El ejemplo del patrimonio cultural franc¨¦s
En el marco de las actividades del A?o del Patrimonio, organizado en 1980, se celebra en el Grand Palais de Par¨ªs, escenario repetido de tan importantes exhibiciones art¨ªsticas, una exposici¨®n que re¨²ne tan s¨®lo una parte del conjunto de piezas que en los cinco ¨²ltimos a?os han ido incorpor¨¢ndose al patrimonio cultural de los franceses. El presidente de la Rep¨²blica, Valery Giscard d'Estaing, en el cat¨¢logo de la exposici¨®n expresa, con esa mezcla de orgullo nacional y de grandeur tan caracter¨ªstica de los franceses, su preocupaci¨®n acerca del tema que ha mantenido con una acci¨®n vigilante y directa desde que era ministro de Finanzas, en especial respecto de las obras de arte en peligro y que pod¨ªan ser incorporadas a las colecciones p¨²blicas francesas. Ahora dice a los visitantes que ?son vuestras como una parte del patrimonio de Francia del que sois poseedores?; estaban en peligro por sus condiciones de conservaci¨®n o por razones de muy diversa ¨ªndole, pero ahora ya est¨¢n salvadas por siempre para Francia. En cinco a?os, a?ade Giscard, Francia se ha enriquecido con la equivalencia de un museo de los que existen pocos en el mundo. Cada uno de los franceses posee una parcela de este conjunto art¨ªstico excepcional, y con su talento o su riqueza ha contribuido a crearlo. As¨ª, el Estado franc¨¦s ha sabido tomar el relevo en un momento en que la evoluci¨®n social ha convertido de hecho en imposible -por lo menos en t¨¦rminos relativos y en comparaci¨®n con otras ¨¦pocas- las grandes colecciones privadas.Las 349 piezas que se exhiben en el Grand Palais y que constituyen solamente una parte de ese enriquecimiento colectivo abarcan las m¨¢s diferentes t¨¦cnicas y ¨¦pocas art¨ªsticas: desde una pareja de bustos egipcios de la XVIII dinast¨ªa a un Warhol representando a la silla el¨¦ctrica. Por supuesto, est¨¢n perfectamente representados pintores cl¨¢sicos franceses, como La Tour, Chardin, Poussin, Wateao y, sobre todo, tres espl¨¦ndidos Fragonard, entre ellos el retrato de Mar¨ªa Teresa Guimard. Pero hay tambi¨¦n importantes autores no franceses como, por ejemplo, Piero della Francesca, que se incorpora a las colecciones p¨²blicas francesas, un retrato de Elena Fourment, de Rubens, y otro, magn¨ªfico, de la marquesa de Santa Cruz, del pincel de Goya. Las adquisiciones se extienden tambi¨¦n a lo largo de todo el siglo XIX del impresionismo y de la vanguardia art¨ªstica del XX. Por supuesto, lo que aparece definido como la incorporaci¨®n m¨¢s importante en tiempos modernos del Estado franc¨¦s, es decir, la daci¨®n de la herencia picassiana, ocupa buena parte de las salas dedicadas al siglo XX, pero, junto a ellas, hay, por ejemplo, un interesante Mir¨® y tantas otras figuras de la ¨¦poca. No se trata solamente de cuadros, o esculturas, o un n¨²mero ingente de piezas de mobiliario, sino, adem¨¢s, instrumentos musicales, partituras de Searlatti, joyas de la Corona, la m¨¢scara mortuoria de Napole¨®n y un texto manuscrito de La N¨¢usea, de Sartre, que contiene 45 pasajes, hasta el momento desconocidos, de la versi¨®n original.
El autor de estas l¨ªneas no pretende emitir un juicio acerca de esta exposici¨®n, de la que resulta para el espectador no s¨®lo abrumadora por la abundancia de piezas, sino tambi¨¦n, en cierta manera, desordenada, precisamente por las mismas caracter¨ªsticas de ¨¦stas. Pero s¨ª que desear¨ªa se?alar los instrumentos y los criterios que han hecho pos¨ªble tal enriquecimiento del patrimonio art¨ªstico e hist¨®rico de los franceses. En cuanto a los instrumentos, los conocemos ya: son las donac¨ªones, las daciones en pago de derechos de su cesi¨®n, y las adquisiciones por parte del Estado. Desde 1979 Francia dispone de un fondo permanente del patrimonio que permite la adquisici¨®n de grandes obras, al mismo tiempo que se conceden tambi¨¦n cr¨¦ditos especiales para poder adquirirlas. Pero no s¨®lo lo hace el Estado; hay tambi¨¦n asociaciones privadas sin ¨¢nimo de lucro y empresas mercantiles que acaban regalando sus fondos art¨ªsticos a los museos. En cuanto a la daci¨®n en pago de los derechos de sucesi¨®n, introducida en 1968 en la legislaci¨®n fiscal francesa y calificada de ?ejemplar? por el propio Giscard, s¨®lo es necesario recordar que ha permitido a Francia enriquecerse con un porcentaje considerable de la herencia de Picasso, y que este instrumento le-islativo va a ser incorporado a la lec,lslaci¨®n italiana y tambi¨¦n a la espa?ola. Las donaciones han permitido incorporar, por ejemplo, buena parte de los recuerdos de la familia de Napole¨®n. Es significativo que una parte de las donaciones se hacen a reserva de usufructo durante la vida de los propietarios.
?Y los criterios? Los explica en el cat¨¢logo Maurice Alcardi, quien, como encargado directo por el presidente franc¨¦s de esta funci¨®n, considera haber conseguido resultados satisfactorios en al menos, cuatro puntos importantes. En primer lugar, mantener, con una pol¨ªtica positiva y no solamente prohibitiva, lo que exist¨ªa en Francia y que pod¨ªa haber abandonado sus fronteras: es el caso de Rubens, Goya, Fragonard y Picasso. En segundo lugar, lograr la devoluci¨®n de aquellos recuerdos hist¨®ricos, art¨ªsticos y culturales vinculados a la historia francesa, como las joyas de la Corona o los tesoros napole¨®nicos. En tercer lugar, conseguir que las colecciones p¨²blicas francesas tengan representaci¨®n suficiente de quienes hasta ahora no han estado representados en ellas a pesar de su enorme riqueza: aqu¨ª la lista se extender¨ªa desde Piero della Francesca hasta Gustav Klimt. En cuarto lugar, el criterio ha sido tambi¨¦n lograr, a base de apoyo, el arte actual, continuar las colecciones existentes en los centros de arte contempor¨¢neo, de tal forma que, al mismo tiempo que se recupera el arte del pasado, se cree el patrimonio del ma?ana.
Desde una ¨®ptica espa?ola, ?qu¨¦ es lo que se puede aprender de esta exposici¨®n? Uno estar¨ªa tentado de decir que todo. Por supuesto que el Estado debe tener mucha mayor generosidad en sus cr¨¦ditos y tambi¨¦n en sus disposiciones legislativas para hacer posible, si no un enriquecimiento como el del vecino pa¨ªs, s¨ª, sin embargo, una protecci¨®n m¨¢s consecuente y oportuna. Pero no s¨®lo lo tiene que hacer el Estado; lo tiene que hacer tambi¨¦n la sociedad a trav¨¦s de las asociaciones privadas de defensa de cada uno de los museos o instituciones culturales o a trav¨¦s de donaciones.
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