Esperanzas y temores de un nuevo rector
La universidad espa?ola necesita una ley marco, m¨¢s dinero y mejor organizaci¨®n interna.Lo primero quiz¨¢ lo logremos con la ley de Autonom¨ªa Universitaria. Digo quiz¨¢ porque el tema est¨¢ en el Parlamento y habr¨¢ que esperar su decisi¨®n final. El proyecto de ley enviado a las Cortes por el Gobierno resultaba inaceptable para muchos. Por fortuna, el texto empez¨® a mejorar en el Congreso de los Diputados y hoy cabr¨ªa abrigar serias esperanzas si no fuera porque el sector m¨¢s conservador de UCD parece negarse a aceptar variaciones esenciales del texto inicial, incluso las ya admitidas por los ponentes de los distintos grupos parlamentarios.
Como rector electo de la primera universidad del pa¨ªs -primera por el n¨²mero de alumnos-, quisiera pedir a mis colegas parlamentarios que hicieran lo imposible por llegar en este tema al m¨¢ximo denominador com¨²n. Si no fuera as¨ª y si el sector antes citado se empecinara en sus posiciones ocurrir¨ªan probablemente estas tres cosas: una crisis interna de UCD, una dificil¨ªsima aprobaci¨®n de la LAU en las Cortes y un rechazo de la ley por la mayor¨ªa de la comunidad universitaria y muy especialmente por los estudiantes. La LAU se acatar¨ªa, ya que el Parlamento es soberano, pero no se aplicaria. La universidad no s¨®lo no mejorar¨ªa, sino que volver¨ªa a los tiempos de la dictadura.
Ambos puntos -ley de autonom¨ªa adecuada y mayores presupuestos- son, claro est¨¢, condiciones necesarias, pero no suficientes. En efecto, la propia universidad tiene que organizarse mejor. Mucho mejor, me atrever¨ªa a decir, sin dejar por ello de reconocer los denodados esfuerzos en estos a?os pasados de muchas personas. Resumir todo lo que se deber¨ªa hacer resulta casi imposible. Ofrecer una doble v¨ªa de acceso al profesorado -cuerpo de catedr¨¢ticos y adjuntos o contrataci¨®n con iguales deberes y derechos que los anteriores para iguales responsabilidades-, perspectivas razonables de permanencia en una misma universidad, aclaraci¨®n de lo que es y exige cada tipo de dedicaci¨®n, investigaci¨®n como acompa?amiento indispensable de la ense?anza superior y mejor remuneraci¨®n son, entre otros muchos, algunos de los temas que ata?en al personal docente. Potenciar y democratizar el departamento, otorgarle autonom¨ªa para su funcionamiento, asignarle el control de la docencia y de la investigaci¨®n, fijarle unas normas flexibles pero obligatorias para todos -que incluyan, por ejemplo, alguna participaci¨®n de los estudiantes y la designaci¨®n del director por elecci¨®n entre cualquier profesor permanente- son aspectos que hoy nos parecen dif¨ªciles y que, sin embargo, est¨¢n a la orden del d¨ªa en bastantes universidades de todo el mundo.
Informar al estudiante, impulsarle a que intervenga en el autogobierno de la universidad, facilitarle no s¨®lo el estudio, sino todo tipo de actividades culturales, pol¨ªticas, deportivas o de cualquier ¨ªndole, siempre que sean pac¨ªficas y constitucionales, acompa?ar todo ello de mayores exigencias en el rendimiento, explicar a los interesados que el pa¨ªs en su conjunto -lo que quiere decir, a pesar de la reforma fiscal, fundamentalmente la clase trabajadora- paga el 80% del costo de sus estudios, son, con algunos otros, los puntos m¨¢s importantes que conciernen al estamento es-
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tudiantil. Estamento este, claro es, que constituye el objetivo final de la universidad y su raz¨®n de ser, por m¨¢s que sus componentes sean los que s¨®lo pasan por la universidad (hoy, muchos, m¨¢s que pasar por ella, pasan de ella) mientras los dem¨¢s estamentos son permanentes.
Tener un personal de administraci¨®n y servicios -que en el caso de la Complutense suponen varios miles de funcionarios y contratados- que no est¨¦ infrapagado, descontento, sin incentivos suficientes y a veces incluso sin representantes parece otra condici¨®n sine qua non para alcanzar cotas m¨ªnimas de eficacia.
Como puede verse, la tarea es enorme. De los tres aspectos se?alados, dos dependen del Parlamento, es decir, de la sociedad entera. El tercero, sin embargo, incumbe a los propios universitarios. El a?o de gracia de 1981 puede ser decisivo para la universidad espa?ola. Por grande que -sea el escepticismo, como consecuencia del bajo nivel general, todav¨ªa no se ha perdido del todo la ilusi¨®n. Prueba de ello es el apoyo que ha conseguido una candidatura al rectorado como la m¨ªa, que enarbolaba como bandera fundamental la promesa de cambio. Al lado de much¨ªsimos objetivos, que s¨®lo el tiempo dir¨¢ si somos capaces de ir consiguiendo, es obvio que acrecentar esa ilusi¨®n requiere un llamamiento a todos los miembros sin excepci¨®n de la Universidad Complutense. Tambi¨¦n que desde el primer momento se proceda con claridad.
Con ese af¨¢n por la claridad y a la espera de poder demostrar con hechos la eficacia, cuando tome posesi¨®n del rectorado de la Universidad Complutense, me gustar¨ªa hacer dos promesas: primero, tras justificar al m¨¢ximo la buena administraci¨®n de los recursos econ¨®micos que tendr¨¢ la UCM en 1981, medir¨ªa al extremo las necesidades presupuestarias m¨ªnimas para 1982 y lanzar¨ªa una campa?a, conjuntamente con las dem¨¢s universidades espa?olas, para conseguir las oportunas dotaciones. Si, agotadas todas las v¨ªas, se siguiera estando, como sospecho que estamos actualmente, bajo m¨ªnimos, sugerir¨ªa a mis colegas rectores medidas extremas para protestar por ese hecho bien peculiar de que un pa¨ªs no quiera dar a su universidad unos medios, no mayores de lo que corresponden a su nivel de desarrollo, pero tampoco, como ocurre ahora, mucho menores. (En teor¨ªa, eses recursos los podr¨ªa aumentar, el Senado, donde empieza esta semana el debate presupuestario y no faltar¨¢ mi voz, junto a la de mis compa?eros, para intentarlo, pero, salvo un milagro, las cifras no van a aumentar.)
Segundo: si la ley de Autonom¨ªa Universitaria resultara, por desgracia, inaceptable para la mayor¨ªa de los miembros que componen la Universidad Complutense, huelga decir que no seguir¨ªa de rector ni un solo d¨ªa m¨¢s.
Espero, con todo, mejores horizontes. El pasado 3 de diciembre, bastantes personas hicimos una primera apuesta en condiciones dif¨ªciles y la ganamos. ?Por qu¨¦ no confiar en el futuro? ?Tan dif¨ªcil ser¨ªa que entre todos, universitarios y ciudadanos, logr¨¢ramos una universidad a la altura de los tiempos? ?O es que acaso cabe pensar ni remotamente en una Espa?a mejor sin una universidad mejor?
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