EE UU suspende su ayuda a El Salvador
El Gobierno norteamericano decidi¨® ayer suspender su ayuda militar y econ¨®mica a El Salvador. ?Noticias sobre la implicaci¨®n de fuerzas de seguridad salvadore?as en los asesinatos de cuatro religiosas norteamericanas preocupan gravemente a Estados Unidos?, dijo John Trattner, portavoz del Departamento de Estado.
Los cuatro cad¨¢veres fueron descubiertos el jueves con se?ales de haber sido sometidos a violencias sexuales y con tiros de gracia en la nuca, en un paraje cercano a la carretera que une el aeropuerto de San Salvador y la capital. El crimen se imputa a la extrema derecha salvadore?a.Los dos miembros democristianos de la Junta salvadore?a, Napole¨®n Duarte y Antonio Morales, expusieron ayer ante la Prensa extranjera su convicci¨®n de que el asesinato de las cuatro monjas norteamericanas de la orden de Maryknoll constitu¨ªa un ?crimen estrat¨¦gico? cometido, a su juicio, por la extrema derecha, aunque carec¨ªan de pruebas para demostrarlo.
Napole¨®n Duarte admiti¨® que dentro de la profunda crisis que vive el pa¨ªs -?una crisis de toda la estructura de poder?, dijo-, con la poblaci¨®n atenazada por el miedo, resulta poco menos que imposible, incluso al Gobierno, obtener informaci¨®n sobre hechos de esta naturaleza.
Neg¨® que la extrema derecha goce de impunidad ante el Gobierno que, seg¨²n dijo, ?quiere obtener el m¨¢ximo de poder?, precisamente para controlarla.
El dirigente democristiano manifest¨® que en este momento nadie puede tener seguridad al desplazarse por el pa¨ªs. De esta forma contestaba a la pregunta de c¨®mo en una zona. tan intensamente patrullada como es la carretera del aeropuerto, unos individuos no uniformados pueden detener una furgoneta, trasladar a otro veh¨ªculo a sus ocupantes y prender fuego al primer veh¨ªculo, sin que toda esta operaci¨®n sea detectada por ninguna patrulla.
El asesinato de las cuatro religiosas norteamericanas ha elevado la tensi¨®n en el pa¨ªs, tanto por su condici¨®n de religiosas, como por su ciudadan¨ªa norteamericana. Medios salvadore?os recordaban a este respecto que el asesinato del operador Bill Steward en Nicaragua fue el punto de inflexi¨®n para la ca¨ªda de Somoza. Incluso en medios oficiales salvadore?os exist¨ªa temor ante la posible reacci¨®n dela opini¨®n p¨²blica norteamericana, movilizada por una Prensa que ha dado consideraci¨®n de primera plana a la noticia.
Cr¨ªmenes estrat¨¦gicos
Napole¨®n Duarte incluy¨® este crimen en una lista de cr¨ªmenes estrat¨¦gicos de la extrema derecha que, a su juicio, arranca con el asesinato del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, y contin¨²a con el de los cinco dirigentes del Frente Democr¨¢tico Revolucionario.
Por su parte, el embajador norteamericano, Robert White, que no ocult¨® su ira ante los periodistas, manifest¨® que ?esto no iba a quedar as¨ª?, y que tratar¨ªa de llegar hasta el fondo del asunto.
Al margen de las consecuencias pol¨ªticas, este suceso ha estado rodeado de circunstancias aut¨¦nticamente macabras, algo por lo dem¨¢s cada d¨ªa m¨¢s frecuente en esta guerra sucia que vive hoy El Salvador. Para identificar los cuatro cuerpos fue precisa su exhumaci¨®n el jueves por la ma?ana, veinticuatro horas despu¨¦s de que hubieran sido enterrados por orden judicial como personas no identificadas.
Las cuatro religiosas viv¨ªan en el departamento de Chalatenango, en la casa parroquial de un pueblo llamado Zaragoza. En repetidas ocasiones hab¨ªan recibido mensajes an¨®nimos en los que se les dec¨ªa que se fueran a Cuba, por comunistas. Las cuatro trabajaban desde hace cinco a?os en El Salvador, aunque dos de ellas acababan de regresar de Estados Unidos. Las otras dos hab¨ªan ido a esperarlas el martes por la tarde al aeropuerto y las cuatro desaparecieron en el camino de regreso, a unos sesenta kil¨®metros de la capital.
Tres fot¨®grafos extranjeros que rastreaban la zona en la que apareci¨® incendiada la furgoneta de las cuatro religiosas fueron quienes descubrieron la fosa en la que el mi¨¦rcoles hab¨ªan sido enterrados sus cad¨¢veres. A las ocho de la ma?ana del jueves se hab¨ªa recibido en la oficina de la agencia UPI una llamada del arzobispado comunicando que cuatro personas blancas hab¨ªan sido encontradas muertas en la zona de San Francisco Hacienda, a unos sesenta kil¨®metros de la capital en direcci¨®n al aeropuerto, muy cerca del lugar en el que estaba la furgoneta incendiada, y podr¨ªa tratarse de las cuatro religiosas.
Despu¨¦s de preguntar a un sinn¨²mero de personas, una patrulla militar confirm¨® efectivamente la informaci¨®n y un ganadero de la zona les manifest¨® que era ¨¦l quien hab¨ªa encontrado los cuerpos y que una patrulla militar le hab¨ªa ordenado enterrarlos. El juez de Santiago Nonualco, a cuya jurisdicci¨®n pertenece la zona, no dio importancia al hecho de que las cuatro mujeres fueran rubias, en una zona de poblaci¨®n mestiza. Orden¨® su entierro porque carec¨ªan de documentos y por tanto no era posible su identificaci¨®n. Ese mismo d¨ªa hab¨ªan aparecido en su zona sesenta cad¨¢veres y dijo que no era posible ir identific¨¢ndolos uno por uno.
Conducidos por el ganadero, los tres reporteros gr¨¢ficos llegaron hasta un campo abierto, donde pod¨ªa verse una cruz de madera colocada sobre un mont¨®n de tierra recientemente removida. Poco despu¨¦s llegaba al mismo lugar el embajador norteamericano, Robert White. Toda la comitiva se dirigi¨® hacia la supuesta tumba. Nada m¨¢s remover superficialmente la tierra surgi¨® un brazo. El embajador orden¨® entonces a una patrulla militar que se trasladase a Santiago Nonualco para pedir al juez autorizaci¨®n para exhumar los cuerpos.
Uno tras otro fueron extra¨ªdos los cuerpos de las cuatro religiosas, todos ellos con la cara destrozada -hab¨ªan recibido un tiro de gracia en la nuca, que les sali¨® por la cara- y se?ales inequ¨ªvocas de violencia sexual. Roberto White se preguntaba indignado por qu¨¦ no se le hab¨ªa comunicado el descubrimiento de los cuatro cuerpos cuando ¨¦l hab¨ªa movilizado el mismo martes a todo el aparato de Gobierno para recabar informaci¨®n.
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