El elefante que pari¨® un rat¨®n

El despliegue oficial que el pasado s¨¢bado hicieron el vicepresidente segundo del Gobierno y los ministros de Econom¨ªa y Obras P¨²blicas para presentar el Programa 1981-1983 de Construcci¨®n de Viviendas recuerda irremediablemente la f¨¢bula del elefante que pari¨® un rat¨®n. Tras cuatro a?os de casi absoluto abandono de los sucesivos Gobiernos y ministros del ramo; tras la ca¨ªda permanente por el tobog¨¢n de la crisis del sector de la construcci¨®n; tras el ingenuo Plan de la Vivienda de Lozano Vicente, y despu¨¦s de varios meses de expectaci¨®n ante lo que pod¨ªa, y deb¨ªa ser, un programa de construcci¨®n que respondiese a las exigencias de la realidad, se ha alumbrado un plan modesto y ortop¨¦dico, que, incluso si llega a cumplirse, no satisfar¨¢ ni las necesidades de la demanda ni las esperanzas de los promotores-constructores, y dejar¨¢ adem¨¢s descontentos a los bancos y a las cajas de ahorro.Un programa semejante a ¨¦ste fue elaborado hace meses por la CEOE, y encontr¨® la aceptaci¨®n inicial de los bancos. Pero tropez¨® con Abril Martorell, que lo tach¨® de subvenci¨®n encubierta y de distorsionador de la transparencia del mercado. Pero como la reducci¨®n de costes en la construcci¨®n resulta tarea imposible en las actuales circunstancias, el nuevo equipo econ¨®mico del Gobierno parece haberlo hecho suyo d¨¢ndole una dimensi¨®n y un alcance que no se corresponde, en verdad, con su significado real y sus posibilidades de resolver el problema de fondo. Bien venido sea el programa en lo que tiene de esfuerzo negociador y de t¨ªmida aportaci¨®n a un programa econ¨®mico global que empieza a concretarse, pero, sinceramente, para un viaje tan corto no hac¨ªan falta tan holgadas alforjas.

11 de noviembre