Lecciones polacas
EL FINAL razonable dela huelga del B¨¢ltico polaco abre inmediatamente una nueva etapa pol¨ªtica no s¨®lo en el pa¨ªs afectado, sino en todo el campo comunista. Hay una contradicci¨®n viva entre el sistema aceptado de sindicatos libres y autogestionarios y la obtenci¨®n de unas reivindicaciones conquistadas mediante la huelga, que queda reconocida de hecho -los salarios de los d¨ªas perdidos ser¨¢n pagados ¨ªntegros-, y la doctrina imperante en los reg¨ªmenes de los pa¨ªses del Pacto de Varsovia. Despu¨¦s de los sucesos polacos quedan enormemente fortalecidas viejas y trascendentales tendencias no s¨®lo de los huel guistas, sino de lo que parece una mayor¨ªa del conjunto de la naci¨®n: el nacionalismo, con su inevitable dosis de antisovietismo, con componentes no s¨®lo hist¨®ricos, sino actuales; el rechazo al r¨¦gimen, a pesar del reconocimiento del papel dirigente del partido comunista por parte de los obreros (que aparece como una concesi¨®n de apaciguamiento necesaria), y la solidaridad entre obreros. intelectuales y campesinos. Se ha ensalzado tambi¨¦n el papel de la Iglesia cat¨®lica como fuerza de resistencia contra el r¨¦gimen: la sustituci¨®n de la fotograf¨ªa de Lenin por la de Wojtyla tiene una gran significaci¨®n. Todo ello, unido a que la URSS se ha mantenido en la mayor reserva posible por su actual debilidad ante la opini¨®n p¨²blica internacional y por miedo a desencadenar episodios cuyo final ya no conoce, puede aumentar una situaci¨®n de triunfalismo en los obreros polacos; ya hay grupos radicales que consideran que se ha perdido la ocasi¨®n de llevar mucho m¨¢s lejos el movimiento. Parece que la h¨¢bil, inteligente direcci¨®n de Lech Walesa va a prevalecer. Pero no hay que descartar una situaci¨®n cl¨¢sica, casi una ley pol¨ªtica, que es la de una especie de depresi¨®n tras la euforia, cuando aparezca que la vida diaria no se ha modificado hasta el punto imaginado por las conquistas realizadas. Si esto sucede, las fuerzas que hay no s¨®lo en la vanguardia, sino en la retaguardia de este conato de revoluci¨®n no van a conformarse; pero la URSS y los dirigentes de ideolog¨ªa fija de los pa¨ªses del Pacto de Varsovia van a tratar tambi¨¦n, sin duda, de evitar una ampliaci¨®n y un contagio del fen¨®meno polaco, y van a tomar algunas medidas, quiz¨¢ invisibles de momento, que resta?en su maltrecho prestigio e impidan una galvanizaci¨®n antisovi¨¦tica en los pa¨ªses del Este. Pero, en definitiva, la m¨¢s grande y enigm¨¢tica de las interrogantes es la que plantea la cuesti¨®n de las liberta des despu¨¦s de la creaci¨®n de sindicatos libres en Polonia. La libertad es de suyo indivisible y no puede compaginarse la supresi¨®n de las libertades p¨²blicas y la permisividad en la sindicaci¨®n. Polonia se ha iniciado as¨ª en el camino de una aut¨¦ntica revoluci¨®n contra el r¨¦gimen sovi¨¦tico. La cuesti¨®n est¨¢ en saber cu¨¢nto tiempo podr¨¢ el Kremlin mantenerse en su actitud de imp¨¢vida ambig¨¹edad, cu¨¢nto los nuevos dirigentes de la revuelta polaca mantendr¨¢n tambi¨¦n la calma, a fin de no dar ?pretextos? a una intervenci¨®n de la fuerza, y cu¨¢nto, sobre todo sus vecinos h¨²ngaros, checoslovacos o alemanes, tardar¨¢n en aprender la lecci¨®n de lo sucedido en Gdansk.
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