"El terrorismo se combate con reformas institucionales profundas"
El diario Il Messagero, de Roma, ha sido, junto a Corriere della Sera, de Mil¨¢n; La Stampa, de Tur¨ªn, y Repubblica, de Roma, uno de los cuatro grandes peri¨®dicos nacionales independientes a los que se refer¨ªan las Brigadas Rojas cuando pidieron como condici¨®n para li berar aljuez secuestrado, Giovanni d'Urso, la publicaci¨®n de dos documentos de los presos terroristas de Trani y Palmi.
De los cuatro diarios, Il Messaggero, de Roma, fue el ¨²nico que, despu¨¦s de una larga maduraci¨®n, public¨® los famosos documentos la ma?ana del mi¨¦rcoles con este t¨ªtulo: ?Un gesto sufrido a favor de una vida humana?. Pocas horas despu¨¦s, las Brigadas Rojas enviaron, precisamente a este diario, el comunicado n¨²mero diez, en el que se anunciaba la liberaci¨®n del magistrado D'Urso.El corresponsal de EL PAIS entrevist¨® al director de Il Messaggero, Vittorio Emiliani, en su despacho de Roma, cuando acababa de leer los cuatro folios del ¨²ltimo comunicado terrorista.
Todos los observadores hab¨ªan destacado que el gesto sufrido de uno de los diarios m¨¢s prestigiosos del pa¨ªs y el coraje inteligente de su director, periodista y escritor, hab¨ªa sido determinante para la liberaci¨®n del magistrado, con todas las consecuencias pol¨ªticas del caso.
Pregunta. El haberles enviado a ustedes el comunicado de la liberaci¨®n del juez, ?significa que las Brigadas Rojas han querido demostrar que su decisi¨®n de publicar los documentos ha sido determinante?
Respuesta. Si hemos podido contribuir a salvar una vida humana, esto no puede dejar de halagarnos. Pero, con sinceridad, es posible que los c¨¢lculos de los terroristas hayan sido m¨¢s complejos. Nosotros no queremos enfatizar el hecho, aunque, como usted puede observar, en este peri¨®dico se respira aire de fiesta.
P. En un editorial, usted afirma que su diario public¨® los textos ?como un gesto ¨²nicamente humanitario?, y que se trataba de una decisi¨®n ?dIf¨ªcil y sufrida que intentaba salvar la vida de un magistrado que, a pesar de que estaba en un puesto delicad¨ªsimo, no hab¨ªa sido suficientemente protegido?. ?C¨®mo lleg¨® su diario a esta decisi¨®n?
R. Al principio se discuti¨® mucho. Estuvimos horas y horas encerrados en asambleas. Llegamos en seguida a una primera conclusi¨®n: no perder la cabeza, no quedarnos inm¨®viles y actuar con inteligencia pol¨ªtica.
"Utilizamos lo aprendido en el caso Moro"
P. ?En concreto?
R. Evitar un no a prior? a la publicaci¨®n de la informaci¨®n, convencidos como est¨¢bamos de que no se combate el terrorismo cambiando la acci¨®n pol¨ªtica por la acci¨®n t¨¦cnico-militar. De hecho, lo hab¨ªa dicho muy bien el comandante en jefe de los carabineros, general Umberto Capuzzo, al presidente del Gobierno, Arnaldo Forlani. De este modo, decidimos la actuaci¨®n utilizando cr¨ªticamente todo lo que hab¨ªamos aprendido del caso Moro.
P. Como periodista, ?c¨®mo explica que esta vez la opini¨®n p¨²blica se haya apasionadom¨¢s por la liberaci¨®n de este magistrado, desconocido para todos hasta el d¨ªa del secuestro, que por el mismo Moro?
R. Es muy sencillo. La gente de la calle no siente gran pasi¨®n humana por los personajes pol¨ªticos. Los considera siempre unos privilegiados. Lo cierto es que Aldo Moro no pose¨ªa una gran simpat¨ªa popular, a pesar de que todos reconoc¨ªan su gran prestigio pol¨ªtico. En este caso, la gente ha sintonizado con un funcionario del Estado como todos los dem¨¢s, con una familia sencilla y una esposa, ama de casa, que a la luz del sol ha hecho lo imposible para salvar a su marido.
P. ?Y el probiema de fondo de informar o no sobre el terrorismo?
R. Ya despu¨¦s. del caso Moro, el tema fue profundizado y largamente debatido m el Congreso de Pescara de la Federaci¨®n Nacional de la Prensa, en el cual el grupo de periodistas de la l¨ªnea laico-socialista, como es la ni ¨ªa, ¨¦ramos el 25% del congreso. Entonces nos quedamos muy preocupados porque la parte democristiana presentaba la funci¨®n de la Prensa como una especie de ?poder idjunto?. Y hasta se lleg¨® a decir e a aquel momento que deb¨ªanios ?evitar las elecciones anticipadas?. Recuerdo que Walter Tobaggi, el periodista de Corrriere della Sera asesinado m¨¢s tarde por las Brigadas Rojas, y tambi¨¦n yo, pusimos en guardia contra el riesgo de una informaci¨®n que corr¨ªa el peligro de convertirse en Prensa del r¨¦gimen.
Intenso debate en la redacci¨®n
P. ?C¨®mo reaccion¨® su diario cuando Corriere della Sera decidi¨® el silencio period¨ªstico sobre las peticiones de los terroristas y sus documentos?
R. En realidad, de los cuatro grandes diarios, s¨®lo Corriere della Sera adopt¨® la postura intransigente. Los dem¨¢s¨ª dijimos ya desde el primer momento que informar¨ªamos cr¨ªticamente, sobre todo porque est¨¢bamos seguros que hubiese sido t¨¦cnicamente imposible, como en realidad lo fue incluso para Corriere della Sera. El problema se plante¨® cuando llego el ultim¨¢tum de las Brigadas Rojas que condicionaba la liberaci¨®n deljuez a la publicaci¨®n integral de los dos ?ocumentos de los presos. En la reaacci¨®n hubo un intenso debate. Por tratarse de un diario democr¨¢tico, las opiniones eran contrastadas y se manifestaban con pasi¨®q en las asambleas. El m¨ªo fue un problema de conciencia personal. Como laico de cultura socialista sufr¨ª mil dudas. Yo procedo de la cultura de Mateotti, que desafi¨® a sus futuros asesinos; de Roselli, que fue a luchar a Espa?a, a pesar de ser un intelectual rico; de la cultura de ?las cartas de los condenados a muerte de la resistencia?.
P. ?C¨®mo se explica que las Brigadas Rojas tengan tantas connivencias entre gente fuera de sospecha?
R. En realidad, estos terroristas son el producto en gran parte del bloque pol¨ªtico del pa¨ªs. Por eso, nosotros pensamos que el terrorismo se combate con reformas profundas de las instituciones, y no s¨®lo con acciones militares. En realidad, los brigadistas son el producto de la ca¨ªda de los dioses. Como escrib¨ªa Volponi, viven a¨²n bajo la visera confortadora de Sta?in y aislados de la historia de este pa¨ªs. Basta leer sus comunicados. Pero lo que no cabe duda es que, en la medida en que la opini¨®n p¨²blica est¨¢ descontenta, en la medida en que no se hacen las reformas, las Brigadas Rojas, que, a pesar de todo, tienen una visi¨®n pol¨ªtica, aunque loca y desesperada, pueden recoger, sobre todo en las grandes ciudades, algunas simpat¨ªas. Si fueran simples criminales no obtendr¨ªan ning¨²n consenso.
"Fuimos rieles a la promesa"
P. ?Qu¨¦ es lo que les decidi¨® a publicar los documentos?
R. Ante las peticiones angustiosas de la esposa y de las hijas del magistrado, decidimos que si los terroristas nos garantizaban que la publicaci¨®n pod¨ªa contribuir de verdad a salvarle la vida, publicar¨ªamos los documentos. El gesto lleg¨® puntual con la carta aut¨®grafa del magistrado al director del diario socialista A vanti, y nosotros fuimos fieles a la promesa. Por otra parte, hab¨ªan sido los mismos magistrados, compa?eros de Giovanni d'Urso en el Ministerio de Gracia y Justicia, quienes hab¨ªan hecho tambi¨¦n ellos una llamada a los diarios para que se publicaran los documentos. Y hoy la magistratura italiana es fuerte y pertenece mayoritariamente al ¨¢rea democr¨¢tica.
P. ?Qu¨¦ hubiese cambiado en la pol¨ªtica italiana si el juez hubiese sido encontrado muerto?
R. Muchas cosas. Se hubiese den¨ªostrado esta vez que est¨¢bamos ante un aut¨¦ntico problema pol¨ªtico que iba m¨¢s all¨¢ de la aberraci¨®n de un grupo de sicarios, un grupo que tiene una matriz pol¨ªtica pero truculenta, de baja carnicer¨ªa. Esta vez hab¨ªan obtenido cosas que se les pod¨ªan conceder sin humillar al Estado. No hab¨ªa raz¨®n para que no le liberaran. Su cad¨¢ver hubiese creado interrogantes escalofriantes, peligros¨ªsimos.
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