Las democracias occidentales aprobaron t¨¢citamente el golpe de Estado
Cuando, en las primeras horas de la ma?ana del viernes 12 de septiembre de 1980, la noticia de que acababa de producirse un golpe de Estado en Turqu¨ªa lleg¨® a las capitales de Europa y Am¨¦rica, los l¨ªderes de las democracias occidentales, del Mercado Com¨²n, la OTAN y el Consejo de Europa adoptaron dos tipos de actitudes: unos aprobaron de forma t¨¢cita la intervenci¨®n militar y el resto no la conden¨® expresamente.La amable acogida dispensada por las canciller¨ªas e incluso por la mayor parte de los medios de comunicaci¨®n occidentales al golpe de Estado que derroc¨® al Gobierno del primer ministro conservador Suleyman Demirel hizo que se comenzara a hablar de un modelo turco de golpe militar.
Para los partidarios de trasplantar esta f¨®rmula de suspensi¨®n del juego democr¨¢tico a otros pa¨ªses del sur de Europa, el modelo turco tiene la virtud de que permite el establecimiento de un r¨¦gimen ?fuerte?, dictatorial, sin que ello lleve consigo la condena al ostracismo ni el inmediato repudio de las naciones democr¨¢ticas, que se ven obligadas a aceptar un ?mal menor?.
Un diplom¨¢tico de un pa¨ªs europeo miembro de la OTAN lo explicaba as¨ª en Madrid hace algunas semanas: ?Por supuesto que nonos gusta un r¨¦gimen militar en Turqu¨ªa. Pero ?cu¨¢l era la otra salida posible?, ?una guerra civil??.
Hay quienes, aun aceptando el golpe de Estado, piensan que la f¨®rmula no es trasplantable, por dos argumentos b¨¢sicos. De una parte, el deterioro irreversible a que hab¨ªan llegado el sistema parlamentario y la situaci¨®n pol¨ªtico-econ¨®mica en Turqu¨ªa; de otra, las especiales caracter¨ªsticas de las fuerzas armadas turcas, que las hacen muy diferentes de cualquier otro ej¨¦rcito europeo.
?La democracia no pod¨ªa funcionar en Turqu¨ªa con m¨¢s de veinte muertos diarios, v¨ªctimas de la violencia pol¨ªtica; con un Parlamento incapaz de aprobar una sola ley en seis meses, ni de elegir siquiera a un presidente de la Rep¨²blica desde el mes de abril; con una inflaci¨®n del 120% y con la cuarta parte de la fuerza de trabajo en paro forzoso ?, asevera el diplom¨¢tico occidental, para quien ?si el Ej¨¦rcito turco ya intervino dos veces, en 1960 y 1971, en la vida pol¨ªtica, para retirarse despu¨¦s a sus cuarteles, ?por qu¨¦ no va a hacer ahora lo mismo, una vez saneada la situaci¨®n? ?.
Sin embargo otro diplom¨¢tico europeo comentaba que las democracias occidentales han cometido, en el ¨²ltimo trimestre del a?o que acaba, dos errores muy graves y que, a la larga, pueden pagar caro. De un lado, han aprobado t¨¢citamente el golpe militar en Turqu¨ªa; de otro, no han condenado la agresi¨®n de Irak contra Ir¨¢n, que es una clara violaci¨®n del derecho internacional.
"Operaci¨®n democracia"
En su despacho del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ankara, el director general de Informaci¨®n, Kaya Toperi, dijo la semana pasada a EL PA?S que los aliados occidentales han mostrado una ?amplia comprensi¨®n? hacia el nuevo r¨¦gimen turco. ?Todos han entendido, como explic¨® nuestro ministro en la reciente reuni¨®n de la OTAN, que para tener democracia hace falta tener primero paz y orden?.
Los funcionarios turcos, los comunicados oficiales e incluso la Prensa nunca se refieren a un golpe de Estado, sino a la ?operaci¨®n del 12 de septiembre?. La jerga oficial, en ocasiones especialmente solemnes, describe la intervenci¨®n militar como la ?operaci¨®n del J2 de septiembre para defender y proteger la Rep¨²blica?.
En su primera conferencia de Prensa, celebrada en Ankara cuatro d¨ªas despu¨¦s del golpe, el actual jefe del Estado, general Kenan Evren, dijo que cesto no es un golpe de Estado corno los que se describen en los libros de historia. Esta es una operaci¨®n destinada a hacer desaparecer las amenazas contra nuestra democracia, de acuerdo con los deseos del pueblo y del Ej¨¦rcito?.
Desde luego, de lo que no puede acusarse a los militares turcos es de no haber avisado. El propio Evren, como jefe del Alto Estado Mayor, hab¨ªa entregado, a principios de 1980, un comunicado de las Fuerzas Armadas al presidente de la Rep¨²blica, Fahri Korut¨¹rk, en el que se afirmaba que ?frente a la anarqu¨ªa, la crisis econ¨®mica y los movimientos separatistas, el Ej¨¦rcito no puede permanecer en silencio?. En mayo y en agosto hubo dos nuevas advertencias similares, en t¨¦rminos de claro ultim¨¢tum.
Por consiguiente, cuando las fuerzas armadas turcas tomaron el poder en la madrugada del 12 de septiembre, mediante una ?operaci¨®n? r¨¢pida, eficaz, incruenta y casi silenciosa nadie se sinti¨® realmente sorprendido. Nunca un golpe de Estado se hab¨ªa esperado desde hac¨ªa tanto tiempo. Como en una tragedia griega, todos los personajes hab¨ªan caminado fatalmente hacia el dram¨¢tico desenlace.
Los tanques M-48 de la 28? brigada mecanizada de Mamak entraron en Ankara poco despu¨¦s de la medianoche y ocuparon los edificios y puntos estrat¨¦gicos. Al mismo tiempo, y con una precisi¨®n quir¨²rgica, los jefes de las restantes regiones militares daban la orden y los golpistas, sin disparar un solo tiro, controlaban a las cuatro de la madrugada las 67 provincias turcas. No hubo disensiones en el seno del Ej¨¦rcito. La ?operaci¨®n democracia? habla sido cuidadosamente planificada mucho tiempo antes, a falta s¨®lo del d¨ªa D y la hora H.
El general Evren explicar¨ªa despu¨¦s que los preparativos de la operaci¨®n se hab¨ªan llevado en el m¨¢s absoluto secreto y que ?ni nuestras mujeres ni nuestros hijos sab¨ªan nada?. El hecho de que se anunciara el golpe de Estado antes en Washington que en Ankara motiv¨® acusaciones de que la intervenci¨®n militar hab¨ªa sido teledirigida por Estados Unidos y la OTAN, deseosos ambos de reforzar el flanco sureste de la Alianza.
Los golpistas negaron cualquier conexi¨®n exterior, pese a que el jefe de, la Fuerza A¨¦rea, general Tahsin Sahinkaya, hab¨ªa regresado de una visita t¨¦cnica a Washington el d¨ªa anterior. Seg¨²n la versi¨®n oficiosa, la noticia del golpe se dio primero en la capital estadounidense, porque un militar turco telefone¨® a un colega norteamericano para advertirle, una hora antes del inicio de la operaci¨®n, y ¨¦ste lo comunic¨® a Washington. Otra versi¨®n dice que fue un agregado militar estadounidense quien vio un tanque estacionarse en la puerta de la Embajada, en el bulevar Atat¨¹rk, y envi¨® un cable al Pent¨¢gono. Nadie explic¨® qu¨¦ hac¨ªa a esas horas de la madrugada un agregado militar en su oficina.
Los agregados militares de las embajadas acreditadas en Ankara enviaron a sus capitales informes sobre el desarrollo del golpe de Estado. La circunstancia de que el agregado militar espa?ol fuera el coronel Federico Quintero, antiguo jefe superior de polic¨ªa, cre¨® un discreto revuelo en Espa?a, cuando, algunas semanas despu¨¦s del golpe, alguien filtr¨® a la Prensa la existencia de un llamado informe Quintero sobre el golpe de Estado turco.
El coronel Quintero no quiere recibir a periodistas espa?oles en Ankara. Fuentes dignas de cr¨¦dito restaron importancia a tal informe (?que era su obligaci¨®n hacer como agregado militar?), al que, por otra parte y dado su car¨¢cter reservado, s¨®lo escasas personas, altos mandos militares esencialmente, han tenido acceso a ese informe Quintero.
Pol¨ªticos arrestados
M¨¢s de 150 personalidades pol¨ªticas fueron detenidas por los militares en esa primera noche. El primer ministro Suleyman Demirel, de 55 a?os, ya hab¨ªa sido derrocado por el Ej¨¦rcito en 1970. En esta ocasi¨®n, un amigo le llam¨® por tel¨¦fono para advertirle que ?algo raro est¨¢ pasando ?. Demirel no tuvo tiempo de hacer averiguaciones. Un grupo de oficiales llam¨® a la puerta de su casa, en el barrio residencial de Cankaya, y le comunic¨® que estaba bajo la protecci¨®n de las fuerzas armadas. Le dieron hora y media para hacer sus maletas.
El l¨ªder de la oposici¨®n y ex primer ministro, Butent Ecevit, tambi¨¦n de 55 a?os, fue arrestado casi al mismo tiempo. Su esposa pidi¨® que le dejaran telefonear a un amigo para que se cuidara de dar de comer al gato durante su ausencia. Demirel y Ecevit, dos enemigos pol¨ªticos irreconciliables, fueron confinados juntos, en compa?¨ªa de sus familias, en un centro de vacaciones del Ej¨¦rcito en los Dardanelos. Semanas despu¨¦s ser¨ªan puestos en libertad, con la prohibici¨®n expresa de desarrollar cualquier actividad pol¨ªtica o de hacer declaraciones a la Prensa.
El coronel retirado Alparslan T¨¹rkes, de 63 a?os, dirigente del Partido, de Acci¨®n Nacional, de corte fascista, fue advertido y logr¨® escapar, aunque se entreg¨® a las autoridades dos d¨ªas despu¨¦s. Actualmente est¨¢ detenido y tendr¨¢ que hacer frente a varias acusaciones. Necmet¨ªn Erbakan, 54 a?os, l¨ªder del Partido de Salvaci¨®n Nacional, fundamentalista isl¨¢mico, simpatizante de la revoluci¨®n iran¨ª, tambi¨¦n contin¨²a detenido y ser¨¢ juzgado igualmente.
Los militares disolvieron la Asamblea Nacional (Parlamento), ilegalizaron todos los partidos pol¨ªticos y centrales sindicales, a excepci¨®n de la moderada TURK-IS, impusieron un estricto toque de queda y la ley marcial en todo el pa¨ªs, adem¨¢s de borrar de un plumazo la Constituci¨®n de 1961. Un Consejo de Seguridad Nacional, o Junta Militar, presidida por Evren y formada por los Jefes de los tres ej¨¦rcitos y de la gendarmer¨ªa, se hizo cargo del poder ejecutivo y legislativo.
El general Kenan Evren, de 62 a?os, un artillero veterano de la guerra de Corea y muy vinculado a la OTAN, ocup¨® la jefatura del Estado (vacante desde abril, dada la incapacidad de los parlamentarios, tras m¨¢s de un centenar de votaciones, de elegir un presidente de la Rep¨²blica) y anunci¨® los objetivos de la operaci¨®n del 12 de septiembre: preservar la unidad nacional, proteger vidas y propiedades frente al terrorismo, reinstaurar la autoridad del Estado, asegurar la paz y la armon¨ªa social, crear un r¨¦gimen laico y republicano basado en la libertad individual y el respeto a los derechos humanos y, por ¨²ltimo, devolver el poder a la Administraci¨®n civil. despu¨¦s de un per¨ªodo razonable de tiempo.
B¨¦lgica retir¨® de unas maniobras de la OTAN que se estaban desarrollando en Tracia su contingente de quinientos paracaidistas, como protesta por el golpe de Estado. Fue el ¨²nico gesto, m¨¢s simb¨®lico que otra cosa, de repudio del nuevo r¨¦gimen. Las democracias europeas expresaron su preocupaci¨®n y, ya en octubre, el Consejo de Europa advirti¨® que Turqu¨ªa ser¨ªa expulsada del organismo si el r¨¦gimen militar no respetaba los derechos humanos y las libertades b¨¢sicas.
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