Alicia Urreta: la calidad po¨¦tica del piano
Centro Cultural de la Villa. Alicia Urreta, pianista. Obras de Adomi¨¢n, Falc¨®n, Garc¨ªa Abril, Gonz¨¢lez Acilu, Quintanar y Ag¨²ndez. 21 de octubre.La existencia de los Festivales de M¨²sica de Espa?a y M¨¦xico se debe a dos impulsos y dos constancias: Carlos Cruz de Castro, compositor madrile?o, y Alicia Urreta, una muy interesante personalidad mexicana, que, a sus valores de pianista y compositora, une el de promotora.
Alicia Urreta toc¨® en el Centro Cultural de la Villa un programa sumamente interesante y lleno de dificultades de todo orden: desde las muy pian¨ªsticas de Ant¨®n Garc¨ªa Abril en su juvenil y precioso Preludio y toccata (1954) hasta los nuevos y nov¨ªsimos conceptos de Quintanar y Ag¨²ndez, pasando por los Movimientos, de Acilu,
Lan Andomian, nacido en Ucrania, en 1905, se instal¨® en M¨¦xico y, desde 1957, adopt¨® la nacionalidad mexicana. Apenas conocido entre nosotros, sus Siete hojas de Termari revelan un muy considerable ?saber hacer? que en esta p¨¢gina (1967-1968) se adhiere a principios de la escuela de Viena sin que falten ocasiones de clara ra¨ªz impresionista.
H¨¦ctor Quintanar, nacido en la capital mexicana, constituye un ejemplo de polifacetismo. Tiene ahora 44 a?os y a los 32 sucedi¨® a su maestro, Carlos Ch¨¢vez, en la direcci¨®n del Taller de Composici¨®n del Conservatorio. Ha practicado las m¨¢s diversas t¨¦cnicas, incluida la electroac¨²stica, es director de orquesta y competente promotor. Su muy honda formaci¨®n se debe no s¨®lo a Ch¨¢vez, sino tambi¨¦n a Rodolfo Halffter, Blas Galindo y Jim¨¦nez Mabarak.
Alicia Urreta nos dio a conocer Sonidos, un trabajo de gran belleza, en el que se explotan las posibilidades actuales del piano (incluido el ataque directo de las cuerdas con la mano), pero no como f¨®rmula artificiosa, sino como obediencia a un pensamiento musidal de altas calidades po¨¦ticas.
En el Preludio y toccata, como en la Sonatina o las Canciones, de 1954, descubrimos todos la vena musical de Ant¨®n Garc¨ªa Abril. Escuchar hoy la primera de las obras citadas no constituye un dato hist¨®rico-biogr¨¢fico, sino la comprobaci¨®n de una validez. Precioso de ambiente el Preludio en el que Alicia se recre¨® con delectaci¨®n; potente, virtuosista, brillant¨ªsima la Toccata.
Tambi¨¦n la audici¨®n de los Tres movimientos, de Gonz¨¢lez Acilu, con sus diecisiete a?os a cuestas, nos hablan de cu¨¢n justificada era la esperanza puesta en su talento. Escritos con seguridad de ideas y realizaci¨®n, se encuadran perfectamente en las corrientes del momento, pero son mucho m¨¢s que un ejercicio sint¨¢ctico m¨²sica de aliento, casi violenta.
Los nombres m¨¢s j¨®venes del programa y las obr¨¢s m¨¢s recientes fueron el cacere?o Antonio Ag¨²ndez (1952), con Pian-dos (1968), y el canario Juan Jos¨¦ Falc¨®n, con Anank¨¦ (1976), que junto a Vibraci¨®n toc¨® Pedro Espinosa el invierno pasado. Anank¨¦, en su brevedad, explota una serie dividida, cuyas cinco notas iniciales funcionan como ostinato, desde los diversos puntos de vista con especial inflexi¨®n en las mutaciones t¨ªmbricas.
Pian-dos nos habla del ingenio de Ag¨²ndez. La pianista inicia la p¨¢gina sobre un piano normal que su colaborador (en este caso Cruz de Castro) va convirtiendo en ?piano preparado sobre la marcha? por la sucesiva introducci¨®n de objetos muy diversos.
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