Morir matando
El cine, como Saturno, devora a sus propios mitos en lo mejor de la vida, cuando en la cima de su carrera art¨ªstica parecen a punto de sumar la experiencia a ese impulso inicial que les llev¨® al fervor del p¨²blico. Los devora y mantiene en vida, m¨¢s all¨¢ de su imagen y su voz, en un cruel artificio que, mostr¨¢ndolos en pie, juega a imitar su sombra en aventuras repetidas.Aqu¨ª tenemos a Steve McQueen vivo y muerto a la vez, protagonista de s¨ª mismo, de su propia muerte, ofrecido como profeta de su final previsto, por razones m¨¢s comerciales que art¨ªsticas. Los actores muertos, como los escritores, venden m¨¢s y no es cosa de desde?ar cualquier enfermedad, sobre todo si se adivina el desenlace.
Cazador a sueldo
Director: Buzz Kulik. Gui¨®n: Ted Leighton y Peter Hyams. M¨²sica: Michel Legrand. Int¨¦rpretes: Steve McQueen, Eli Wallach, Kathryn Harrold, Le var Burton, Ben Jonson. Aventura. EE UU, 1980. Local de estreno: Avenida.
Lo ¨²nico que resulta diferente en esta ocasi¨®n es que el protagonista, mientras interpretaba su papel, pensaba que esta habr¨ªa de ser su postrera pel¨ªcula. Hay en ella una acumulaci¨®n no demasiado ordenada de secuencias, efectos y recursos que parecen un resumen de sus filmes m¨¢s cercanos. Desde su afici¨®n por las carreras de autom¨®viles, a su habitual oficio de cazador de forajidos, cierto aire liberal muy del agrado del p¨²blico empuja a este frustrado h¨¦roe a correr tras otros hombres no se sabe sipara capturarlos o simplemente huyendo de s¨ª mismo. Pues este nuevo Bullit, m¨¢s viejo y melanc¨®lico, tan sincero en sus relaciones con el cine como convencional en los temas que tocaba, presidiario, vaquero, piloto de f¨®rmula 1, ¨²ltimamente corr¨ªa como en un filme de Hitchcock, con la muerte a los talones. Su indiferencia ante un destino que le volvi¨® la espalda en la secuencia m¨¢s importante de su vida viene a explicar su actitud ante el Oscar que se le neg¨® como a tantos. Como sus propios h¨¦roes que el p¨²blico sol¨ªa confundir con su imagen paciente o violenta, Steve McQueen muri¨® mat¨¢ndose a s¨ª mismo. Sus enemigos seguramente vivir¨¢n m¨¢s. No as¨ª este cazador de recompensas, huido del hogar y m¨¢s tarde de un reformatorio, casado tres veces, siempre en busca de s¨ª mismo por tierra y mar, hasta venir a recalar en los dorados arrabales de Hollywood.
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