Rodr¨ªguez Hu¨¦scar: "Ortega es el ¨²ltimo gran metaf¨ªsico de nuestro tiempo"
La vigencia de los valores de Ortega y Gasset como fil¨®sofo y como persona fue defendida ayer un¨¢nimemente por los profesores y fil¨®sofos Antonio Rodr¨ªguez Hu¨¦scar, Javier Muguerza, Emilio Lled¨® y Emilio Garc¨ªa G¨®mez, en el transcurso de un ciclo p¨²blico que ha organizado el centro de estudios y difusi¨®n de los derechos del hombre de la Cruz Roja sobre la figura de Ortega, con motivo de los veinticinco a?os de su muerte. La mesa redonda celebrada ayer en la sede de la Cruz Roja sobre el tema concreto ?Ortega pensador? inauguraba el ciclo ?Intelectuales espa?oles novecentistas?, que el citado centro de estudios ha programado como primeras actividades culturales del curso 1980-1981. El an¨¢lisis de la obra del autor de La rebeli¨®n de las masas se completar¨¢ hoy con otra mesa redonda sobre el tema ?Ortega, escritor y hombre p¨²blico?, en la que intervendr¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa Alfaro, Jos¨¦ Ruiz Castillo, Antonio Tovar y Francisco Umbral.
El primer ponente, Antonio Rodr¨ªguez Hu¨¦scar, analiz¨® las condiciones personales, doctrinales e hist¨®ricas por las que Ortega no ha sido comprendido o ha sido desvirtuado su pensamiento. La reacci¨®n anti-Ortega en Espa?a se debe, en primer lugar, seg¨²n Antonio Rodr¨ªguez Hu¨¦scar, a las condiciones personales que han llevado a mucha gente a la discusi¨®n t¨®pica ele la condici¨®n de Ortega como fil¨®sofo o como literato.Las condiciones hist¨®ricas, tanto espa?olas como mundiales, han incluido, seg¨²n Rodr¨ªguez Hu¨¦scar, en el sentido de que han hecho que se perdiera de alguna manera la vigencia de Ortega. ?Espa?a es un pa¨ªs sin tradici¨®n filos¨®fica, con poca receptividad en las l¨ªneas hist¨®ricas del pensamiento. Por eso, el pensamiento de Ortega, que necesitaba una compleja hermen¨¦utica, no ha prosperado, a pesar de los esfuerzos de algunos pocos, pero ha sido m¨¢s fuerte la guerra civil y el veto hist¨®rico de los cuarenta a?os. Estos factores, junto a la crisis mundial de la filosof¨ªa, han influido decisivamente en las dificultades que se han dado para instalar normalmente el pensamiento de Ortega en la mente de los espa?oles?.
A pesar de todas estas dificultades, Rodr¨ªguez Hu¨¦scar dijo que lo mejor que ten¨ªa Ortega era precisamente su futuro. ?Tengo a Ortega por el ¨²ltimo gran metaf¨ªsico de nuestro tiempo y apenas se ha comenzado a transitar por el camino abierto por ¨¦l?.
El fil¨®sofo Javier Muguerza intent¨® explicar inicialmente la significaci¨®n de la obra de Ortega mediante la evocaci¨®n del primer homenaje p¨®stumo que le rindieron justo a la semana de su muerte los fil¨®sofos de su generaci¨®n. ?Al margen de las pompas oficiales de sus funerales, unos doscientos estudiantes organizamos una manifestaci¨®n por casi todo Madrid, portando una corona de flores hasta el cementerio. Al paso, alguien confundi¨® a Ortega con un ministro de la Rep¨²blica, y grit¨®: "?Viva la Rep¨²blica!", lo cual nos hizo apretar el paso. M¨¢s tarde, ante su tumba, alguien que ley¨® unas cuartillas nos defini¨® a los presentes como una "generaci¨®n sin maestros"?.
Javier Muguerza explic¨® que su generaci¨®n tambi¨¦n fue cr¨ªtica con Ortega. ?Eramos conscientes de su liberalismo subversivo, y tambi¨¦n sab¨ªamos que los te¨®ricos del fascismo espa?ol lo utilizaban. Con Ortega lo aprendimos todo y lo seguimos aprendiendo. Con ¨¦l aprendimos a leer a los cl¨¢sicos y a los contempor¨¢neos. La Revista de Occidente fue en la anteguerra el veh¨ªculo de importaci¨®n de las corrientes m¨¢s significativas de la filosof¨ªa occidental contempor¨¢nea. Por esto, entre otras razones, tenemos con Ortega una deuda impagable. A los veinticinco a?os de su muerte sigue siendo adem¨¢s el m¨¢s ilustre profesor de filosof¨ªa?.
Para Emilio Lled¨®, una de las potencialidades de Ortega es la de convertirnos en historia. En su intervenci¨®n, tras referirse a la imagen ?abstractizada? que de Ortega se ten¨ªa hace veinticinco a?os, habl¨® del valor de Ortega como ?mirada?, como alguien que nos hab¨ªa ense?ado a ver. ?Era la suya, la de su obra, una pol¨ªtica de incitaci¨®n y una plenitud de libertad. ?Qu¨¦ ha pasado en este pa¨ªs desde aquellos a?os en los que las ¨²nicas ideas influyentes eran las m¨¢s vulgares??, se pregunt¨® Emilio Lled¨®. ?Pues que ha habido salvadores de la imagen de Ortega y otros que han intentado encontrar un sistema en Ortega, pero adem¨¢s ha existido un olvido aparente del fil¨®sofo. Se le¨ªa, pero no aparec¨ªa entre nosotros con el vigor con el que deb¨ªa estar. Hab¨ªa un esnobismo de lo ef¨ªmero. Por fin apareci¨® Ortega en la liturgia del consumo. Frente a todo esto triunf¨® la raz¨®n hist¨®rica del yo y sus circunstancias. Ortega nos dej¨® el latido real de su pensamiento, y fue eco de la realidad, por eso es historia y es filosof¨ªa, porque descubri¨® los vectores donde se asienta la realidad. Empezamos a descubrir?, termin¨® Emilio Lled¨®, ?que Ortega sigue siendo radical, real y verdaderamente contempor¨¢neo?.
Por ¨²ltimo, el profesor Emilio Garc¨ªa G¨®mez destac¨® las cualidades personales de Ortega, de quien se confes¨® ¨ªntimo amigo. ?Ortega cumpli¨® por encima de todo?, dijo Garc¨ªa G¨®mez, ?un precepto de vigilancia intelectual: el de no recibir como juicios nada m¨¢s que los que se presentaban como verdad?. Tras se?alar el poder intelectual que tuvo Ortega, su vasta cultura, el profesor Garc¨ªa G¨®mez explic¨® que el fil¨®sofo espa?ol no hab¨ªa tenido ninguna cruz, ni un cargo, ni una medalla. ?Su nombre no fue adornado por ning¨²n prefijo ni por ning¨²n sufijo honorario. Esta calidad de Ortega hombre le da una dimensi¨®n humana extraordinaria. La lecci¨®n suprema de Ortega es su ejemplaridad?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.