Crispaci¨®n en Italia ante el vencimiento del ultim¨¢tum de las Brigadas Rojas sobre la vida del juez D'Urso
Toda Italia ha vivido las 48 horas del ultim¨¢tum de las Brigadas Rojas para liberar o ejecutar al magistrado Giovanni d'Urso, secuestrado el 12 de diciembre, con una tensi¨®n y una pasi¨®n mayor si cabe que durante el caso Moro. El hecho de que la ejecuci¨®n de la sentencia de muerte decretada por los terroristas depende s¨®lo de que la mayor¨ªa de los grandes diarios publique ¨ªntegramente los dos documentos de los presos de las c¨¢rceles de Trani y Palmi (cuatro folios en total), ha creado una gran batalla en la opini¨®n p¨²blica, fuertes crisis de conciencia en el mundo period¨ªstico y duras pol¨¦micas entre las fuerzas pol¨ªticas.
Horas antes de que el reloj se?alara la hora del ultim¨¢tum hab¨ªan intervenido ya todos: desde el Papa hasta las familias del magistrado secuestrado y de los otros personajes ya asesinados por las Brigadas Rojas, como la viuda de Moro; Walter Tobaggi, periodista de Corriere della Sera; Carlo Casalegno, vicedirector de La Stampa; juez Alessandrini, compa?ero de Giovanni d'Urso, y tantos otros.Inmediatamente despu¨¦s de que los mayores diarios del pa¨ªs hubieran decidido que no publicar¨ªan los documentos, se puso en marcha, gracias a una llamada p¨²blica a los periodistas hecha por el famoso escritor Leonardo Sciascia (candidato el a?o pasado al Premio Nobel de Literatura) y por su partido, el radical, una verdadera campana para convencer a los diarios de que publiquen los documentos de los presos. Un acto semejante, dijo Sciasc¨ªa, ?significa poner a las Brigadas Rojas entre la espada y la pared, dejarlas solas con las tremendas e infames responsabilidades que se han tomado. Lo contrario querr¨ªa decir unirse a ellos para matar con argumentos iguales y opuestos?.
Postura de la radio
El Partido Radical mantuvo d¨ªa y noche abierta su emisora, con la que se conectaron otras veintid¨®s radios privadas distribuidas por todo el pa¨ªs para conseguir que los diarios que se hab¨ªan negado a publicar los documentos, y que la se?ora D'Urso apellid¨® ?peri¨®dicos de la muerte?, suspendieran la decisi¨®n del silencio de Prensa y ?s¨®lo para salvar una vida? regalaran a las Brigadas Rojas ?dos columnas de plomo ?. A la llamada de Sciascia y de su partido se sumaron adhesiones de periodistas de aquellos diarios que se hab¨ªan negado a publicar, como Corriere della Sera, La Repubblica, La Stampa, Il Giorno, y se produjo una aut¨¦ntica ruptura entre periodistas y tip¨®grafos y directores y editores.
El caso m¨¢s clamoroso de crisis de conciencia ha sido la de Il Messaggero, que a las 48 horas del ultim¨¢tum anunci¨® que esta ma?ana publicar¨¢ tambi¨¦n los documentos. A una reuni¨®n de la redacci¨®n y de los tip¨®grafos asisti¨® la se?ora D'Urso, que llorando les dec¨ªa: ?La vida de mi marido vale m¨¢s que dos columnas de plomo. No le dej¨¦is morir?.
En las ¨²ltimas horas se estaban haciendo fuertes presiones ante el arzobispo de Mil¨¢n para que el diario cat¨®lico Avvenire diera un ejemplo de humanidad y se solidarizase con la llamada de Sciascia, quien hab¨ªa llegado a decir en un encuentro a la Prensa extranjera, organizado por EL PAIS: ?Aunque soy laico, os aseguro que estar¨ªa dispuesto a escribir incluso una poes¨ªa en elogio de las Brigadas Rojas si me aseguraran la liberaci¨®n del juez?.
Palabras del Papa
Tambi¨¦n L'Osservatore Romano fue bombardeado con llamadas de tel¨¦fono para que diera un ejemplo de ?solidaridad cristiana? con la familia del juez. El domingo, el Papa hab¨ªa dedicado sus palabras despu¨¦s de la oraci¨®n del Angelus en la plaza de San Pedro a este caso angustioso. Pero el Papa no quiso entrar en la pol¨¦mica. Se dirigi¨® directamente a las Brigadas Rojas, sin nombrarlas, para decirles: ?Est¨¢is pisoteando los derechos m¨¢s elementales del hombre?. Despu¨¦s de haber asegurado que se sent¨ªa esp¨ªr¨ªtualmente vec¨ªno al juez y tambi¨¦n a la angustia y a la tragedia de la esposa y de las hijas de Giovanni d'Urso, el Papa afirm¨®: ?Pido al Se?or para que toque el ¨¢nimo de quienes tienen en sus manos la persona y la vida del magistrado, para que reflexionen sobre la gravedad de su actitud y escuchen ese sentimiento de humanidad que no puede haberse apagado en sus corazones?.
Todos los observadores resaltaron ayer que el mensaje del Papa a los terroristas ha sido m¨¢s duro del que hab¨ªa enviado Pablo VI en tiempos del secuestro de Aldo Moro, cuando hab¨ªa pedido ?de rodillas? a los que ¨¦l llam¨® ?hombres de las Brigadas Rojas? que liberaran a su amigo. Y a?aden que quiz¨¢ Juan Pablo II no se ha olvidado de que el humanisimo mensaje de Pablo VI en realidad ?no obtuvo ning¨²n efecto?.
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