Ni?os de todo el mundo dibujan contra la guerra
Unicef patrocina en Madrid la exposicion "El ¨¢rbol de la vida"
El ¨¢rbol de la vida, un tema que comparten la c¨¢bala y el misticismo oriental, las mitolog¨ªas y el g¨¦nesis, el inconsciente de los hombres como un hecho casi universal de la representaci¨®n simb¨®lica, ha sido visto por los ni?os de todo el mundo en una serie de pinturas, dibujos y textos literarios recogidos por la organizaci¨®n privada sueca Radda Barnen (Salvemos a los Ni?os), con motivo del A?o Internacional del Ni?o. Ahora, y en colaboraci¨®n con Unicef-Espa?a, una amplia selecci¨®n de estos dibujos se expone, desde el pasado lunes, en la Fundaci¨®n General Mediterr¨¢nea, de Madrid.
?Dimos flores al soldado que volv¨ªa de la guerra?, escribe un ni?o vietnamita, hace seis o siete a?os, debajo de un impresionante dibujo. Y ese dimos, nada literario -significa que hay ni?os que est¨¢n viviendo la guerra en vivo, es simple narraci¨®n-, tan descriptivo como el propio dibujo, tan poco metaf¨ªsico, es, seguramente, uno de los m¨¢s feroces alegatos contra la guerra.Contrasta en cambio con los ?no queremos m¨¢s pap¨¢s muertos, stop a la guerra?, de una ni?a sueca, o el de su compatriota de nueve a?os, que dice: ?Todos los habitantes de la tierra deber¨ªan tirar las armas al agua y pedirse perd¨®n unos a otros?. Y es que hablar del ¨¢rbol de la vida, muchas veces, es hablar de la fuente de la muerte. Y en los siete a?os en que estos dibujos y textos fueron recogidos, pr¨¢cticamente en la d¨¦cada de los setenta, hab¨ªa varias guerras en distintas zonas del mundo. Las mismas u otras que ahora: ni?os africanos, libaneses, latinoamericanos, espa?oles, israel¨ªes, norteamericanos, indios, japoneses. rusos, chinos. De todas las culturas, de todos los sistemas, de todos los niveles de desarrollo. Lo m¨¢s curioso del resultado del trabajo de Silvia Lindstrom, la presidenta de Radda Barnen, es, precisamente, la extra?a comuni¨®n en la diferencia. Los ni?os expresan sentimientos comunes, Parecidos, pero expresan tambi¨¦n la experiencia de su mundo, de su cultura, de su religi¨®n, de la situaci¨®n de su pa¨ªs. Y lo expresan con una serie de clich¨¦s culturales, mas evidentes en su caso porque aparecen con toda la inocencia de las creencias y casi ninguna de las coartadas que la cultura misma ofrece a sus usuarios. Por ejemplo, un muchacho indio, en un cuadro en que el ¨¢rbol sirve de cobijo a los tres budas, reflexiona sobre la vida como parte de la vida.
Unos chicos japoneses plasman toda la tradici¨®n pict¨®rica en dos cuadros: uno representa un almendro florido y un bamb¨², inconfundible mente japon¨¦s. Marc Chagall est¨¢ presente en el ¨¢rbol de la vida pintado por un ni?o israel¨ª: las figuras giran dormidas en las hojas y ramas, o esas otras, comprimidas en el tronco. Picasso, por un lado, y la iconograf¨ªa cat¨®lica, por otro, son evidentes como influencia en la representaci¨®n espa?ola,
Por fin, la utop¨ªa tambi¨¦n est¨¢ presente. Esas casas con h¨¦lices de unos ni?os suizos, esos parajes donde el ¨¢rbol de la vida se hace selva, esos sue?os de ?aire, alimentos, tierra y amor? de una ni?a libanesa, esos trabajos de mariposas y plantas, son una salida. Los ni?os reflejan la realidad y tambi¨¦n la sue?an.
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