Rubert de Vent¨®s
La lectura de De la modernidad, el ya citado libro de Rubert de Vent¨®s, me deja disminuido y enriquecido, reducido a miyo residual, que es desde donde el ensayista catal¨¢n se ha planteado la cr¨ªtica de la modernidad. Entre el conductismo de Skinner, que nos deja en nada, y la sentencia de Lacan, antifreudiana, ?lo subconsciente es el discurso del otro?, resulta que s¨®lo se salva, en el hombre de hoy, una estrecha franja de subjetividad que es el yo residual, ceniza o germen de un romanticismo latente que oponer a las mas?ficaciones derecha/ izquierda. El yo residual es lo que le permite a uno abrirse para el puente a¨¦reo, mand¨¢ndolo todo a tomar por retambufa, enrollarse con una jai, tomar el buga/fly (avi¨®n), conversar con el yo residual del gato o ganarles al pareh¨ªs a otros yoes residuales del fin de semana. Mi yo residual presta declaraci¨®n en los juzgados y escribe art¨ªculos, y pienso que el pasotismo, por ejemplo, no es sino una callada asamblea de yoes residuales que viven del residuo de un porro. Hay gente que lleva muy bien su yo residual, como Aranguren: ?Tengo ya 71 a?os, Paco?. Los a?os no se cuentan por a?os, sino por subversiones, y ¨¦l vive la subversi¨®n permanente y pac¨ªfica. Mi yo residual toma un irland¨¦s en Manuela, donde gravita la sombra residual y socr¨¢tica de Garcia Calvo. De casa de Lucio Mu?oz y Amalia Avia -matrimonio de grandes artistasme traigo una siamesa para mi gato, porque el yo residual del Rojito est¨¢ en celo. Luis Berlanga me da el tel¨¦fono del estrangulador de York: 07-44-53-246411, Londres. Es un tel¨¦fono de la polic¨ªa con una cinta grabada por el estrangulador, para que el personal llame, a ver si le identifica por la voz (todo esto, hasta que ha sido capturado). Muchas inglesas, y muchas espa?olas, han llamado por o¨ªr la voz del hombre que las seduce a muerte: ?El crimen es fascinante, la muerte es bella, tengo que asesinarte?. Y casi todas tienen un desmayo er¨®tico/ telef¨®nico, menos las feministas, claro, que son muy enteras. Es el yo residual de la mujer/ v¨ªctima sexual el que todav¨ªa se desmaya.Voy a cenar a casa de Sisita Milans del Bosch de Pastega y me recibe vestida de Diderot, de caballerito de Azcoltia, de Siglo de las Luces, de Ilustraci¨®n/ Enciclopedia, con calz¨®n de terciopelo burdeos y medias rosa fucsia. Es lo ¨²ltimo en Madrid para recibir. Hija y sobrina de militares ilustres, le ha salido el yo residual y volteriano que es el germen de toda emancipaci¨®n. Me cuenta Sisita que los ingleses han reivindicado el viejo juego de lo in y lo out. Teniendo qu¨¦ soportar a la se?ora Thatcher vestida de monja astronauta, algo tienen que inventarse. Est¨¢n out el horter¨ªsimo coctel de gamas y los grifos de ba?o en forma de pez dorado que echa el agua por la boca. Est¨¢ in dar una cena a base de pescado, queso y tarta de esp¨¢rragos. (Un d¨ªa jugaremos ese juego en esta columna, con t¨¦rminos m¨¢s nuestros y actuales). El yo residual de los ingleses no sabe qu¨¦ inventarse frente al aburrimiento de la pol¨ªtica conservadora. A las se?oras todav¨ªa les queda el tel¨¦fono del estrangulador de York, pero los caballeros qu¨¦. Hoy me ha llamado muy temprano Ana Bel¨¦n para invitarme a su show. Madrid est¨¢ lleno de su rostro en carteles. Madrid est¨¢ empapelado con su sonrisa, como mi yo residual y enamorado.
Utilicemos la hipot¨¦tica bastardilla de este p¨¢rrafo final para obtener el corolario de la aguda lecci¨®n de Rubert de Vent¨®s: la sociedad multimasificada nos ha reducido a un z¨®calo estrecho de personalidad, a un yo residual no s¨®lo reprimido por la represi¨®n, sino tambi¨¦n por la oferta consumista que se anticipa a nuestros deseos, que ayer iba de Reyes Magos y hoy de rebajas. A partir del yo residual, recuperemos el yo radical. Sisita, de momento, ya se ha vestido de Diderot.
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