Los controles policiales en busca de "etarras" bloquearon las salidas de Madrid
La b¨²squeda de los dos etarras que ayer por la tarde consiguieron romper el cerco policial en la plaza de Neptuno, en Madrid, y huir -cosa que no lograran los otros dos presuntos miembros del mismo comando- ocasion¨® un buen n¨²mero de grandes atascos en la ciudad, fundamentalmente en las proximidades de las carreteras de acceso a la capital. El gran retraso con que buen n¨²mero de madrile?os llegaron a sus casas despu¨¦s de una jornada laboral les hizo recordar una situaci¨®n similar, tambi¨¦n provocada por unos f¨¦rreos controles policiales, cuando, a finales del mes de julio del a?o pasado, las fuerzas de seguridad del Estado buscaban afanosamente 7.000 kilos de Goma 2 que hab¨ªan sido robados por ETA de un polvor¨ªn en la provincia de Santander.
Al poco tiempo de que finalizara el tiroteo de la plaza de Neptuno, a consecuencia del cual resultaron heridos un miembro del presunto comando y un polic¨ªa nacional, las principales v¨ªas madrile?as que conducen a sus carreteras de salida de la ciudad se vieron sembradas de pinchos en la calzada y se?ales que indicaban a los conductores la obligaci¨®n de reducir la velocidad, en tanto que polic¨ªas de uniforme se encargaban celosamente de que las normas indicadas fueran cumplidas puntualmente.
Todas las carreteras
As¨ª, ninguna de las carreteras radiales que parten de Madrid se vio libre del atasco consiguiente al establecimiento de un control policial. Aunque no se dispone todav¨ªa de datos oficiales, las v¨ªas m¨¢s afectadas por la medida fueron la nacional VI, que conduce a La Coru?a, y la nacional II, camino de Barcelona. En ambos casos, las colas que se formaron alcanzaron varios kil¨®metros de longitud, y los retrasos que hubieron de soportar pacientemente los conductores, varias horas.
Un portavoz del Gobierno Civil de Madrid no quiso facilitar datos concretos en cuanto a la ubicaci¨®n de los controles -?comprenda usted que son datos profesionales que han de ser facilitados a la Trensa a posteriori para no perturbar la labor policial?-, si bien no dej¨® de reconocer que ?se han copado pr¨¢cticamente todos los caminos de salida, y consiguientemente. de acceso, de la ciudad?.
Esfuerzo de la Polic¨ªa Municipal
La Polic¨ªa Municipal multiplic¨® sus esfuerzos para evitar, en la medida de lo posible, que los controle estrangulasen la circulaci¨®n rodada de la ciudad. Sin embargo, poco pudo hacer, como no fuera impedir que los cruces de las principales calles quedaran irremisiblemente bloqueados. ?No es que nos haya desbordado el trabajo?, aseguraba a EL PA?S un portavoz de ese Cuerpo. ?Pero?, a?ad¨ªa, ?poco o nada puedes hacer cuando tienes a todos los coches de tu alrededor totalmente parados y sin sitio por el que sacarlos del atolladero?.
De todas maneras, la mayor¨ªa de los controles de salida establecidos se pusieron lo m¨¢s lejos posible de la ciudad que fue t¨¦cnicamente posible, en un intento, no del todo fructificado, de demorar en el espacio la retenci¨®n que al fin se produjo. Los controles policiales trasladaban su ubicaci¨®n en funci¨®n de las informaciones que permit¨ªan detectar la posibilidad de que los etarras fugados intentaran la huida en un sentido u otro.
Hace ahora algo m¨¢s de seis meses, una b¨²squeda policial de similares caracter¨ªsticas provoc¨® un buen n¨²mero de atascos en las principales carreteras de acceso a Madrid.
Igual que hace seis meses
Ocurri¨® con ocasi¨®n de la b¨²squeda de Ios posibles autores del robo de 7.000 kilos de Goma 2 de un polvor¨ªn, casi en desuso, propiedad de la empresa Uni¨®n Espa?ola de Explosivos, situado en la localidad monta?esa de Soto de la Marina, a ocho kil¨®metros de Santander capital.
En aquella ocasi¨®n, los controles se prolongaron a lo largo de varios d¨ªas, y cuando el madrile?o -extra?ado desde un principio de que se buscara en Madrid lo que hab¨ªa desaparecido a quinientos kil¨®metros de distancia- pensaba que ya iban a ser suprimidos, lo que se hizo con ellos fue cambiarlos de sentido, y los mismos funcionarios que antes vigilaban celosamente la entrada en la ciudad de cualquier veh¨ªculo, lo que hac¨ªan era evitar que salieran.
Al cabo de los d¨ªas, los ciudadanos vieron desaparecer los controles, sin que llegaran nunca a saber si las molestias soportadas durante varios d¨ªas hab¨ªan servido para algo.
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