Hilari¨®n Capucci: "Condeno la violencia, pero, apoyo la resistencia del pueblo palestino"
Pregunta. Hilarion Capucci, usted es un obispo cat¨®lico, pero distinto de lo que por aqu¨ª es costumbre.Respuesta. El Papa es nuestro jefe y por ¨¦l siento la mayor estima. Le he visto varias veces. Pero yo soy un oriental y mi jefe inmediato es el patriarca M¨¢ximos V. Oriente es la cuna de la Iglesia. En Cesare de Filipos, que es Oriente, se fund¨® la Iglesia; en Antioqu¨ªa, que es Oriente, se empez¨® a hablar de los cristianos. Orientales eran Jes¨²s, Mar¨ªa... Sin nosotros, vosotros no existir¨ªais.
P. Su historia no ha sido un camino de rosas. El Gobierno israel¨ª le meti¨® en la c¨¢rcel.
R. Tengo 54 a?os, de los cuales diecis¨¦is son de obispo. He pasado tres a?os y medio en la c¨¢rcel.
P. ?Por ser un obispo pol¨ªticamente comprometido?
R. Rechazo de plano ese calificativo. Yo soy un obispo. Y el obispo es el buen pastor, no un mercenario que huye cuando viene el lobo. Como obispo tengo encomendado el cuidado de los palestinos; de todos, tanto cristianos como musulm¨¢nes, jud¨ªos o ¨¢rabes. A ellos me debo.
P. ?Por qu¨¦ le encarcelaron?
R. Seg¨²n el tribunal jud¨ªo, repito, seg¨²n el tribunal que me juzg¨®, me condenaron porque ech¨¦ una mano a la causa de los palestinos.
P. ?Por participar, pues, en la lucha de liberaci¨®n del pueblo palestino?
R. S¨ª, pero conviene dejar muy clara la diferencia entre terrorismo y resistencia. Yo condeno el terrorismo pero apoyo, la resistencia. Imaginaos que un buen d¨ªa el invasor saquea vuestros campos y ocupa vuestro hogar, ?podr¨ªais, en conciencia, cruzaros de brazos? Eso es la resistencia, luchar en conciencia por vuestra patria.
P. Con una idea religiosa de la patria.
R. El amor a la patria es, de alguna manera, el amor de Dios. Si am¨¢is a Dios y ten¨¦is conciencia, deb¨¦is defender vuestra patria. Lo contrario seria traici¨®n; ser¨ªais un renegado. Yo quiero ser un hombre y no arrastrar una caricatura de hombre. El hombre no existe sin libertad ni dignidad. ?C¨®mo ser libre con la ocupaci¨®n? ?C¨®mo mantenerla dignidad sin patria?
P. Volvamos a vuestro encarcelamiento. Usted ha nombrado la causa alegada por el tribunal. ?Cu¨¢l fue la causa real? Porque se habl¨® de armas...
R. Yo no puedo decir m¨¢s.
P. En su liberaci¨®n intervino el Vaticano. ?Puso como precio la renuncia del obispo a la resistencia palestina?
R. No es cierto. Por supuesto que un hombre de Iglesia no debe meterse en pol¨ªtica. Pero el problema palestino es, en su ra¨ªz, un problema humanitario que luego se ha politizado. La Iglesia tiene que hacer suya la causa de hombre. Palestina ha sido ocupada dos veces, en 1948 y en 1967. Desde entonces, los palestinos andan errantes, de mala manera, por el mundo. Yo asumo el clamor de mi pueblo. Pero comprenda que nada pueda decir ni sobre las condiciones de mi liberaci¨®n ni sobre mis conversaciones con el Papa.
P. Es decir, que usted apoya pastoralmente la causa de su pueblo pero sin enrolarse en sus instrumentos pol¨ªticos; algo as¨ª como hac¨ªa Oscar Romero en El Salvador.
R. Yo soy yo y no me gusta compararme con nadie. Mi deber es ayudar a quien sufre.
P. Aunque sean americanos.
R. Efectivamente, aunque sean americanos. No vale la pena recordar cu¨¢l es la pol¨ªtica de Estados Unidos para con nosotros. Pues bien, yo he celebrado misa tres veces para la liberaci¨®n. de los rehenes; hice todo lo que pude para su liberaci¨®n dirigi¨¦ndome al Gobierno iran¨ª. Y acompa?¨¦ los cad¨¢veres de los americanos muertos en Tabas cuando aquella expedici¨®n de la Administraci¨®n Carter. Les acompa?¨¦ hasta Suiza, donde fueron entregados a la Cruz Roja Internacional.
P. Aunque sean jud¨ªos.
R. Tambi¨¦n a los jud¨ªos, mis hermanos. Cuando la persecuci¨®n nazi yo no ten¨ªa los medios de que ahora dispongo. S¨®lo contaba con mi pluma y con ella trat¨¦ de defenderles. No soy antisemita porque yo mismo soy un semita.
P. Usted se dio a conocer en el mundo entero con su encarcelamiento. Desde su liberaci¨®n se le ve a usted en el frente diplom¨¢tico de la lucha palestina. ?Qu¨¦ ecos encuentra su causa entre los pol¨ªticos?
R. Estamos avanzando, incluso en Europa. Valoramos muy positivamente la declaraci¨®n en Luxemburgo de la Comunidad Europea, que reconoce el derecho de autodeterminaci¨®n del pueblo palestino. Esta Europa que se ha significado tradicionalmente por la defensa del hombre debe interesarse en defender el derecho de los palestinos porque Palestina es la causa de todos los ¨¢rabes. Y de Oriente viene el petr¨®leo.
P. Claro que los intereses econ¨®micos de los europeos pasa por Washington.
R. Tambi¨¦n los americanos tienen necesidad de nosotros.
P. A ustedes les duele Jerusal¨¦n, la nueva capital israel¨ª.
R. No s¨®lo a nosotros, tambi¨¦n les debe preocupar a ustedes, los espa?oles, y a todos los europeos. Esa decisi¨®n unilateral va contra todo derecho internacional: contra los acuerdos de Ginebra, contra las declaraciones de la ONU, contra las decisiones del Consejo de Seguridad. Hasta el Vaticano, hace tiempo ya, pidi¨® un statu quo para Jerusal¨¦n. La cl¨¢usula sexta dec¨ªa que ninguna de las partes pod¨ªa apropiarse en exclusiva la Ciudad Santa.
P. En su rechazo de la decisi¨®n de Israel hay m¨¢s que razones pol¨ªticas.
R. Jerusal¨¦n es la ciudad de los Santos Lugares de las tres grandes confesiones: la cristiana, la musulmana y la jud¨ªa. Si los creyentes se van, la Ciudad Santa se convierte en un museo, en una esfinge.
P. Y los cristianos se van.
R. Se est¨¢n yendo. Antes de 1948 hab¨ªa 340.000 cristianos. Ahora somos 80.000.
P. ?Por qu¨¦ se van?
R. Porque la vida es dura en Israel. Hasta los jud¨ªos abandonan su tierra. Es mayor el n¨²mero de los que emigran que el de los que llegan. Muchos jud¨ªos de la di¨¢spora, los rusos por ejemplo, en vez de asentarse en Palestina se quedan en el camino, en Europa o Am¨¦rica.
P. Los ¨¢rabes tambi¨¦n se van.
R. No es agradable vivir en esclavitud. M¨¢s vale comer s¨®lo pan con dignidad que vivir en la molicie sin libertad.
P. Usted viene a abrir la semana palestina de Madrid. ?Qu¨¦ va a decir a los espa?oles?
R. Mi objetivo es mostrar a Occidente, y en especial a los espa?oles, lo que nuestra causa es en realidad. Mostrar el verdadero esp¨ªritu humanitario de nuestra tragedia, que adem¨¢s de una dimensi¨®n pol¨ªtica tiene esta vertiente humana de un pueblo expulsado por la fuerza de su patria en 1948 y en 1967. Desde entonces, una parte del pueblo palestino vive extranjero en su tierra bajo la ocupaci¨®n, y otra parte en el exilio. Este pueblo de cinco millones de habitantes reclama los derechos de cualquier otro pueblo.
P. ?No cree que esa constante referencia religiosa complica la soluci¨®n pol¨ªtica?
R. ?Por qu¨¦ la hab¨ªa de complicar?
P. Dec¨ªa Voltaire, y perdone la referencia, refiri¨¦ndose a las guerras de religiones, que ?Europa encontr¨® la paz cuando los Estados dejaron de hacer teolog¨ªa?.
R. La religi¨®n nada tiene que ver con el fanatismo. Si los jud¨ªos se acordaran de los tiempos en que eran un pueblo errante, como lo somos nosotros ahora, la soluci¨®n ser¨ªa posible. Mire, amigo, la vida es corta. Lo m¨¢s grande de la vida no es el dinero ni la riqueza. Es la atm¨®sfera. En esa atm¨®sfera se encuentra la amistad, el amor y Dios. Y Dios no nos ha hecho para que nos destrocemos unos a otros.
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