Reforma de la Administraci¨®n p¨²blica.
En los ¨²ltimos tiempos estamos asistiendo a un proceso continuo de cr¨ªtica hacia la Administraci¨®n espa?ola. Esta cr¨ªtica no es ¨²nica y aislada, sino que parte de todos los estamentos de la vida social, tales como la Prensa, los empresarios y fundamentalmente de los que sufren cotidianamente esa ineficacia burocr¨¢tica: los ciudadanos en general.La necesidad de reformar la Administraci¨®n p¨²blica est¨¢ en el ¨¢nimo de todos los administrados y para comprobarlo s¨®lo hay que atender a las continuas referencias que sobre este tema se expusieron en los debates parlamentarios de la moci¨®n de censura y el voto de confianza. Tanto el partido pol¨ªtico en el Gobierno, UCD, como el PSOE, el PCE y los partidos nacionalistas coincidieron en afirmar que la Administraci¨®n espa?ola es ineficaz , improductiva e inadecuada a los servicios que la sociedad espa?ola actual demanda. Sin embargo, ninguno ha presentado un plan, programa o esquema de lo que deber¨ªa ser una Administraci¨®n eficaz, racional y democr¨¢tica.
No cabe la menor duda que cualquier planteamiento de reforma administrativa deber¨ªa ser global, y no dirigido, como se ha venido haciendo hasta ahora, a modificar aspectos parciales del aparato admin istrativo. La, necesidad de una reforma amplia viene determinada por el papel que la Administraci¨®n ha desempe?ado durante el franquismo y que todav¨ªa dista mucho de las exigencias actuales.
En modo alguno vamos a anaflzar aqu¨ª las disfuncionalidades que se presentan en la Administraci¨®n espa?ola; pero s¨ª es conveniente recordar que la estructura administrativa actual se consolid¨® y fundamentalmente,se desarroll¨® como ¨®rgano de apoyo al Pasado r¨¦gimen franquista. La burocracia administrativa durante este per¨ªodo estaba dirigida fundamental mente y en primer lugar a servir de apoyo a la clase gobernante, defendiendo tanto sus intereses econ¨®micos como pol¨ªticos; en segundo lugar, a crear un n¨²cleo ideol¨®gicamente id¨®neo y t¨¦cnica mente aceptable del que se pudiera reclutar la elite pol¨ªtica de servicio; y, por ¨²ltimo, servir al entramado intervencionista para que pudiera garantizar el control sobre los diferentes sectores sociales.
Prebendas del franquismo
Por otra parte es innecesario profundizar en cu¨¢les eran los beneficios derivados del servicio prestado por numerosos funcionarios. Es ampliamente conocido el papel que han jugado los altos cargos de la Administraci¨®n en la sociedad espa?ola. No obstante, se puede mencionar como recordatorio que las prebendas obtenidas por su servicio al franquismo son fundamental mente dos. Por una parte, les permiti¨® acceder a los privilegios econ¨®micos que el sistema ofrec¨ªa. Pos otra, les facilit¨® un amplio poder administrativo basado fundamentalmente en el reparto de parcelas de poder, atendiendo al cuerpo administrativo de procedencia. En definitiva, con todo ello se consigui¨® un modelo perfecto de Administraci¨®n p¨²blica intervencionista y corporativa.
Pese a esta situaci¨®n parece evidenciarse que despu¨¦s de cuatro a?os de per¨ªodo democr¨¢tico no s¨®lo no se han establecido las bases de la tan esperada reforma administrativa, sino que por el contrario se ha mantenido la instrumentalizaci¨®n de la Administraci¨®n en favor de intereses pol¨ªticos espec¨ªficos.
Los p¨¢rrafoss anteriores ponen de manifiesto a urgencia de esta blecer unas bases m¨ªnimas para la necesitada reforma administrativa. Hasta ahora, el debate p¨²blico se ha centrado casi exclusivamente en aspectos tecnocr¨¢ticos y no por ello desde?ables, tales como el abultado presupuesto de gastos corrientes que derrocha el sector p¨²blico o la reducida productividad de los funcionarios. Sin embargo, ambas manifestaciones. no son sino la consecuencia l¨®gica de una Administiaci¨®n socialmente condicionada mal estructurada. Por tanto, cualquier programa que pretenda reformar nuestra Administraci¨®n deber¨ªa contemplar los aspectos esenciales de la misma; aspectos que desde una perspectiva global podrianser los que se mencionan a continuaci¨®n.
Primero. Disminuci¨®n de la influencia pol¨ªtica en el aparato administrativo. Para ello se tendr¨ªa que acabar con la creciente instrumentalizaci¨®n por parte, no ya de un partido, sino incluso de tendencias dentro del mismo partido. De esta forma al mertos se ver¨ªa cierta continuidad en la labor de la Administraci¨®n, al no ser interrrumpida por la continuasustituci¨®n de los altos cargos en funci¨®n de la amistad, la ideolog¨ªa o incluso familia pol¨ªtica.
Esto no quiere decir que los funcionarios y su actividad no deban adecuarse a los objetivos dise?ados por el Gobierno. Todo lo contrario, se acepta con generalidad que la actuaci¨®n administrativa tiene que ajustarse al programa pol¨ªtico del partido gobernante, pero sin que ello suponga la subordinaci¨®n manifiesta del aparato de Estado a los intereses partidistas.
Carrera administrativa
Segundo. Definici¨®n de las funciones de los trabajadores de la Administraci¨®n. La continua p¨¦rdida de funciones a que se ven sometidos los funcionarios en favor de un grupo de personas extra?as a la funci¨®n p¨²blica, pero merecedoras de la confianza pol¨ªtica de los altos cargos de la Administraci¨®n, es una de las causas principales del desaliento y baja productividad del funcionario. Esta situaci¨®n podr¨ªa aceptarse si s¨®lo el ministro se asesorara por un reducido grupo de personas afines pol¨ªtica o t¨¦cnicamente. Pero en una Administraci¨®n como la nuestra, en la que subsecretarios, directores, generales, e incluso asesores son asesorados por personal de fuera de la Administraci¨®n, la eficacia no puede ser la norma directriz; ni la austeridad tampoco. Otro juicio merecer¨ªa el que personal de fuera de la Administraci¨®n dedicara temporalmente su experiencia a aquellos temas que sean, por sus especiales caracter¨ªsticas t¨¦cnicas o cient¨ªficas, inabordables por los trabajadores p¨²blicos. En este caso, la labor de los funcionarios no ser¨ªa ni duplicada ni alulada, sino, por el contrario, se ver¨ªa mejorada.
Eliminaci¨®n de los cuerpos de elite de la Administraci¨®n
Al hilo de estos argumentos es necesario plantear la problem¨¢tica del personal contratado en la Administraci¨®n.Parece, evidente quel la soluci¨®n de los problemas que tiene planteado este colectivo, muy importante, por otra parte, para el adecuado funcionamiento de la Administraci¨®n, pasa por analizarlos dentro del contexto de una pol¨ªtica general de personal. Independientemente de este hecho, se deber¨ªa asignar a este grupo la condici¨®n de trabajadores laborales y, por tanto, sujetos a las normas vigentes en el campo laboral privado. Claro est¨¢ que esta condici¨®n se deber¨ªa adquirir siempre y cuando la contrataci¨®n se realizase bajo los principios de publicidad del puesto, objetividad en la selecci¨®n y nec esidad de personal.
Tercero. Eliminaci¨®n de los poderes corporativos. Esta pretenson, casi ut¨®pica,por otra parte, en niaestra actual Administraci¨®n p¨²blica, introducir¨ªa pautas de racionalidad en el funcionamiento del aparato administrativo. Mientras que algunas funciones del Estado sean aignadas en exclusiva a los cuerpos superiores de la Administraci¨®n, dif¨ªcilmente podr¨¢n subsanarse muchas de Ias causas que determinan la baja productividad e ineficacia de los servicios p¨²blicos. Lo dram¨¢tico, no es solamente que la actividad y funcionamiento de un ministro vengan adecu¨¢ndose desde tiempo atr¨¢s a las pretensiones de los altos cuerpos de dicho departamento, sino que los pretensiones dicho departamen o, sino que, los propio objetivos del Gobierno puedan ser alterados por las presiones de esos todopoderosos grupos.
Es necesario resaltar, por otra parte, que los, mencionados cuerpos no responden a opciones ideol¨®gicas determinadas, sino a intereses de grupo. Este aspecto es importante resaltarlo por cuanto que los cuerpos superiores de la Administraci¨®n, aun estando integrados por personas ideol¨®gicamente dispares, su actuaci¨®n corporativa es uniforme, independientemente de la ideolog¨ªa de sus componentes, con lo que una posible alternativa pol¨ªtica en los Gobiernos no escapar¨ªa al ejercicio de presi¨®n de los funcionarios agrupados en cuerpos.
Cuarto. Adecuaci¨®n del aparato administrativo a las normas de eficacia, objetividad y productividad exigibles a un servicio p¨²blico. Dentro del aparato administrativo son varios los aspectos que permitir¨ªan su clarificaci¨®n. En primer lugar, y considerando que el sistema de oposiciones no es el m¨¢s id¨®neo para la selecci¨®n de personal, habr¨ªa que, racionalizar el sis tema de acceso a la funci¨®n p¨²blica para adecuarlo a las funciones a desempe?ar. Segundo, ser¨ªa deseable que todos los puestos de trabajo se cubrireran en raz¨®n de la titulaci¨®n acad¨¦mica y m¨¦ritos de cada funcionario, y no en funci¨®n del cuerpo de procedencia. En tercer lugar, ser¨ªa necesario establecer y garantizar una verdadera carrera administrativa que valore la dedicaci¨®n y aspectos objetivos, reduciendo al m¨¢ximo los puestos pol¨ªticos. Cuarto, en aras, a la transparencia que debe imperar en todo aparato p¨²blico ser¨ªa muy conveniente establecer la simplicidad, publicidad y rigurosa justificaci¨®n de la tabla de retribuciones de los funcionarios p¨²blicos, evitando cualquier tipo de discriminaci¨®n por raz¨®n de pertenencia a un cuerpo, organismo o puesto de trabajo concreto, siempre y cuando se desempe?e una funci¨®n an¨¢loga. Por ¨²ltimo, y ajust¨¢ndose al man dato de la Constituci¨®n, habr¨ªa que hacer efectivo un sistema riguroso de incompatibilidades, al tiempo que se efectuar¨¢ publicidad de los puestos p¨²blicos ocupados en raz¨®n del cargo administrativo.
Es probable que ajustando nuestra Administraci¨®n a los requisitos aqu¨ª expuestos, las denuncias sobre pluriempleo y absentismo de los funcionarios y/o las cr¨ªticas sobre abuso de poder y corruptelas administrativas, tender¨ªan a desaparecer; y lo que es m¨¢s importante a¨²n, impedir¨ªa que los males presentes en la actual Administraci¨®n p¨²blica se reprodujeran en las administraciones auton¨®micas en trance de formaci¨®n.
Por tanto, hasta que no se dilucide qu¨¦ tipo de Administraci¨®n, queremos, si Administraci¨®n p¨²blica o Administraci¨®n pol¨ªtica, con lo que ambas opciones representan, no ser¨¢ posible mejorar la eficacia del aparato administrativo ni aumentar su productividad. Hasta que no se acabe con los po deres corporativos, hasta qu¨¦ no se impla?te un sistema de incompati bilidades correcto, hasta que no se profesionalice la Administraci¨®n, etc¨¦tera; es decir, hasta que no, se acaben las causan dif¨ªcilmente se reducir¨¢n los efectos. Y quer¨¢mos lo o no, hasta que no se contemplen estos principios en el quehacer p¨²blico, estaremos al amparo de los intereses de poder, de grupos pol¨ªticos o cuerpos administrativos y evidentemente tendremos que soportar la Administraci¨®n que nos merecemos,
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