El Madrid, con complejo de inferioridad
La camiseta n¨²mero 10, que en el Real Madrid lucieron, entre otros, Puskas y Vel¨¢zquez, la us¨® el domingo P¨¦rez Garc¨ªa. El Madrid acudi¨® al Manzanares como un equipo que busca salvarse del descenso. Fue a no dejar jugar. Fue preocupado por anular a los mejores hombres contrarios. Boskov se olvid¨® de que su equipo tambi¨¦n ten¨ªa la obligaci¨®n de ganar. Cuando un conjunto como el Madrid plantea un encuentro con tantas precauciones es que efectivamente siente un tremendo complejo de inferioridad. Es quiz¨¢ la peor situaci¨®n por la que ha pasado el Madrid en los ¨²ltimos veinte a?os.Cuando un equipo se deja en el banquillo a un jugador como Galleg¨®, que es un creador, y alinea en cambio a P¨¦rez Garc¨ªa, es que mentalmente no tiene esp¨ªritu de triunfo. Ni sentido del f¨²tbol. Ni siente responsabilidad ante el espectador que ha sufrido un serio ataque en la taquilla. El Madrid plante¨® el partido en plan pobre y, naturalmente, fue avasallado. Camacho se dedic¨® a perseguir a Dirceu. El brasile?o, con una pierna atada, siempre es capaz de jugar el bal¨®n, de entregarlo al mejor colocado. Camacho en el centro del campo no marca tan bien como en la banda y adem¨¢s pierde su sentido ofensivo. P¨¦rez Garc¨ªa no tiene clase suficiente para sujetar a un jugador como Rubio. Cort¨¦s se tuvo que salir de sus casillas para perseguir a Marcos. Cort¨¦s lleg¨® una vez incluso a disparar a gol, pero para m¨ª que estableci¨® un r¨¦cord, porque sac¨® el bal¨®n del campo.
El Madrid para acabar de mostrar su inferioridad manifiesta se encontr¨® con que jug¨® con menos de once. Porque Juanito y Rinc¨®n estuvieron toda la tarde de campo y playa. Ni se enteraron. El Atl¨¦tico aguant¨® bien al Madrid del primer tiempo, que andaba medio entonado. Y tuvo capacidad de reacci¨®n para hacerse con el mando del partido cuando se le puso el marcador en contra. El Atl¨¦tico, m¨¢s preocupado por ganar que por anular a los adversarios, hall¨® la suerte que busc¨® cuando el Madrid en los primeros compases del segundo tiempo intent¨® conseguir un triunfo para el que no ten¨ªa disposici¨®n t¨¢ctica. Ni de ¨¢nimo.
El Atl¨¦tico tiene la suerte que antes le faltaba, pero tambi¨¦n tiene una fuerza inusitada. Resulta dif¨ªcil creerse al Atl¨¦tico actual, pero la evidencia nos acabar¨¢ de proporcionar la fe. Como la que ya tienen los seguidores atl¨¦ticos en Arteche, en quien, con anterioridad, pusieron esperanza y caridad.
El Atl¨¦tico que derrot¨® al Mari fue un conjunto eminentemente luchador, con esp¨ªritu de sacrificio, con gran fortaleza f¨ªsica. El Madrid acab¨® apabullado. El Madrid finaliz¨® cometiendo tonter¨ªas. La primera grande y decisiva, la de Benito en el penalti. Cuando Boskov sent¨® a P¨¦rez Garc¨ªa para que Gallego intentara poner alg¨²n orden en el centro del campo ya fue demasiado tarde. Los contratiempos han puesto en evidencia a Boskov. La ¨²nica decisi¨®n con sentido com¨²n del entrenador madridista. en los ¨²ltimos tiempos, ha sido la de colocar a Stielike de libero. El alem¨¢n proporciona al equipo serenidad en la defensa. El conjunto es m¨¢s s¨®lido con el p¨¢nzer en la retaguardia, aunque pierda empuje en el ataque.
El Madrid con el marcador en contra perdi¨® gas. No tuvo aquella virtud caracter¨ªstica de sobreponerse a la adversidad, para acabar por conseguir el empate y hasta el triunfo. Y adem¨¢s el domingo, aunque el p¨²blico gritara el ?as¨ª, as¨ª?, el ¨¢rbitro s¨®lo favoreci¨® al Madrid en peque?as cosas, en lo intrascendente. El Atl¨¦tico jug¨® id en el c¨®mputo general. Mereci¨® el triunfo porque lo busc¨® con m¨¢s generosidad.
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