El compositor John Cage desentra?a el mundo ca¨®tico de una novela de Joyce
Estreno en Par¨ªs de la obra "Roaratorio"
Del encuentro de uno de los grandes de la m¨²sica contempor¨¢nea, John Cage, con uno de los monstruos de la literatura universal, James Joyce, surgi¨® en 1942 The Wonderfuff Widow of Eigteen Sprins, una melod¨ªa para voz y piano cerrado creada por el compositor ?seg¨²n las impresiones de Finnegans Wake?, la obra m¨¢s dif¨ªcil del escritor. Ahora, este ?inventor genial?, seg¨²n Sch?mberg, ha presentado en Par¨ªs la primera audici¨®n de Roaratorio sobre la novela de Joyce.
Muchos a?os m¨¢s tarde, cuando Radio Colonia invit¨® a Cage a crear una obra radiof¨®nica musical y Max Matews y Pierre Boulez, del Ircam (en el Centro Cultural Georges Pompidou), le pidieron la realizaci¨®n de un proyecto, el compositor, que decidi¨® unificar ambas demandas en una obra que respondiera a las dos, demostr¨®, una vez m¨¢s, su fidelidad con una obra que es casi un homenaje al genial irland¨¦s.El trabajo iniciado en 1976, que supuso m¨²ltiples relecturas de la novela Finnegans Wake y le convirtieron en ?un habituado de la extra?eza de este libro?, dio como resultado Roaratorio, an Irish Circus on Finnegans Wake, que en 1979 recibi¨® el Premio Sczuka a la mejor obra radiof¨®nica, de la que el compositor espera que ?permitir¨¢ al p¨²blico entrar en el mundo po¨¦tico y ca¨®tico de Finnegans Wake, al que el an¨¢lisis no ha conseguido todav¨ªa poner del lado de la raz¨®n, la ley y el orden ?.
Posteriormente a la grabaci¨®n original, Cage decidi¨® a?adir una partitura instrumental, componiendo de esta manera una nueva versi¨®n mixta de la misma obra, que es la que en el mes de enero present¨® el compositor en el Ircam, un estreno mundial, con la colaboraci¨®n de los m¨²sicos irlandeses que participaron en su creaci¨®n.
Seg¨²n Cage, la frase ?si alguien dice "no hay nada que hacer", esto indica lo que hay que hacer?, que su padre repet¨ªa cuando parec¨ªa cundir el des¨¢nimo, le ha ayudado a llevar hasta el final este Work in progress que constituye Roaratorio, pues, efectivamente, ha exigido del compositor y de su colaborador, John Fullemann, un largo y laborioso esfuerzo.
Asociaci¨®n de lugares y sonidos
La estructura de la obra est¨¢ basada en una asociaci¨®n de lugares y sonidos que aparecen mencionados en el libro de Joyce; para los primeros, Cage recurri¨® a la obra de Louis Mink A Finnegans Wake Gazaeteer, y para los segundos estableci¨® ¨¦l mismo una lista, entre 4.000 y 5.000 n¨²meros, que termin¨® en un texto, Listing through Finnegans Wake.Empleando, una vez m¨¢s, el azar, como en gran parte de su obra, mediante el I Ching, Cage hizo una selecci¨®n de 626 sonidos y lugares, el n¨²mero de las p¨¢ginas de la novela, a los que a?adi¨® la lectura de los Mesostics y ?un circo de m¨²sica tradicional irlandesa?, pues ?el mismo Joyce hab¨ªa cantado en las calles de Dubl¨ªn, y ciertos sabios comentaristas dicen que no hay pr¨¢cticamente nada en Wake que no pueda referirse a textos o ritmos de cantos irlandeses?.
La localizaci¨®n de los sonidos oblig¨® al equipo a una b¨²squeda por las diferentes emisoras de radio de los lugares seleccionados y a un largo peregrinaje por Irlanda para grabarlos sobre el terreno, distribuy¨¦ndolos luego en diferentes categor¨ªas, ruidos humanos, voces, gritos, llantos, sonido del agua, del viento, m¨²sica instrumental, etc¨¦tera, m¨¢s los cantos en ga¨¦lico y los ritmos de la flauta, el tambor (bodran) y la cornamusa irlandesa.
Tras la grabaci¨®n del texto por el propio Cage, y tom¨¢ndolo como gu¨ªa para la determinaci¨®n del emplazamiento exacto de todos y cada uno de los otros sonidos, se realizaron las mezclas. El resultado son cuatro bandas de diecis¨¦is pistas, que forman un conjunto de 64 pistas.
La ausencia internacional de intenci¨®n, un pensamiento zen grato a Cage, es una de las l¨ªneas de fuerza de su m¨²sica, evidente tambi¨¦n en Roaratorio. Los sonidos vienen y se van, se superponen, se infiltran unos en otros, se alejan libremente, sin intencionalidad, sin forzarlos. Es una m¨²sica que deja la atenci¨®n de los sentidos en libertad, que convierte la sala en un universo de sonidos procedentes de todos los ¨¢ngulos, entre los cuales la escucha del espectador puede pasearse an¨¢rquicamente, sin temor a perder o perderse, porque para este compositor, como para Thoreau, otro de ?sus amores?, ?la m¨²sica est¨¢ en todas partes; es s¨®lo la escucha la que se detiene y comienza de nuevo?.
Al llanto de un ni?o le acompa?a el sonido del viento o el grito agudo que se combinar¨¢ con la balada irlandesa, mientras la apagada voz de Cage, que lee su texto sentado, sirve a veces de contrapunto al magn¨ªfico canto del ?rey de los cantantes irlandeses?, Jose Heany.
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