El espa?ol
Lo siento, oigan, pero D¨¢maso Alonso, en su lecci¨®n magistral de Salamanca -Encuentros Salamanca/80 sobre la Lengua-, ha hablado del espa?ol y no del castellano, explicando que el centro de gravitaci¨®n de nuestra lengua se ha desplazado hace tiempo de Madrid a cualquier capital americana, fen¨®meno que se ver¨¢ corroborado y extendido en el futuro porrazones meramente demogr¨¢ficas. Claro que mientras uno se debate tratando de precisar conceptos, en esta org¨ªa salmantina del espa?ol, bajo los focos perpetuos de la televisi¨®n y el sol plateresco y septiembrino de la ciudad, de pronto, un mexicano, con toda su cordialidad, le dice a uno:-Bueno, lo saludo y nos estamos viendo.
Este ?lo? D¨¢maso Alonso lo defiende frente al ?le¨ªsino? espa?ol, madrile?o, subrayando que Am¨¦rica tiene raz¨®n. En cambio, el ?nos estamos viendo?, cuando efectivamente estamos vi¨¦ndonos a medio metro de distancia, tiene algo surrealista o de comedia de lonesco que invalida toda la fe, esperanza e incluso caridad con que hab¨ªamos venido a Salamanca. En mi mesa redonda tengo enfrente a Miguel Delibes, y una se?ora mexicana y peluquerizada le pregunta, antes de dirigirse a ¨¦l, cu¨¢l es su nombre, c¨®mo se llama:
-Delibes.
La intelectuala sigue impasible su intervenci¨®n. Gonzalo Torrente Ballester tiene la altivez espa?ola y la humildad gallega de llamar maestro a Juan Rulfo, que est¨¢ presente y lo es (aunque, seguramente, con menos edad que Gonzalo), pero es indudable que nuestros visitantes /colo quiantes de Am¨¦rica no se han tomado la leve molestia, nom¨¢s, ch¨¦, manito, de investigar qui¨¦nes son D¨¢maso, Delibes, Torrente y as¨ª. Anteriormente, en una entrevista, a Delibes (no ha sido este tu congreso, macho), le hab¨ªa preguntado la Prensa americana si su apellido se escrib¨ªa junto o separado, y si ten¨ªa alg¨²n parentesco con el compositor Leo Delibes. Pero Miguel ven¨ªa de pescar, volv¨ªa a pescar y pasaba de las glorias del mundo hisp¨¢nico.
En otra mesa redonda en la que he intervenido, Torrente Ballester tuvo que recordarle al presidente o moderador (a Camilo no le gusta nada esto de moderador):
-Recuerdo al se?or presidente que estoy aqu¨ª y tengo algo que decir.
Siendo como era la personalidad literaria m¨¢s importante de la mesa, se le hab¨ªa olvidado.
-Ha pasado el tiempo del purismo -dice D¨¢maso.
Hay que asumir, comprender, intercambiar, interesarse por lo que pasa titerariamente en Am¨¦rica, que es mucho, plural, l¨®gicamente, pues son muchos millones de hispanohablantes, aunque no los trescientos que dice la telecosa. Y, por otra parte, Am¨¦rica est¨¢ ahora despertando a todo y rebel¨¢ndose en todos los ¨®rdenes contra la pregnancia yanqui. Rulfo, el m¨ªtico Rulfo de Pedro P¨¢ramo lo llama, m¨¢s o menos, resistencia pasiva, que es la que ¨¦l practica frente a la influencia del ingl¨¦s. Los chicanos y ?espaldas mojadas? han pasado a la ofensiva, como yo mismo he podido comprobar en Nueva York, donde el sonido del castellano es ya algo ominoso, respetable, a tener en cuenta. El espa?ol -perd¨®n, pero escribo todav¨ªa con mentalidad ?salmantina?- ha de asumirlo todo (sigo siempre la doctrina de D¨¢maso), enriquecerse con todo, conservar sus pluralidades en torno a una unidad secreta, germinal y antigua que hace que, contra equ¨ªvocos y localismos, todos podamos entendernos en Salamanca, en Madrid o en Paraguay. Ana, joven y clara periodista salmantina, me lleva al ?huerto de Fray Luis?, que coincide vagamente con los parajes del cl¨¢sico. Toda la basca Rivadeneyra sab¨ªa de qu¨¦ iba. Frente a la gravitaci¨®n yanqui, la Am¨¦rica insurgente levanta ya el farall¨®n cuajado del castellano. A ver Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.