Xavier Rubert de Vent¨®s: "Me siento inc¨®modo con el imperialismo del presente"
El fil¨®sofo present¨® su libro "De la modernidad" en la Universidad Complutense
Con una conferencia sobre los temas centrales de su ¨²ltimo libro, el fil¨®sofo Xavier Ruber de Vent¨®s present¨® ayer en el paraninfo de la facultad de Letras de la Complutense su ¨²ltima publicaci¨®n, De la modernidad que ¨¦l subtitula Ensayo de filosof¨ªa cr¨ªtica, y que acaba de editar Pen¨ªnsula. ?A m¨ª no me sienta la modernidad. Me siento inc¨®modo con el imperialismo del presente?, dice el profesor de Est¨¦tica de Barcelona, que ha puesto como modelo o met¨¢fora de los individuos que podr¨ªan realizar el tipo de cr¨ªtica que ¨¦l propone al ?reaccionario? y al ?enamorado?.
Xavier Rubert de Vent¨®s tiene un aire de seminarista aplicado que hace estudios especiales en Lovaina, de jesuita avanzado y algo sofista, con tentaciones de salirse postergadas por cierta capacidad de iron¨ªa. En el peque?o hemiciclo del edificio A de Filosof¨ªa, un grupo de alumnos suficiente para pensar que son los interesados, y algunos profesores exigentes, Jos¨¦ Luis Aranguren entre ellos, r¨ªe las bromas del profesor, que tiene algo muy catal¨¢n y muy generacional en las pausas, en el gui?o de los ojos, en las manos peque?as y en la manera de fumar. ?En Catalu?a?, dir¨¢ m¨¢s tarde, ?se est¨¢n poniendo las bases y las condiciones de un nuevo relanzamiento cultural. En los pr¨®ximos a?os interesar¨¢ muy poco Catalu?a, demasiado vuelta sobre s¨ª misma, perdido algo de su versatilidad cultural y de su cosmopolitismo, pero es una inversi¨®n, todo lo voluntarista que quieras, absolutamente necesaria. Adem¨¢s, dar¨¢ sus frutos esta lectura que se est¨¢ haciendo de nuestros cl¨¢sicos, este reencuentro con nuestra lengua?.?En vez de hablar de est¨¦tica, de objetos est¨¦ticos?, dice, ?esta vez he preferido hablar est¨¦ticamente de los objetos. Es el talante el que es est¨¦tico?. Pero s¨ª que tiene que ver con otros libros suyos, dice: ?De un modo u otro en clave moral o est¨¦tica, siempre me tentaba hablar de lo no expl¨ªcito, de lo que se mantiene con reticencias. Claro que no hablaba directamente, porque ser¨ªa contradictorio. As¨ª que ahora, y yo lo s¨¦, estoy en contradicci¨®n?. Porque de eso es de lo que se trata. Se cubre Ruber de Vent¨®s citando a Hume: ?Como dec¨ªa el fil¨®sofo, toda afirmaci¨®n general es falsa... incluida ¨¦sta?. Y habla de que, hasta ahora, le proteg¨ªan razones gnoseol¨®gicas y tambi¨¦n te¨®ricas, temas relacionados con la sensibilidad mediterr¨¢nea, para respetar ?esos objetos, estos temas en los que al romper la c¨¢scara se rompe la cosa...?. ?Hay un nivel formal de determinadas realidades que es irreductible?, dice, y es el profesor de Est¨¦tica el que habla.
Discurso sobre s¨ª mismo
Pero vuelve a la modernidad: ?Hace siete a?os que empec¨¦ a escribir este libro en que, antes que nada, me tomo a m¨ª mismo como s¨ªntoma. En lugar de hacer cr¨ªtica, prefiero contar la crisis, interpretarla en el sentido casi f¨ªsico en que se interpreta una partitura musical. Partir de la irritaci¨®n que me produce el mundo o determinados aspectos del mundo y hablar desde m¨ª mismo... Es una perspectiva cruel psicol¨®gicamente, s¨®lo Artaud y Sacher-Mascoh han llevado el discurso sobre s¨ª mismo a su colmo, y siempre a costa de un particular desajuste con el medio, y tambi¨¦n de cierta capacidad especial para distanciarse no s¨®lo del mundo irritante sino del propio yo...?Define Rubert de Vent¨®s esta actitud como ?autovoyeurismo? y expresa su esperanza -y es ¨¦sta una palabra imposible- de que esta actitud y no otra podr¨ªa dar elementos fundamentales para un verdadero conocimiento de... bueno, de la modernidad, precisamente. ?Nadie puede contar mejor que una mujer emigrante en Catalu?a los problemas de las mujeres, y nadie mejor que un negro o un chicano los problemas raciales en EE UU . Yo creo que hay un cierto tipo de personas capaces de este trabajo, y, m¨¢s que los que se supone tradicionalmente, los revolucionarios, los suicidas o los deseantes, prefiero poner los que al fin y al cabo no son m¨¢s que otros ejemplos: los reaccionarios y los enamorados como capaces de analizar con una particular perspicacia el mundo. Y eso, porque unos y otros lo pueden contar desde una experiencia no sintonizada con los valores promulgados en su presente, porque pueden alejarse de la dictadura del presente?.
?El enamorado?, dice, ?no cree en el mundo y tampoco en el propio yo. El amor funciona como un secante de valores, y desde ah¨ª se puede superar el provincianismo del presente. El reaccionario, por su parte, no sintoniza con los valores promulgados de su ¨¦poca, y, en suma, los dos est¨¢n capacitados para hablar de su experiencia, en vez de dejarla colonizar?.
"No me sienta la modernidad"
?Bueno?, dice despu¨¦s de discutir un rato, ?los dos son met¨¢foras del tipo de sujeto de este an¨¢lisis. A lo mejor los he seleccionado porque son m¨¢s an¨¢logas a m¨ª mismo que otras como el anarquista o el suicida... Es gente a la que no sienta la modernidad?.?No?, termina, ?a m¨ª no me sienta la modernidad. Siempre me he sentido inc¨®modo con el imperialismo del presente, con las seguridades del ahora s¨ª que ya lo entiendo todo, con las f¨®rmulas definitivas. Y esa es la modernidad a la que la crisis ha dado el palo, y, claro, ha generado cierta sensibilidad?. El mundo cambiante, resume al final, ?exige, pues, una atenci¨®n flotante en las cosas, una atenci¨®n no focalizada por las perspectivas o los deseos o los objetivos. Vamos, la que Freud ped¨ªa para el psicoanalista?. Porque luego, en el supermercado cultural, los productos de moda, la se?al del presente, son m¨²ltiples y fugaces, como en el econ¨®mico. ?Ahora lo estamos pagando?, dice. ?La gente compra oro. A nivel cultural renacen los neofundamentalismos?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.