Los calendarios
Lo m¨¢s que yo s¨¦- de don Leopoldo Calvo Sotelo, probable /posible/ inevitable presidente del Gobierno, es lo que durante tantos a?os ha expuesto al personal, como su subconsciente manifiesto, o sea, los calendarios de la Uni¨®n Espa?ola de Explosivos, de la cual es baranda, y que son esos calendarios con moza de c¨¢ntaro a la que no se le rompe el c¨¢ntaro por mucho que vaya a la fuente, perdices que posan para una naturaleza muerta de un disc¨ªpulo desamado de Enrique Segura, fr¨ªas y necrosadas como bailarinas de Degas en versi¨®n cineg¨¦tica, gastron¨®mica y mesetaria, cestas de fruta con unas naranjas al ¨®leo que quiz¨¢ eran las ¨²nicas que ve¨ªa la familia espa?ola, pobre, pero honrada, presidida por el calendario de cocina, en todo el a?o, ya que la naranja del naranjal se iba directamente al Mercado Com¨²n, donde, como postre, son preferidas a Marcelino Oreja. Y en este plan.Los calendarios de la Uni¨®n Espa?ola de ExpIosivos vinieron a sustituir a los calendarios de la revista Reinar¨¦, que eran algo as¨ª como el desplegable de Dios, con la santa del mes. El modelo er¨®tico de Hefner, sin duda, est¨¢ inspirado en el modelo m¨ªstico, o al rev¨¦s, como pasa siempre. Los calendarios de la Uni¨®n Espa?ola de Explosivos, que ya no bendec¨ªan cada rinc¨®n de esta casa, supusieron, en cambio, el perfume imposible de liebre montuna por cada rinc¨®n de la casa con hambre. Marsillach, en su funci¨®n, recuerda aquella frase de Miller: ?Y la Pascua lleg¨® como una liebre congelada?. A los hogares espa?oles de medio pelo llegaba la Pascua por decreto, pero casi nunca la liebre. As¨ª ¨¦ramos.
Los explosivos, en su funci¨®n supuestamente m¨¢s pac¨ªfica y nutritiva, la cineg¨¦tica, han inspirado una larga serie de calendarios que ha sido a la Espa?a de los 40/40 lo ,que los cartones de Goya a la Espa?a del despotismo ilustrado. Cada d¨ªa tiene su af¨¢n, cada cocina, su calendario, y cada siglo, su despotismo ilustrado. No s¨¦ si la Uni¨®n Espa?ola de la cosa ha dejado de repartir aquellos nutritivos calendarios o yo he dejado de usar calendario, pero ahora, con perspectivismo a lo Ortega, comprendo que cada calendario cineg¨¦tico / folkl¨®rico /recreativo supon¨ªa la secularizaci¨®n de la derecha por la derecha, la sustituci¨®n del cordero de Cristo por un cordero extreme?o con cordera y pastora. Y supon¨ªa, sobre todo, algo as¨ª como un espectrograma del alma de don Leopoldo Calvo Sotelo, o de su sociedad an¨®nima, porque Calvo Sotelo tiene, se dir¨ªa, alma de sociedad an¨®nima. Ahora que este hombre callado, prudente, discreto, marengo, es o va a ser nuestro presidente, los espa?oles querr¨¢n sab¨¦r qu¨¦ tiene por dentro, qu¨¦ piensa, qu¨¦ imagina. Bien, pues ah¨ª est¨¢ la radiograf¨ªa de su alma, en los calendarios de la Uni¨®n, de donde ha sido largamente baranda: liebres pintadas para el pueblo, pero sin que las coma el pueblo, mozas pintadas para el pueblo, pero sin que las cate el pueblo (ley de Divorcio otra vez en peligro), c¨¢ntaros ilustrados de agua fresca para la Espa?a de secarral que sue?a agua corriente. Estos calendarios han sido la herencia de la zarzuela y el g¨¦nero chico, cruzado todo del realismo indigesto de los Segura y otros crasos derechohabientes de lo que ellos creen Vel¨¢zquez y creen el realismo espa?ol. Por esos bodegones no hab¨ªan pasado Braque y el cubismo, como por el proletariado y la peque?oburgues¨ªa que los colgaba, no hab¨ªa pasado la revoluci¨®n cultural.
Despu¨¦s de tantos a?os reparti¨¦ndonos a los espa?oles el pintado fais¨¢n, don Leopoldo tiene ahora oportunidad de repartimos faisanes al homo. Nos han alimentado durante muchos a?os de naturalezas muertas, porque cre¨ªan que Espa?a era una moza feliz con su c¨¢ntaro. Don Leopoldo, queremos comernos algo vivo.
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