cuenta de la herencia colonial portugues¨¢. Sergio Viera la explicaba as¨ª: ?El sistema colonial fascista reforz¨® mucho m¨¢s la dependencia de nuestro pa¨ªs de los reg¨ªmenes blancos de Rhodesia y Sur¨¢frica. Nosotros tratamos de cambiar progresivamente esa relaci¨®n de dependencia en una de interdependencia, porque en realidad, y como no se puede escoger a los vecinos, estamos condenados a vivir juntos con Sur¨¢frica. Sin embargo. Y a pesar de toda esta cooperaci¨®n. Mozambique no representa ning¨²n factor de supervivencia del r¨¦gimen del apartheid?.
Pero es precisamente esta versi¨®n la que es cuestionada por otros pa¨ªses, incluida Angola. Y es que el presidente Samora Machel ha ido m¨¢s lejos a¨²n con respecto a Sur¨¢frica y declar¨® que para su pa¨ªs ?el Gobierno de Pretoria es un r¨¦gimen africano absolutamente legal y que la eliminaci¨®n del apartheid es un asunto puramente interno de los surafricanos?. Esta postura molest¨® sobremanera a los l¨ªderes del Congreso Nacional Africano (CNA), que han abandonado poco a poco Maputo.
Esta postura de Mozambique no es, sin embargo, puramente coyuntural. Aunque el Frelimo est¨¢ claramente en contra del apartheid, se muestra cada d¨ªa m¨¢s desilusionado por el car¨¢cter de confrontaci¨®n de tipo racial que cobra la lucha contra el apartheid en Sur¨¢frica, principalmente por parte de los movimientos Black Conciousness y el SASO estudiantil. Ella es tambi¨¦n tributaria de una cierta historia, cuando los movimientos nearos americanos Black Panther y el propio Stokely Carmichael, as¨ª como otros grupos surafricanos negros, apoyaron la rebeli¨®n del reverendo Uria Simango contra el Frelimo, precisamente para llevar contra Portugal una lucha de tipo racista.
No es extra?o, pues, aunque s¨ª parad¨®jico, que sea el ala comunista blanca del CNA, que representa Joe Slovo, la que mejor ha comprendido la actitud de Machel.
Pero si bien occidentales y comunistas se equivocan al creer que en Mozambique se ha producido un cambio de rumbo, es necesario encontrar una explicaci¨®n a las evidentes rectificaciones que se han introducido en la estrategia socialista.
Corregir el proceso socialista
La primera raz¨®n parece tener mucho que ver con la personalidad de Sarnora Machel. muy inclinado, como Fidel Castro, a ser el dispensador del bien y del mal. En este caso ha sido para bien, pu es Machel trata de rectificar un ritmo econ¨®mico y pol¨ªtico desastroso y corregir un proceso socialista que iba camino de la grisez, la ineficacia, la abul¨ªa y la corrupci¨®n, al estilo sovi¨¦tico y cubano.
La independencia de Zimbabue, ni rep¨²blica socialista ni democraia popular, sino simplemente Zimbabue, condicionada en lo pol¨ªtico y, al menos por un tiempo, por el compromiso alcanzado con los blancos y el ala conservadora del Frente Patri¨®tico que representa Josua Nkomo, ha tenido gran influencia en Mozambique. Los mozambique?os est¨¢n absoluta mente convencidos de que ellos no pueden enfrentarse directamente a Sur¨¢frica y de que en una confrontaci¨®n de tipo africano, por la proximidad, son los que m¨¢s tienen que perder. Por otra parte, como afirmaba Sergio Viera, para acabar con el apartheid ?hay que actuar econ¨®micamente contra ¨¦l y esa presi¨®n no corresponde a Mozambique, sino que ha de hacerse m¨¢s bien en Washington, Londres, Par¨ªs, Bonn o Zurich?. Las rectificaciones introducidas en Mozambique, no obstante, adolecen de varios puntos d¨¦biles y algunas contradicciones. Entre los primeros est¨¢ el hecho de que toda esa estrategia reposa sobre el voluntarismo de un l¨ªder carism¨¢tico como Samora Machel. Y ello puede llevar en econom¨ªa a situaciones serias que hasta ahora s¨®lo han tenido algunas manifestaciones c¨®micas, como la consigna impartida por el camarada presidente a mediados de este a?o, para combatir una epidemia de c¨®lera, de que cada mozambique?o matara treinta moscas diariamente. La nueva l¨ªnea ha impuesto la preeminencia de los economistas como Sergio Viera, por ejemplo, sobre los ide¨®logos como Marcelino Dos Santos y Jorge Rebelo, que en marzo perdieron sus cargos en el Gobierno para pasar a ocuparse solamente del partido.
Pero la contradicci¨®n es que un pa¨ªs que avanza con cierto liberalismo econ¨®mico, en lo pol¨ªtico se organiza en la m¨¢s pura ortodoxia. La infraestructura partidaria que se extiende por el pa¨ªs, los sindica tos o conselhos de produ?¨¢o, la vigilancia popular o milicias ciudadanas, que ya cuentan con 150.000 miembros, la superposici¨®n de los ¨®rganos de seguridad, un sector en donde los cubanos tienen a¨²n cierta influencia, prefiguran una futura estructura organizativa que en nada difiere de los otros pa¨ªses del Este.
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