Los Ramones
Aqu¨ª en la noche estoy, aqu¨ª en la plaza, sentado en Vista Alegre, y los Ramones suenan, cantan, cunden, no s¨¦ por qu¨¦ he venido, la m¨²sica en el cuerpo, mira Pilar; mira, Luis; mira, Umbral, el grito de esos chicos, 15.000 gentes en redonda galerna de m¨²sica y de humo, aqu¨ª en la noche estoy ?recuerdas aquel rock and roll de la radio?, claro que lo recuerdo, he aqu¨ª el rock and roll de la radio, ?lo mejor que ha surgido despu¨¦s de los Rolling's, la gente ha largado mucho, pero nadie se aclara, mira un sonido nuevo, un personal con marcha, los grandes conjunteros de ahora mismo en Am¨¦rica, en el mundo, hemos venido por General Ricardos, qu¨¦ movida de coches, de gachises, nadie se sab¨ªa el sitio, hemos llegado en conjunci¨®n, la luz azul del rock nos preced¨ªa como los mitos preceden a los j¨®venes, un cr¨¢neo pelado, de camiseta roja y de pendientes, me pregunta por Julito el El¨¦ctrico, ?si le ves le das un beso?, pero yo no veo nunca a Julito el El¨¦ctrico, hay una chica con boca de titanlux que quiere beber de mi mirinda caliente, mi mirinda caliente, de naranja, y les voy dando a todos, y yo bebo y yo bailo, y en la bra?a profunda de una generaci¨®n, en lo m¨¢s escarpado de la noche redonda, lucecitas fugaces de alucine, cada luz es un cuelgue, se encienden y se apagan, donde algo trapichea con el misterio, una nube de humo, de polvo de la plaza, se mantiene en el aire, por sobre las cabezas, como el hongo antiat¨®mico, inspirada del trueno luminoso, azul o rojo o verde o amarillo, el trueno de la luz, el ca?¨®n de luz que aqu¨ª han metido, ?los Police se lo montan mejor, la cosa de las luces, por mis muertos?, pero ¨¦stos llenan el escenario, la voz azul del cantante, la camiseta roja del guitarrista de camiseta roja, ?los directores de las compa?¨ªas ni siquiera entran?, miran los estadillos de venta en su despacho y para qu¨¦ m¨¢s, esto es un cuelgue, un alucine, la pasada total, el final del verano con luminarias interiores, el ritmo y la mar¨ªa, el redondel profundo donde cabe toda una generaci¨®n de pirados, colgados, pinchados, zumbados, parados, drogotas, pasotas, ramoncines, locos, locas, locazas, gentes que se lo hacen, la libertad, el cuerpo, la gran pasada, pero alguien rentabiliza beneficios, se vende libertad por metros c¨²bicos, por bidones de ruido y de viaje, aqu¨ª en las plazas de toros, en Es-. pa?a, mira Pilar, mira los saltos de ese otro guitarra, siempre con los piesjuntos, mira el rock de la radio, yo era rock cuando entonces, hace mucho, y yo ten¨ªa una radio, no el transistor de ahora, el libro de la m¨²sica, tomo de los cuarenta principales, sino una radio art/dec¨®, y por all¨ª buscaba, entre partes de guerra y epidemias, la m¨²sica del mundo, el rodar de los astros, la se?al violenta y alegr¨ªsima de mi generaci¨®n, hasta que un d¨ªa cog¨ª el rock, o sea que conect¨¦, y ya supe que millones de tipos, en el mundo, me secundaban: son los que ahora, veinte a?os m¨¢s j¨®venes, me piden la mirinda, me piden la sonrisa, me piden un saludo para Julito el El¨¦ctrico, y me dan lo que pueden, besos de titanlux, abrazos blarldos como ropas del Rastro, el ramo popular de una muchacha, m¨¦tete ya en el rollo, mira c¨®mo lo llevan, encadenan planetas, letras, frases, encadenan ingl¨¦s imperialista y extensiones de luz y de sonido que pasan por septiembre como el vino del est¨ªo, las doradas manzanas del sol o cr¨®nicas marcianas de Ray Bradbury, ?la tormenta somos nosotros?, dec¨ªan los ni?os de Bradbury cuando la gente les quer¨ªa salvar de la tormenta, una hora de estar alto, dos, tres horas, con guardias en la puerta, la entrada entre los dientes, libertad anillada en- anillo de noche y tapias blancas, afuera acechan precios, duerme el paro, tres discos en Espa?a, los Ramones, y otros tres por salir, al fin un rock fresco, nietos del camionero, nietos de puta de Elvis, qu¨¦ chican¨ªa secreta atraviesa su nombre en espa?ol, toma ya mi mirinda, est¨¢ caliente, flipa tu libertad, que otra no hay.
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