Falsa partida entre dos coroneles
La Casa Presidencial, en San Salvador, est¨¢ rodeada en tres de sus lados por alambradas y casamatas con centinelas. Al frente, calle por medio, la defiende el cuartel del Batall¨®n de Comunicaciones, una de las dos unidades que impiden por ahora a la extrema derecha del Ej¨¦rcito (aunque no se sabe hasta cu¨¢ndo) eliminar de la Junta de Gobierno al coronel Adolfo Majano, un militar moderado e indeciso. No hay lugar en el Ej¨¦rcito salvadore?o para los moderados; no hay sitio en la pol¨ªtica salvadore?a de 1980 para los indecisos.Por la ventana del sal¨®n de actos, con el gran ¨®leo que describe la declaraci¨®n de la independencia, entran los gritos de samurai de los reclutas que se entrenan enfrente, y las risas de los j¨®venes patibularios (?detectives, guardaespaldas, parapoliciales?) con ropas civiles y metralletas al hombro, que se cuentan historias en la acera o despatarrados en jeeps sin matr¨ªcula. En el sal¨®n, mientras llega la hora de la audiencia con Majano, un mayor de facciones en¨¦rgicas y gafas de sol Ray Ban mueve su dedo ¨ªndice sobre el mapa de Centroam¨¦rica: ?F¨ªjese: la frontera de Honduras con Nicaragua corre desde el cabo Gracias a Dios, en el Atl¨¢ntico, hasta Cosig¨¹ina, en el Pac¨ªfico. Si El Salvador tambi¨¦n se hiciera comunista, entre este pa¨ªs y Nicaragua controlar¨ªan el golfo de Fonseca. Entonces, Centroam¨¦rica quedar¨ªa cortada al medio por el comunismo, con Guatemala y Honduras apretadas contra M¨¦xico, que est¨¢ aliado con los comunistas de Cuba?.
La geopol¨ªtica del mayor y sus previsiones son m¨¢s bien simplistas y no muy de acuerdo con los hechos, pero reflejan el temor actual de la derecha militar centroamericana: quedar aislada en medio de un mundo que cambia y escapa para siempre a su viejo control. Para evitarlo, en El Salvador los militares est¨¢n dispuestos a traspasar todos los l¨ªmites.
Las atrocidades ensombrecen el Gobierno de la Junta, antes de haber cumplido su primer a?o: masacre de una manifestaci¨®n popular en enero, asesinato del arzobispo Romero en marzo, mientras oficiaba misa; exterminaci¨®n de seiscientos campesinos (hombres, mujeres y ni?os) en Las Aradas, pueblo fronterizo con Honduras, durante una operaci¨®n del Ej¨¦rcito en abril.
Guillermo Ungo relata que durante su permanencia en este Gobierno, un coronel le dijo: ?Ser¨¢ mejor que matemos 100.000 ahora y no que mueran 200.000 despu¨¦s?. Tales matem¨¢ticas se aplican realmente: los 3.000 asesinatos pol¨ªticos contabilizados hasta junio ¨²ltimo (que si la tasa no var¨ªa llegar¨¢n a 10.000 en 1980) equivalen a que en Espa?a hubiese habido 24.000 muertos de la violencia en seis meses. La revista cat¨®lica Estudios Centroamericanos dice que los cr¨ªmenes pol¨ªticos est¨¢n ?causados en su inmensa mayor¨ªa por fuerzas gubernamentales?.
Gobierno y bandas armadas
En El Salvador de hoy, casi todo el mundo, menos los cuerpos de seguridad y el fiscal. general (el anterior, Mario Zamora, fue muerto a tiros ante su familia, despu¨¦s de pedirle que se identificara, para no cometer un error), sabe qui¨¦nes integran las principales bandas paragubernamentales: Organizaci¨®n Democr¨¢tica Nacional (Orden), Movimiento Anticomunista Nacional Organizado.(MANO) y Falange, reunidas en el Frente Anticomunista Nacional (FAN), que dirige desde su exilio en Guatemala el mayor Roberto d'Aubuisson, jefe de la Agencia Nacional de Seguridad.
Todos saben tambi¨¦n que D'Aubuisson orden¨® el asesinato de monse?or Romero (?Estoy absolutamente seguro; tengo la convicci¨®n moral?, dice el ingeniero Jos¨¦ Napole¨®n Duarte, miembro de la Junta) y que intent¨® un alzamiento contra este Gobierno. Detenido, se le dej¨®, sin embargo, salir a Guatemala, y tambi¨¦n se dej¨® en libertad a los presuntos autores materiales de la muerte del arzobispo. Se conoce igualmente que un grupo de. terratenientes ultramontanos escindidos del derechista partido de Conciliaci¨®n Nacional form¨® el Frente Azucarero de la Regi¨®n Oriental (FARO) y financia desde all¨ª las actividades de MANO y la Orden.
En t¨¦rminos t¨¦cnicos, la Junta, como poder ejecutivo y legislativo a la vez, es responsable de la represi¨®n. Lo es tambi¨¦n de que las reformas socioecon¨®micas prometidas hayan quedado a medio camino: la nacionalizaci¨®n del comercio exterior dej¨® fuera, en manos de corporaciones transnacionales, al algod¨®n la pesca: la nacionalizaci¨®n de la Banca no es tal, sino una creaci¨®n de sociedades mixtas donde el Estado posee el 51% y el accionariado restante se ha repartido entre los antiguos due?os y los empleados; la reforma agraria s¨®lo afecta por ahora a un 13 % de los grandes propietarios, y la tierra ha sido entregada a cooperativas cuya direcci¨®n se elige entre campesinos d¨®ciles al Gobierno y vigilados por las bandas paramilitares.
Pero en t¨¦rminos reales, la responsabilidad por todo ello es anterior a la Junta misma; tanto la represi¨®n como la mediatizaci¨®n del programa eran previsibles cuando la conspiraci¨®n de cuatrocientos oficiales j¨®venes contra la dictadura de Romero (la Juventud Militar, seg¨²n se les llama) acept¨® negociar con sus superiores de la derecha.
Duarte ha accedido a describir esos proleg¨®menos, que hasta ahora eran versiones de la oposici¨®n: ?El golpea, afirma Duarte, ?se produjo en base a tres grandes grupos: uno de coroneles, uno de mayores y uno de capitanes. Y, a la vez, hab¨ªa un cuarto grupo de coroneles, de extrema derecha, que tambi¨¦n conspiraba por su cuenta. Este ¨²ltimo movimiento fue descubierto y entonces los capitanes, entre el 10 y el 15 de octubre, decidieron actuar. Pero como todos hab¨ªan visto ya que si tramitaba cada grupo su golpe particular hab¨ªa el peligro de matarse entre ellos, coroneles, mayores y capitanes negociaron mutuamente el esquema de Gobierno. En ese proceso, los mayores disolvieron su grupo y se distribuyeron entre los otros dos. Entonces, los coroneles y los capitanes se pusieron de acuerdo. Majano no tuvo nada que ver con esto. Fue despu¨¦s cuando los capitanes le otorgaron su confianza para representar a la oficialidad joven?.
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