El Madrid gole¨® al Limerick entre bostezos
El partido fue una aut¨¦ntica paliza para los espectadores. Fue un encuentro del que podr¨ªa decirse que entre gol y gol, bostezo. Hace unos a?os se afirmaba que la suerte del Madrid en los sorteos europeos sal¨ªa de las bolas que Raimundo Saporta, con anterioridad al uso de las mismas, hac¨ªa enfriar. Durante a?os, el Bernab¨¦u en las primeras eliminatorias de Copa de Europa ha sido lugar de turismo para malteses, chipriotas y similares. Era l¨®gico que as¨ª fuera porque el propio negocio de la UEFA recomendaba que nunca los mejores se enfrentaran en las primeras series.Contra el Madrid ha habido incluso equipos que han solicitado jugar los dos partidos en Chamart¨ªn. Los espectadores han tenido, pues, la desgracia de ver lo m¨¢s insulso del torneo. La primera ronda est¨¢ destinada a un entrenamiento con aires formalistas. Los chicos del Limerick, a quienes no se puede denominar amiguetes por el simple hecho de que no se portaron como tales en su pa¨ªs y menos sus directivos, vinieron a cubrir expediente. En el primer encuentro, un Madrid desangelado logr¨® el triunfo. En el segundo se presupon¨ªa que bastar¨ªa un m¨ªnimo esfuerzo para liquidar la cuesti¨®n.
Al Madrid, claro favorito, lo m¨¢s que pod¨ªa exig¨ªrsele es que goleara al Limerick, equipo que en realidad era m¨¢s adversario para el Castilla que para el primer equipo de la casa blanca. Al menos los goles animaron la hora y media de pesada carga.
El Limerick vino a cumplir un expediente basado en un resultado discreto. Era su m¨¢xima aspiraci¨®n, junto a la de ver una corrida de toros. Incumplido el deseo de visitar Las Ventas del Esp¨ªritu Santo, los irlandeses intentaron en el Bernab¨¦u repetir el encuentro de Dubl¨ªn, y a punto estuvieron de conseguirlo, por que el Madrid se contagi¨® y se empe?¨® en buscar la goleada a base de un juego similar al de los bolos. La ¨²nica diferencia estaba en el hecho de que delante hab¨ªa hombres s¨®lidos capaces de aguantar balonazos. Garc¨ªa Hern¨¢ndez, Stielike, Cunningham y Gallego intentaron el disparo a gol con una tupida defensa por delante y ello provoc¨® numerosas situaciones de pim pam pum, pero sin el premio de la botellita de an¨ªs.
El p¨²blico se aburri¨® y, para entretenerse, aplaudi¨® el gol irland¨¦s y hasta tangue¨® en alguna ocasi¨®n. Por vez primera, parte de los espectadores repudi¨® las acciones de Benito, que, sin llegar a lo de Dallas, llev¨® por la calle de la amargura a Kennedy. Isidro tambi¨¦n acarici¨® sin motivo a Matthews y a punto estuvimos de llegar a un reparto general de la manera m¨¢s absurda.
Boskov decidi¨® en el segundo tiempo darle la oportunidad del centro del campo a Gallego. Para ello sustituy¨® a Garc¨ªa Hern¨¢ndez por Navajas, quien se qued¨® de acompa?ante de Benito. Gallego realiz¨® cuatro jugadas marca de la casa, pero se equivoc¨® al insistir en los regates de cara al marco. Lo mejor del encuentro fue el tercer gol. Juanito repentiz¨® y le sirvi¨® el bal¨®n a Angel, que estaba adelantado y con todas las ventajas a su favor. Angel no desmereci¨® a Juanito y levant¨® el bal¨®n por encima del portero, que sal¨ªa del marco a ver qu¨¦ pasaba.
El Limerick no pudo aguantar al Madrid porque la diferencia, en definitiva, era notable. El Limerick, vestido de azul, como el segundo equipo madridista, sirvi¨® adecuadamente de sparring y hasta sufri¨® con paciencia las flaquezas del enemigo. Fue un partido del que nadie se acordar¨¢ ma?ana.
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