Un pa¨ªs que no se siente aislado, pero s¨ª rodeado de enemigos
Nuestros interlocutores albanos no creen que Albania est¨¦ aislada. Afirman que hay relaciones a nivel diplom¨¢tico comercial con un centenar de naciones, de las que excluyen a EE UU por lo que ha sido siempre; a la URSS y China, por lo que han devenido; a Inglaterra, porque no devuelve el oro alban¨¦s que se llev¨® el rey Zog al ser derrocado, alegando que Albania debe compensarles por la p¨¦rdida de unos buques brit¨¢nicos al chocar con unas minas frente a las costas de este pa¨ªs. (??C¨®mo iban a ser nuestras las minas? No ten¨ªamos ni idea de c¨®mo se fabricaban, ni los medios para hacerlo?), y con Alemania Occidental, porque no les ha dado ninguna indemnizaci¨®n por los da?os causados por los nazis durante la guerra; con Espa?a, tampoco, ?porque es el franquismo sin Franco?; con Chile, tras Pinochet, imposible... Con Argentina, s¨ª.-?Argentina? ?No es una dictadura igual que la de Chile?
-De ninguna manera. No ha sido condenada p¨²blicamente por las Naciones Unidas como el pa¨ªs andino. (Un buen conocedor del pa¨ªs me susurra al o¨ªdo: ?Hay 100.000 albaneses en Argentina, y es el ¨²nico punto de observaci¨®n que les queda en el Cono Sur?). Israel, no; pa¨ªses ¨¢rabes, s¨ª, con excepci¨®n del reaccionario r¨¦gimen saud¨ª.
El pa¨ªs est¨¢ seguro de tener miles de enemigos y est¨¢ preparado para hacerles frente; cuenta con bunker f¨ªsicos y los bunker morales creados por los medios de comunicaci¨®n, que aqu¨ª se ampl¨ªan en los cartelones de propaganda que en cualquier calle, parque, edificio y carretera proclaman las virtudes del partido y atacan al adversario interior y exterior. Es posible que lo crean de verdad; incluso -me dicen-, que fuerzas tan dispares como EE UU y la URSS se pongan de acuerdo para invadir Albania.
Es posible tambi¨¦n que se trate s¨®lo de utilizar el peligro exterior para mantener tenso al pueblo y refractario a abrirse -turismo, excursiones- a un mundo tan hostil como el que les rodea; tal lo imagin¨® Orwell en 1984. Aunque lo curioso es que en este caso la dureza del bunker no corresponde al talante de la poblaci¨®n. Aparte del fusil al hombro de alg¨²n campesino, no hemos encontrado en quince d¨ªas de recorrer las carreteras y aldeas albanesas el menor ambiente de vigilancia. Ni una sola vez han detenido al autocar para pedimos la documentaci¨®n, y los coches de polic¨ªa encontrados en el camino parec¨ªan m¨¢s aficionados a cambiar impresiones con los campesinos que a estudiarnos.
Unas calles donde alg¨²n humorista ha pintado en el pavimento un paso de peatones, y le llamo humorista porque por all¨ª casi es el ¨²nico sitio por donde no circulan quienes son absolutos due?os de la plaza, atraves¨¢ndola en diagonal o reuni¨¦ndose a charlar en medio del arroyo. Cuando llega un coche, toca el claxon; el transe¨²nte se vuelve, lo mira con aire entre asombrado y despectivo y se separa un poco sin precipitarse demasiado.
La misma escena ocurre en las carreteras albanesas, donde el centro de la calzada es el lugar normal de paseo y aun de sentarse, a veces en cuclillas, una costumbre probablemente dejada por los turcos.
La inmensa mayor¨ªa de veh¨ªculos que circulan son autobuses, camiones o tractores, y en un viaje de dos horas pueden verse unos ocho o diez turismos. En las ciudades, especialmente en la capital, Tirana, existen algunos m¨¢s, que sirven para servicios del partido o del Gobierno; generalmente van dentro tres o cuatro muchachos de aire decidido. Pueden ser Fiat, Skoda, checoslovacos, y alg¨²n Mercedes.
La gente se desplaza por la ciudad en autobuses, y entre pueblo y pueblo utilizan la bicicleta, el asno o cualquier cami¨®n que pase, que recoge gustosamente a los que pidan; o sencillamente, camina.
Lo normal en el campo es ver a una mujer trabajando, pero tambi¨¦n lo es verla en la f¨¢brica, no s¨®lo como obrera, sino, a veces, como directora. Si el hombre alban¨¦s ha dado un salto desde el pastor inculto al educado m¨¦dico o ingeniero, el de la mujer la sido ya el triple salto sin red. Hace s¨®lo treinta a?os la inmensa mayor¨ªa de las mujeres eran analfabetas y la mitad llevaban velo cubri¨¦ndoles media cara. Hoy mantienen a menudo el bello traje regional, pero est¨¢n en cualquier puesto ejecutivo.
-?Vamos a ver el Museo de Bellas Artes?
-Querido amigo, yo creo en la realidad del socialismo, pero odio el realismo socialista. Me imagino que ser¨¢ como en Mosc¨², como en Sofia, como en Bucarest.
Hoxa, alto, guapo, elegante
Lo es. J¨®venes nobles, bellos, atl¨¦ticos, los comunistas; sucios, bajos, viles, repelentes, los alemanes, los italianos, los reaccionarios, los curas... En uno de los cuadros hay un oficial de las SS derribado en la calle junto a un portal, y frente a ¨¦l se yergue el joven guerrillero comunista que le acaba de vencer y que le mira entre despectivo y compasivo.
En otros cuadros se ve a Hoxa guapo, alto, elegante (la verdad es que es guapo, alto, elegante) ofreciendo la primera finca de la reforma agraria a un campesino emocionado que no puede creer lo que le pasa. Todos los cuadros son esquem¨¢ticos, de buenos y de malos, para que el pueblo los comprenda. Lo mismo pasa en la literatura, en el teatro.
Y, sobre todo, han de ser obras optimistas, alegres... ??Ha le¨ªdo usted a Dostoievski??, me pregunta un m¨¦dico alban¨¦s. ?No hay que leerle nunca. Es un peligro para la sociedad futura?.
De la experiencia ajena, Albania ha aprendido el peligro de las macrociudades, con sus problemas sociales y contaminantes, y ha tomado, como siempre, soluciones dr¨¢sticas, sin importarle las consecuencias humanas. Todas las facilidades para ir a vivir al campo desde la ciudad; todos los inconvenientes, mejor prohibici¨®n absoluta, de ir a residir a Tirana por parte de los campesinos.
Las tiendas est¨¢n bien surtidas y, como dije, no hay una sola cola para adquirir productos normales. La ropa es muy variada, mucho m¨¢s en dibujo y color que la que puede encontrarse en la URSS, por ejemplo, y adem¨¢s est¨¢n maravillosamente atrasados: el algod¨®n es todav¨ªa puro, sin fibras sint¨¦ticas.
Un mundo feliz
Gente, gente, gente... con el buen tiempo toda Albania est¨¢ en la calle.... habla, discute, camina arriba y abajo. ?Qu¨¦ hace esta gente? ?Qu¨¦ siente esta gente? Por encima de ellos, al lado de ellos, est¨¢n los esl¨®ganes del Gobierno del partido anim¨¢ndoles en su camino.
?En los pa¨ªses capitalistas, asombrados de los resultados de nuestras elecciones, se hacen la siguiente pregunta: ?hay en Albania alguien que no quiera al r¨¦gimen que est¨¢ en el poder? Juzgando seg¨²n los puntos de vista burgueses, no pueden concebir que la inmensa mayor¨ªa de nuestro pueblo est¨¦ ligado a su Estado de dictadura del proletariado, que es el m¨¢s dem¨®crata y m¨¢s progresista que pueda existir en el mundo?. (Enver Hoxa: Albania va hacia adelante, segura e intr¨¦pida. Tirana, 1978, p¨¢gina 51.)
?Cu¨¢nto hay de cierto y cu¨¢nto de deseo de que as¨ª sea en la Albania de hoy? ?Ese ?mundo feliz? ha llegado conscientemente a la felicidad o est¨¢ ? programado? para ello como en el que describiera Aldous Huxley? Hoy dir¨ªa que es cierto y aut¨¦ntico. Ma?ana, no lo s¨¦, porque en todos los ejemplos que he visto en mi vida, cada intento puro y noble de crear una sociedad nueva ha ido deterior¨¢ndose a medida que las sirenas del consumo, de la vanidad, de la envidia, han ido entrando en quienes,la formaban.
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