Los pa¨ªses latinos est¨¢n mal preparados para luchar contra el dolor, seg¨²n Claudine Escoffier
Los cancer¨®logos norteamericanos est¨¢n llevando a cabo una campa?a muy intensa por la legalizaci¨®n terap¨¦utica de la hero¨ªna y la marihuana, cuya acci¨®n se ha demostrado ben¨¦fica en el tratamiento de los enfermos de c¨¢ncer. En el caso de la hero¨ªna, como calmante ante los fuertes dolores producidos por determinados tipos de c¨¢ncer en la fase final de la enfermedad. La marihuana, por su parte, como tratamiento contra los v¨®mitos y las n¨¢useas que provoca la propia medicaci¨®n anticancerosa. La doctora Escoffier-Lambiotte, creadora hace veinte a?os de una fundaci¨®n de investigaci¨®n m¨¦dica en Francia y jefa de las p¨¢ginas m¨¦dicas de Le Monde, de Par¨ªs, ha dado a conocer recientemente en dicho diario la situaci¨®n en Am¨¦rica y Europa en lo que al uso de estas drogas se refiere en su aplicaci¨®n como calmantes.
Tras una costosa investigaci¨®n, que ha pasado por la elaboraci¨®n de los m¨¢s sofisticados compuestos, los m¨¦dicos ingleses han empezado a utilizar en las cl¨ªnicas del dolor que existen en Gran Breta?a un compuesto de hero¨ªna que supera al elixir de morfina utilizado hasta la fecha en el tratamiento del dolor producido por ciertos tipos de c¨¢ncer en su fase final. Lo que para una mentalidad inglesa significa pura y simplemente utilizar un determinado producto para evitar el sufrimiento de una persona condenada a muerte en cualquier caso, se complica al pasar al continente, e incluso en Estados Unidos, donde actualmente los cancer¨®logos luchan por la legalizaci¨®n de esta droga en su vertiente terap¨¦utica. La situaci¨®n en Francia o en Espa?a es todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil, ya que no existe ni siquiera campa?a a este respecto.?En mi opini¨®n, esto se debe?, se?ala la doctora Escoffier-Lambiotte, que desde las p¨¢ginas m¨¦dicas del diario Le Monde dedica sus esfuerzos a lograr que aparezcan en Francia centros y cl¨ªnicas especializados en el tratamiento del dolor, ?a que los pa¨ªses latinos cat¨®licos, que somos Espa?a , Francia, Portugal e Italia, estamos muy mal preparados para luchar contra el dolor, por muchas razones. Una de las fundamentales se deriva de la propia religi¨®n cat¨®lica, que considera al dolor como redentor. Durante siglos, la impotencia de la clase m¨¦dica ante el dolor se ha visto velada por esta supuesta cualidad redentora que se le atribu¨ªa. La propia Biblia, se?alando a la mujer: ?Parir¨¢s con dolor?, nos ha impuesto el convencimiento de que para merecer la alegr¨ªa de traer un hijo al mundo era imprescindible sufrir. Cuando la reina Victoria de Inglaterra se hizo aplicar cloroformo en uno de sus partos el esc¨¢ndalo fue enorme. Los m¨¦dicos empezaron a decir, a prop¨®sito del invento de la anestesia, que era peligroso suprimir el dolor, ya que constituye uno de los sistemas de alarma de la enfermedad. Cosa que es defendible en algunos casos, pero no en la mayor¨ªa. Y, en concreto, no tiene ning¨²n sentido cuando se est¨¢ hablando de enfermos de c¨¢ncer deshauciados. Ya no se puede defender hoy, en 1980, que el dolor es redentor, ni ¨²til para el m¨¦dico. Al contrario, es desastroso, desde el punto de vista f¨ªsico, para el que lo sufre, aniquila a aquel que lo padece y lo destruye moralmente?.
Consignas morales
Mientras la ciencia hace progresos deslumbrantes en la investigaci¨®n de los todav¨ªa misteriosos mecanismos del dolor, las consignas morales siguen pesando de una manera definitiva a la hora de utilizar o no estos hallazgos, como en el caso de la hero¨ªna. ?Existe un viejo prejuicio contra las drogas que producen toxicoman¨ªa, pero yo estoy completamente a favor de su uso. ?Por qu¨¦ no iba a estarlo? S¨®lo funciona en su contra ese tab¨² que ha pesado siempre sobre ellas y una inercia siempre peligrosa. Pero creo que ya la morfina y sus derivados t¨®xicos est¨¢n sujetos a leyes de prescripci¨®n muy severas en los pa¨ªses occidentales. En las farmacias no se encuentran normalmente, cuando se dispone de una receta hay que prevenir al farmac¨¦utico para que la tenga lista, la receta s¨®lo sirve durante diez d¨ªas, etc¨¦tera, entonces no veo por qu¨¦ no sumar a esto la hero¨ªna. Sobre todo cuando su uso terap¨¦utico es tan limitado. Los m¨¦dicos ingleses s¨®lo han demostrado su utilidad en los casos de dolores insufribles, ya que, al ser necesario el pinchazo, la hero¨ªna presenta la ventaja de ser m¨¢s soluble y de poder ser administrada con una simple inyecci¨®n subcut¨¢nea, adem¨¢s de que su acci¨®n es entre dos y cuatro veces m¨¢s intensa que la del elixir de morfina. De todos modos, conviene aclarar que los dolores de c¨¢ncer no son los ¨²nicos que reciben tratamiento en las cl¨ªnicas especializadas de Gran Breta?a o Estados Unidos. Se puede sufrir extraordinariamente por una neuralgia, por jaquecas intensas, a consecuencia de la amputaci¨®n de un miembro, lo que se llama el dolor de los miembros fantasmas, etc¨¦tera. Se han extrapolado demasiado las cosas en lo que respecta al c¨¢ncer. En primer lugar hoy d¨ªa se curan muchos, pero es que hay casos en que la gente se muere de c¨¢ncer sin sufrir el menor dolor?.Las cl¨ªnicas inglesas han llegado a utilizar la methadona como calmante con aparente ¨¦xito, mientras que la marihuana se ha mostrado m¨¢s eficaz en su tratamiento contra los trastornos que produce la medicaci¨®n anticancerosa, v¨®mitos y n¨¢useas que a veces resultan m¨¢s penosos que la enfermedad misma. Para la doctora Escoffier-Lambiotte, la utilizaci¨®n de la marihuana y de la propia methadona deber¨ªa ser admitida cuanto antes en el mundo entero. ?En el caso de la marihuana, los m¨¦dicos descubrieron sus propiedades terap¨¦uticas casi por azar. Cuando un joven paciente enfermo de c¨¢ncer coment¨® que sus n¨¢useas disminu¨ªan cuando fumaba un cigarrillo de hierba. Las investigaciones fueron tan favorables que el Gobierno americano se ha decidido a autorizar a los 4.000 centros de cancerolog¨ªa de Estados Unidos a proveerse de c¨¢psulas de cannabis?.
Sufrimiento y dolor
La resistencia de las autoridades m¨¦dicas a admitir todos estos avances para la lucha contra el dolor estar¨ªa explicada, en opini¨®n de la doctora Escoffier, por la subjetividad misma de este sentimiento. ?No hay que confundir el dolor con el sufrimiento. Todo el mundo conoce la historia de aquel soldado herido grav¨ªsimamente en la guerra que, sin embargo, no sufr¨ªa en absoluto a causa de su herida. Esto era debido a que el dolor que sent¨ªa no afloraba a su conciencia y, por tanto, no experimentaba sufrimiento alguno. Por otra parte, existe un desconocimiento grande respecto a la naturaleza del dolor. Cuando un m¨¦dico le dice a su paciente: ?Aguante, que esto no es nada?, en realidad no sabe lo que dice, porque ¨¦l no lo est¨¢ sintiendo y, por tanto, su exclamaci¨®n no es m¨¢s que culpabilizadora, ya que nos culpabiliza no soportar el dolor.?En resumen, no hay nada m¨¢s dificil de percibir, de comprender, que el dolor de los otros. Lo curioso es que cuando un m¨¦dico sufre es el primero en reclamar que se le administren todos los m¨¦todos posibles e imaginables para calmarlo?.
A pesar de la existencia de aparatos tan simples como el neurogar, recientemente comercializado en Israel, una peque?a caja que contiene dos electrodos que, aplicados sobre la zona dolorida, producen descargas el¨¦ctricas que anulan el dolor, o los simples pinchazos que, administrados a las parturientas, evitan los sufrimientos del parto sin que en ning¨²n momento haya p¨¦rdida de la consciencia, no existe en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, entre los que se encuentra Espa?a, una actitud centralizadora de todos los m¨¦todos que se conocen para luchar contra el dolor, que se convierte en un s¨ªntoma imprescindible, pero no secundario, de algunas enfermedades. ?Hasta tal punto es as¨ª?, termina diciendo la doctora Escoffier-Lambiotte, ?que, en mi opini¨®n, lo m¨¢s importante de la campa?a llevada a cabo en estos momentos por los cancer¨®logos americanos es la posibilidad que ofrece de sensibilizar a la gente, y a la clase m¨¦dica en particular, frente a la realidad negativa del dolor. Yo creo que habr¨ªa que conseguir, dado que el ser humano tiene todo el derecho a no sufrir, que se crearan centros especializados en esta lucha donde se centralizaran todos los conocimientos que existen hasta la fecha para no suprimir el dolor y donde se investigara sobre ellos. Por ¨²ltimo, creo que es imprescindible que los tratamientos contra el dolor formen parte de los estudios de medicina como una asignatura m¨¢s, para que los futuros m¨¦dicos supieran c¨®mo actuar ante ¨¦l?.
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