Acuerdo atl¨¢ntico
Recientemente, tres dirigente del mundo occidental han expresado su opini¨®n sobre el futuro de las relaciones Este-Oeste y la paz mundial. El presidente Reagan lo ha hecho en su primera conferencia de Prensa y en su conversaci¨®n con directores de diarios norte americanas; el presidente Giscard, en su amplia entrevista televisada; el canciller Schmidt lo ha hecho en su discurso ante el Bundestag; y Giscard y Schmidt en su comunicado de Par¨ªs, han vuelto a repetir lo que, seg¨²n ellos, deber¨ªa suceder al proceso de distensi¨®n.Los tres dirigentes, que comparten un mismo deseo de evitar una nueva guerra fr¨ªa, nos han dicho cu¨¢les son las condiciones para la reactivaci¨®n de una distensi¨®n mejorada, incluso a pesar de que la palabra misma, distensi¨®n, est¨¢ devaluada y se sugieren nuevos r¨®tulos.
Toda comparaci¨®n es odiosa; sin embargo, en esta competici¨®n de dirigentes, le concedo el primer premio al presidente Giscard por sus extraordinarias declaraciones, que cubren todo el panorama de las relaciones internacionales, quedando el segundo puesto para Schmidt.
Filosof¨ªa poco elaborada
Las opiniones del presidente Reagan y su filosof¨ªa del mundo parecen estar todav¨ªa bastante menos elaboradas, y en cuanto al resto de dirigentes europeos, que se han mantenido en silencio, no pueden protestar porque, una vez m¨¢s, Giscard y Schmidt hayan tomado el liderazgo de Europa. En cualquier caso, su comunicado de Par¨ªs representa la opini¨®n de la mayor¨ªa de los dirigentes europeos.
M¨¢s importante es el hecho de que los pensamientos del presidente Reagan, algo crudos en ocasiones, y los refinados an¨¢lisis de los dos estadistas europeos parezcan estar mucho m¨¢s pr¨®ximos de lo que hubiera parecido posible.
El presidente Reagan parte de una consideraci¨®n algo simplificada del pasado proceso de distensi¨®n: ?una v¨ªa de un s¨®lo sentido que la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha utilizado para obrar de acuerdo con sus propios objetivos?. Pero pensamos que los europeos le atribuyen un valor m¨¢s positivo al proceso de distensi¨®n, que, en su opini¨®n, ha contribuido poderosamente a la actual crisis pol¨ªtica del sistema sovi¨¦tico.
Sin embargo, ahora resulta que las reservas respecto a la distensi¨®n del presidente Giscard son bastante semejantes a las del pres¨ªdente Reagan. Lo que la distensi¨®n significaba, seg¨²n el presidente franc¨¦s, era la coexistencia pac¨ªfica entre el Este y el Oeste (convivir sin guerras), pero supuso tambi¨¦n ?un cambio en las posiciones de influencia en el mundo, que se ha dado en gran parte a favor de la Uni¨®n Sovi¨¦tica?. Los dos presidentes se muestran igualmente decididos a poner fin a una distensi¨®n tan unilateral.
Sentarse a negociar
El presidente Reagan formula este objetivo reafirmando el concepto de condicionantes: ?No se puede uno limitar a sentarse a negociar? los acuerdos de control de armamentos, dice ¨¦l, sin hacer referencia a las actividades sovi¨¦ticas en otras partes del mundo.
Giscard y Schmidt dicen que una nueva estabilizaci¨®n, que deber¨ªa ocupar el lugar de la vieja distensi¨®n, requerir¨ªa una lim¨ªtaci¨®n y moderaci¨®n por parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En adelante, no deber¨ªa darse ning¨²n otro cambio en la ?relaci¨®n de influencias? en el mundo, y la Uni¨®n Sovi¨¦tica deber¨ªa respetar la independencia de las otras naciones, comenzando por Afganist¨¢n y Polonia; de otra manera, la distensi¨®n no sobrevivir¨¢. As¨ª, pues, la estabilizaci¨®n de los europeos no es otra cosa que la vieja distensi¨®n, pero globalizada mediante condicionantes.
Los tres dirigentes dejan en suspenso, en base a estos condicionantes, el futuro de las conversaciones de control de armamentos, aunque dejan tal punto no muy claramente definido, dependiente de la aceptaci¨®n por parte de los sovi¨¦ticos de estas nuevas normas ampliadas de buen comportamiento.
El presidente Reagan dice tambi¨¦n que el objetivo de las conversaciones de armamento deber¨ªa ser ?una reducci¨®n real del armamento nuclear?, que los europeos no pueden dejar de aprobar, al tiempo que su inicio no tendr¨ªa por qu¨¦ esperar al desarrollo por parte de Estados Unidos de su nuevo programa de rearme, incluso aunque tal programa sea condici¨®n previa para un acuerdo equilibrado.
No aspirar a la superioridad
Giscard y Schmidt aprueban abiertamente la determinaci¨®n de Reagan de fortalecer a Estados Unidos. Giscard dice: ?Para el equilibrio de poder mundial no es bueno que una de las superpotencias, y especialmente nuestra aliada, sea d¨¦bil?. Simplemente advierten de que el objetivo correcto es poner remedio a la actual inferioridad, no aspirar a la ?superioridad militar?. Pero Reagan no ha dicho en ning¨²n momento que su objetivo sea conseguir la superioridad de Estados Unidos. En realidad, va a necesitar todas sus energ¨ªas para ponen fin a la inferioridad norteamericana, cada vez m¨¢s clara.
En un momento de grandes tensiones y peligros, cuando el Kremlin ha indicado de manera clara su decisi¨®n de no respetar la pluralidad e independencia de Polonia, los intentos de los dirigentes occidental.es por definir las condiciones para una mejor¨ªa de las relaciones Este-Oeste pueden parecer simplemente una expresi¨®n de buenos deseos.
Pero resulta al menos tranquilizador, en v¨ªsperas de lo que podr¨ªa muy bien convertirse en una gran crisis mundial, el hecho de que los Estados Unidos de Reagan y Europa occidental se encuentren fundamentalmente de acuerdo en unos puntos tan b¨¢sicos de pol¨ªtica, incluso antes de que Reagan se haya reunido con ning¨²n dirigente europeo. Puede que se hayan exagerado las diferencias atl¨¢nticas. Es necesario declarar la sustancial cohesi¨®n de Occidente de la manera m¨¢s en¨¦rgica, y lo antes posible, a fin de impedir cualquier c¨¢lculo err¨®neo por parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
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