Relevo en la pol¨ªtica exterior espa?ola
El desencanto pol¨ªtico que subyace en muchos sectores de la sociedad espa?ola encuentra en la pol¨ªtica exterior motivos suficientes para justificar un alto porcentaje de dicha desilusi¨®n, en la que se incrusta una diplomacia aparentemente acomplejada ante grandes y peque?os y marcada por una variedad de acci¨®n que casi ha institucionalizado la diversidad de iniciativas frente a toda acci¨®n unitaria exterior.A pesar de la simplificaci¨®n que todo an¨¢lisis de urgencia arrastra, vale la pena recordar ahora, con motivo del relevo de ¨²ltima hora impuesto por el presidente Su¨¢rez en el palacio de Santa Cruz, cu¨¢les son los temas pendientes de la acci¨®n exterior del Estado. Ante todo, el proceso de integraci¨®n de Espa?a en las Comunidades Europeas, bloqueado por Francia por razones de forma (elecciones presidenciales) y de fondo (la proyectada reestructuraci¨®n de la CEE), y ante el que el Gobierno de Madrid no ha hecho otra cosa que intentar prodigar una cortina de humo ante la opini¨®n p¨²blica, envainar el acoso o afrenta comunitaria y guardar un esperanzado y casi in¨²til silencio en puertas de una negociaci¨®n, hoy por hoy, disminuida en sectores capitales para Espa?a como lo es la agricultura.
Para colmo de males, la cuesti¨®n europea no es la ¨²nica pendiente en nuestras relaciones con Francia -en las que la compra del Mirage 2000, para el contrato hispano del siglo, puede convertirse en el punto inmediato de reencuentro-, sumidas en la tensi¨®n del terrorismo, el vuelco o incendio de camiones y la pesca de los pescadores del Cant¨¢brico. De todas maneras, estos vientos no son nuevos en los Pirineos ni a lo largo y ancho de nuestra historia. Como tampoco son de ahora los chantajes y los abusos que el rey de Marruecos impone a Espa?a por mar y tierra a cambio de unos peces y unas trampas que tarde o temprano tendr¨¢n que desaparecer. Las relaciones con Portugal, el tercer vecino, est¨¢n a¨²n por desarrollarse.
Este es el panorama de nuestros horizontes inmediatos. Un poco m¨¢s al Sur permanece latente -y condicionado por Rabat y Par¨ªs- el reencuentro con Guinea Ecuatorial, mientras que el debate del Sahara subsiste en la confusi¨®n y en la mism¨ªsima puerta de nuestra ¨¢rea mediterr¨¢nea, hundida en un cierto olvido y con la r¨¦mora del no reconocimiento de Israel, que tuvo su mayor oportunidad en los primeros encuentros entre Sadat y Beguin. Este vac¨ªo diplom¨¢tico encuentra su soporte en la llamada dimensi¨®n ¨¢rabe, que con la latinoamericana adorna una pol¨ªtica exterior ?europea y occidental?, como la definen, sin clarificarla, los primeros dirigentes del Gobierno y de su partido. Sobre la cuesti¨®n latinoamericana permanecen las sombras de la ret¨®rica del anterior r¨¦gimen, la pr¨¢ctica de un cierto amiguismo y la indecisi¨®n y el equilibrio por los pelos entre los procesos revo lucionarios de Centroam¨¦rica y el integrismo galopante del Cono Sur.
De esta sutil estrategia naci¨® la comparecencia de Espa?a en la cumbre de los no alineados de La Habana y la incertidumbre que pesa en torno a la opci¨®n atl¨¢ntica de UCD, cuyo nivel exacto de compromisos y de calendario permanece a la espera de una ¨²ltima definici¨®n (que habr¨¢ que entrelazar al hilo de los proyectados nuevos acuerdos con Estados Unidos), y cuyo retraso, en el que incide el desarrollo de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa, de Madrid, se compensa con una premeditada congelaci¨®n de la apertura al Este.
Estos son temas planteados y pendientes a los que habr¨¢ que a?adir, en el plano interno, la necesidad de una profunda reforma del servicio exterior y la institucionalizaci¨®n de la unidad de acci¨®n externa al margen de las intrigas e intromisiones de los aprendices de Metternich, que pululan en secretar¨ªas y despachos pr¨®ximos a la Moncloa. Toda una problem¨¢tica por delante de la gesti¨®n del nuevo titular y ministro de Estado de Asuntos Exteriores que no es, desde luego, la sola consecuencia de la anterior direcci¨®n de nuestra diplomacia, que tuvo como objetivo esencial la normalizaci¨®n diplom¨¢tica, el ?nie,?o de la reforma del servicio exterior y la definici¨®n de los grandes principios del comportamiento exterior del partido centrista, lo que ha sido una labor intensa y ejecutada siempre desde una ¨®ptica liberal y progresiva.
A Marcelino Oreja se le pueden discutir iniciativas o decisiones pol¨ªticas adoptadas en sus cuatro a?os de estancia en el palacio de Santa Cruz. Pero al ministro saliente y ¨²ltimo disc¨ªpulo de Fernando Mar¨ªa Castiella nadie te puede negar su empe?o, dedicaci¨®n y, sobre todo, el talante liberal y democr¨¢tico que marc¨® su paso por la Administraci¨®n. Pocos pol¨ªticos, del poder y de la oposici¨®n, han sabido y saben respetar -a estas alturas del proceso espa?ol- la responsabilidad y trabajo de la Prensa y dem¨¢s medios de comunicaci¨®n sccial como lo hizo Oreja.
La elegancia con la que abandon¨® el ministerio, tras una llamada de medianoche del presidente Su¨¢rez, constituye el ¨²ltimo ejemplo de esta actitud y talante, que tuvieron dos m¨¢ximos exponentes en su esti¨®n pol¨ªtica: la defensa de los derechos humanos en el mundo como bandera importante de la diplomacia hispana y su candidatura y victoria en las elecciones legislativas de 1979, al conseguir para UCD el dif¨ªcil esca?o de Guip¨²zcoa.
A todo ello hay que a?adirle no pocas iniciativas que han de pasax a la historia de esta pol¨ªtica, como lo son el restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas con el Este europeo, la candidatura a la CEE, el ingreso en el Consejo de Europa, la ubicaci¨®n en Madrid de la Conferencia sobre Seguridad en curso, una cierta iniciativa pol¨ªtica en el Oriente Pr¨®ximo, el compromiso para la apertura de negociaciones formales con Gran Breta?a en torno a Gibraltar y la articulaci¨®n de Espa?a como pa¨ªs observador del comit¨¦ de ministros del Pacto Andino. En el ¨¢mbito interno, Oreja ha reinozado los embajadores de Espa?a con la inclusi¨®n de hombres pol¨ªticos en puestos claves, cre¨® la Junta de la Carrera para una m¨¢s democr¨¢tica designaci¨®n de los destinos de los funcionarios y elabor¨® un proyecto de ley del servicio exterior y otro de cooperaci¨®n que esperan la luz verde del Consejo de Ministros para ser debatidos en el Parlamento.
Un balance este intenso y condicionado no pocas veces por el dif¨ªcil momento de las relaciones econ¨®micas y pol¨ªticas internacionales en las que falt¨®, en ocasiones, la rigidez Y la firmeza hisparia, similar a la que, en momentos dif¨ªciles, han hecho gala pa¨ªses peque?os como Islandia o Malta. Un tiempo este que quiz¨¢ no fuera f¨¢cil aplicar en los contenciosos sahariano, pirenaico o coniunitario en un per¨ªodo de transici¨®n pol¨ªtica que frente al extenor debe tocar a su fin. Se abre ahora una nueva etapa que deber¨ªa iniciarse con un amplio debate de pol¨ªtica exterior en el Partamento.
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