Un modernizador en la Iglesia
LOS OBISPOS espa?oles han elegido para la presidencia de la Conferencia Episcopal a uno de sus hombres m¨¢s respetados.En sus diez a?os de presidente, el cardenal Taranc¨®n logr¨® desenganchar a la Iglesia espa?ola del nacionalcatolicismo, rompiendo de esta manera el maleficio de una Iglesia tradicionalmente aliada con las fuerzas m¨¢s reaccionarias de nuestra historia. El liderazgo indiscutible del anterior presidente tuvo en este proceso un peso decisivo.
Sin embargo, la llegada de la democracia cre¨® un evidente desconcierto en los prelados espa?oles, que lo tradujeron en una tendencia centr¨ªfuga, m¨¢s preocupada por defender intereses corporativistas que en desarrollar una visi¨®n generosa de los problemas del pa¨ªs. Ocurri¨® as¨ª cuando llegaron las elecciones de representantes del pueblo, momento en el que la Iglesia trat¨® de orientar el voto cat¨®lico hacia partidos cuyos programas en temas de divorcio, aborto y ense?anza coincid¨ªan con los de la jerarqu¨ªa. Y la misma tendencia se repiti¨® con la ley de Centros Docentes no Universitarios, donde la Iglesia defendi¨® contumazmente los intereses de sus centros en nombre de la libertad de ense?anza, relegando consideraciones de inter¨¦s general. Otro tanto sucedi¨® con el proyecto de ley sobre el divorcio, no content¨¢ndose los obispos con exponer la doctrina cat¨®lica, sino que trataron por todos los medios de que el legislador tradujera en norma sus planteamientos pastorales.
Las primeras declaraciones del nuevo presidente, D¨ªaz Merch¨¢n, al tiempo que reflejan fielmente su l¨ªnea anterior anuncian un mayor respeto al pluralismo social de nuestro pa¨ªs. Dec¨ªa el arzobispo de Oviedo que ? lo principal es la presencia de la Iglesia en la sociedad, no la politizaci¨®n?. La Iglesia, al igual que cualquier otra instituci¨®n social, es muy due?a de influir en el tejido social y hacer valer en ¨¦l, por m¨¦todos persuasivos, sus planteamientos ¨¦ticos sobre los problemas de la realidad espa?ola. Pero es el Estado, a trav¨¦s de instituciones laicas, quien decide lo que quiere o interesa a la sociedad en su conjunto.
Si D¨ªaz Merch¨¢n, que pasa por ser hombre moderadamente modernizador, es capaz de integrar las tensiones intraeclesiales y de distanciar a la jerarqu¨ªa de la reyerta pol¨ªtica, habr¨¢ hecho un buen servicio no s¨®lo a los cat¨®licos de este pa¨ªs, sino al pa¨ªs mismo. Es verdad que esta esperanza se ve mitigada por hechos como la timidez de la respuesta de la jerarqu¨ªa cat¨®lica al brutal atentado contra las libertades que protagonizaron sectores de las Fuerzas Armadas el pasado lunes. Sin involucrar para nada su actitud en las diferentes opciones pol¨ªticas, los obispos bien podr¨ªan haber hecho gala de su desvelos por la sociedad espa?ola y el bien com¨²n, ejerciendo la acci¨®n pastoral en un tema tan unificador de las posiciones populares como que era todo el Congreso de los Diputados -representaci¨®n de la soberan¨ªa de este pa¨ªs- el que estaba bajo el secuestro de la fuerza y el terror armado. D¨ªaz Merch¨¢n accede, pues, a sus responsabilidades en momentos de indudable tensi¨®n y preocupaci¨®n para Espa?a. De su tacto y de su capacidad depende en gran parte que la influencia de la Iglesia cat¨®lica no sea un factor de divisi¨®n entre espa?oles ni un elemento m¨¢s de manipulaci¨®n por los enemigos de la libertad. Actitudes valerosas y a¨²n recientes del episcopado espa?ol avalan sobradamente -pese a los ¨²ltimos acontecimientos- esta posibilidad.
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