Un empresario singular
El nivel de radicalidad alcanzado por la huelga de Olarra parece guardar poca relaci¨®n con el origen del conflicto: el incumplimiento de algunos puntos menores del convenio y la sanci¨®n reglamentaria impuesta a un trabajador por una falta que fue considerada grave. Sin embargo, caracter¨ªsticas propias del empresario Luis Olarra, por una parte, y de la estructura sindical de la empresa, por otra, han ido produciendo un encadenamiento de hechos que han desembocado en la situaci¨®n actual: 48 despedidos, todo el comit¨¦ de empresa expedientado, dos querellas criminales en curso, varios huelguistas de hambre hospitalizados, amenaza de cierre definitivo de la f¨¢brica y enfrentamientos como los de ayer.Luis Olarra, antiguo aspirante a diputado en las Cortes franquistas, director general de una importante acer¨ªa a los veintiocho a?os, totalmente arruinado poco despu¨¦s, fundador en los a?os sesenta de una de las mis modernas y florecientes f¨¢bricas de aceros especiales, declarada, sin embargo, en suspensi¨®n de pagos en 1979, senador real en 1977, reelegido hace unos d¨ªas presidente de la Confederaci¨®n de Empresarios de Vizcaya, repetidamente amenazado por ETA, es, sin duda, un personaje singular. Considerado por muchos como prototipo del nuevo empresario vasco, enriquecido al calor de una audaz pol¨ªtica crediticia y exportadora en los a?os sesenta y setenta, no todos est¨¢n de acuerdo, sin embargo, en la valoraci¨®n de su rica biograf¨ªa.
As¨ª, para las centrales mayoritarias -que recientemente lanzaron un amplio comunicado consider¨¢ndole ?principal responsable de la situaci¨®n creada?-, la trayectoria de Olarra es, ante todo, la de ?un desestabilizador? que, en palabras de Txemi Cantera, de la ejecutiva de CC OO, ?trata de imponer su liderazgo en la patronal a base de lo que ¨¦l mismo considera acciones ejemplares, neg¨¢ndose a negociar con los sindicatos y haciendo propuestas como la de huelga de pagos a la Seguridad Social, lanzada el a?o pasado?. Esta l¨ªnea dura habr¨ªa tenido ocasi¨®n de manifestarse tambi¨¦n durante la largu¨ªsima huelga del metal de 1979 -coincidente con la campa?a para las legislativas, en las que Olarra compareci¨® como candidato de Uni¨®n Foral, nombre con que se present¨® en el Pa¨ªs Vasco la coalici¨®n de Fraga- y, m¨¢s recientemente, en el cierre de la empresa, a mediados del mes pasado, apenas iniciadas por los trabajadores las primeras acciones reivindicativas por los motivos antes se?alados.
La posterior ocupaci¨®n de las oficinas de la empresa, donde fue retenido medio centenar de empleados, entre los que se encontraban dos hijas de Olarra, y la reacci¨®n de ¨¦ste, amenazando con cerrar la f¨¢brica y dejar en la calle a m¨¢s de 2.000 obreros, puso las bases para la radicalizaci¨®n actual.
Una huelga dura
El otro factor que contribuye a otorgar caracter¨ªsticas singulares a la huelga de Olarra es la composici¨®n del comit¨¦ de empresa, en el que es mayoritaria la corriente radical de CC OO, cuya referencia pol¨ªtica es el Movimiento Comunista de Euskadi (EMK). Enfrentada desde hace tiempo a la direcci¨®n oficial del sindicato. esta corriente es partidaria de una l¨ªnea de luchas ejemplares como v¨ªa para relanzar el movimiento sindical y oponerse a los planes de reestructuraci¨®n en curso en los principales sectores. La tendencia a sacar la movilizaci¨®n del marco estricto de la empresa y a la extensi¨®n de la solidaridad a otras empresas, en la l¨ªnea marcada por la huelga de Nervacero, parece ser un rasgo decisivo de ese tipo de orientaci¨®n sindical.
Ante esta situaci¨®n, y dada su valoraci¨®n de que Olarra pretend¨ªa hacer de esta huelga un examen aplicable a otros conflictos futuros, las centrales mayoritarias (CC OO, UGT y ELA-STV) intentaron desde el primer momento retomar la iniciativa negociadora, que plantearon a nivel ,de direcciones sindicales, es decir, pasan, do por encima del comit¨¦ de empresa. La resistencia de este ¨²ltimo a tal planteamiento ha impedido hasta el momento un desbloqueo de la situaci¨®n. Para intentar romperlo, ayer mismo, y en condiciones que cabr¨ªa calificar de clandestinas, representantes de las tres centrales se entrevistaban a primera hora de la tarde con el propio Luis Olarra en un c¨¦ntrico local de la capital vizca¨ªna.
As¨ª las cosas, el escaso eco alcanzado por el llamamiento de los trabajadores de Olarra a realizar ayer dos horas de paro en todas las empresas de Vizcaya parece ilustrar las dificultades de generalizaci¨®n de la movilizaci¨®n cuando no se cuenta con el apoyo de las centrales mayoritarias. Pero ¨¦stas no pueden permanecer simplemente a la expectativa cuando est¨¢n en peligro 2.000 puestos de trabajo. De ah¨ª las dificultades para concretar una negociaci¨®n aceptable a la vez para la empresa, las centrales y el comit¨¦ de empresa, y de ah¨ª tambi¨¦n la prolongaci¨®n anormal del conflicto y su creciente radicalidad.
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