La historia ejemplar de la Escuela de AItamira
?Altamira o Santillana? La pregunta sobre cu¨¢l de estos dos nombres es m¨¢s conocido en el mundo ser¨ªa tema de un debate interesante para eruditos. En todo caso, la respuesta para Santillana del Mar pasar¨ªa por una obligada referencia, si indagamos en pa¨ªses latinoamericanos, a la Editorial Santillana, mientras que para los franceses la fama le vendr¨ªa por la novela de Lasage No hay franc¨¦s que no haya le¨ªdo a Gil Blas, o a trav¨¦s d¨¦ la lectura de La n¨¢usea, de Sartre, y para los angl¨®fonos a partir de La Biblia en Espa?a, de Barrow. En el caso de los hispanohablantes, ser¨ªa interesante conocer el n¨²mero de los que saben que el marqu¨¦s de las serranillas nunca en sus escritos habl¨® de ¨¦ste su solar (tuvo otros muchos), y cuantos conocen su valor (?aqu¨ª la arquitectura se hace geograf¨ªa?) en la comprobaci¨®n directa, o cuantos desde los textos de Unamuno o del famos¨ªsimo Libro de Santillana, de Lafuente Ferrari, cuya nueva edici¨®n prepara Ediciones Librer¨ªa Estudio.El caso de Altamira es distinto, entre otras razones porque tiene una historia m¨¢s reciente, apenas cien a?os desde el descubrimiento por Sanz de Sautuola de las famosas cuevas de las pinturas, Capilla sixtina del arte prehist¨®rico.
Entre los innumerables documentos que han contribuido al conocimiento internacional de Altamira se encuentran los editados por la Escuela. d¨¦ Altamira, que, en palabras de Aurelio Garc¨ªa Cantalapiedra, es ?una de las m¨¢s brillantes realizaciones culturales de los a?os cuarenta santanderinos?. Con esta escuela quiere entroncarla Fundaci¨®n Santillana, dedic¨¢ndole este mismo verano una exposici¨®n-homenaje en su sede social, y un curso sobre su significado y trayectoria en el marco de la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo.
En beneficio del arte actual, fruto de la idea de un pintor alem¨¢n, Mat¨ªas Goeritz, que hab¨ªa llegado a Espa?a atra¨ªdo por los bisontes de Altamira, esta .escuela redujo su actividad a los a?os 1949 y 1950, pero atrajo en tan breve existencia la atenci¨®n de diversas personalidades mundiales, alcanzando sus teor¨ªas gran resonancia. Celebr¨® dos semanas de arte, edit¨® una revista, Bisonte, y desarroll¨® decenas de conferencias en las que la pol¨¦mica sobre el arte nuevo fue animada por figuras ya consagradas y por otros que lo ser¨ªan m¨¢s tarde. Ricardo Gull¨®n, Jos¨¦ Hierro, Eugenio d'Ors, Lafuente Ferrari, Sebasti¨¢n Gasch, Santos Torroella, Luis Felipe Vivanco, entre los cr¨ªticos, y entre los artistas, Pancho Coss¨ªo, Llorens Artigas, Anthony Stubbing, Angel F¨¦rr¨¢n, Cuixart, T¨¢pies, etc¨¦tera, formaron una n¨®mina que reforzaba ilustrando portadas y contraportadas de los carteles del genial Mir¨®.
Sobre sus resultados, que incluyeron tambi¨¦n la publicaci¨®n de varias monograf¨ªas, dir¨ªa m¨¢s tarde Ricardo Gull¨®n: ?Ha sido, seg¨²n creo, la manifestaci¨®n m¨¢s rica y cargada de posibilidades de acci¨®n est¨¦tica producida en Espa?a en los ¨²ltimos a?os?. Por su parte, Jos¨¦ Hierro, en 1973, escrib¨ªa bajo el t¨ªtulo de Diez a?os de arte: ?Hasta 1948, la inclinaci¨®n hacia una pintura no figurativa ha sido fatal e inconsciente. A partir de ese a?o, la b¨²squeda de un arte desvinculado de la realidad va a ser un prop¨®sito l¨²cido.
En su homenaje, el pr¨®ximo s¨¢bado, la Fundaci¨®n Santillana descubrir¨¢ una l¨¢pida en el zagu¨¢n del parador Gil Blas de Santillana.
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