Un sarpullido

La fiesta no decae. La serie de agravios entre las directivas del Madrid y el Atl¨¦tico va en aumento. Ten¨ªa que ser as¨ª. Alfonso Cabeza no ha entendido qu¨¦ es el Real Madrid. Yo creo que ni se lo imagina. ?Por qu¨¦ no se lo pregunta a Andr¨¦s Reguera, que fuepresidente del Comit¨¦ de Competici¨®n antes que ministro y sabe de la misa m¨¢s de la mitad? A Cabeza no le gustan las sonrisas de De Carlos. A De Carlos no le gustan las formas arrolladoras de Cabeza.Pero se equivocan quienes consideran la situaci¨®n como lamentable y poco edificante. Si las directivas de ambas entidades han ca¨ªdo en la tentaci¨®n del hinchismo, hay que alab¨¢rselo. Nos est¨¢n proporcionando una bocanada de aire fresco. Volvemos a las tradiciones perdidas. La Liga empezaba a tener pocos matices de viveza. Hasta los jugadores acuden al campo como quien va a la oficina a ver al jefe de mirada torva.

Las dos aficiones enfrentadas nos van a proporcionar motivos de conversaci¨®n. Que ¨²ltimamente este pa¨ªs estaba demasiado,aburrido. Dice Cabeza que ha tra¨ªdo la primavera al f¨²tbol. Y con las flores, los sarpullidos del polen. Porque Cabeza es como un virus, por el que siente el Madrid una notable alerlia. No es para menos lo de los ocho puntos de diferencia. Y eso si que no se lo creen los atl¨¦ticos. Es demasiada alegr¨ªa para un cuerpo acostumbrado a sufrir.

El combate actual lo ganar¨¢ Cabeza a los puntos, porque va el primero. Pero las guerras contra el Madrid son derrotas seguras.