La Biblioteca Nacional
Un irritado lector de esta Biblioteca ha escrito una carta a EL PAIS sobre deficiencias en el servicio. La falta de mesura en el estilo est¨¢ indicando que el autor, se?or Alvarez Junco, era v¨ªctima de un fuerte estado emocional.No es sorprendente que se puedan perder diez minutos en el guardarropa, teniendo en cuenta que a la Biblioteca vienen al d¨ªa m¨¢s de 2.000 personas. Lo que s¨ª lo es es que el se?or Alvarez Junco no haya sido capaz de ver a las cinco o seis personas que por la ma?ana est¨¢n en el servicio de informaci¨®n, a la entrada de la biblioteca, resolviendo consultas y acompa?ando a los lectores en sus b¨²squedas bibliogr¨¢ficas. No es cre¨ªble que los bedeles consideren toda petici¨®n de libros como una evidente agresi¨®n ni que den muestras de una satisfacci¨®n s¨¢dica cuando la obra solicitada est¨¢ en otra sala. Naturalmente es una desgracia que haya que esperar unos minutos para conseguir una fotocopia o unos d¨ªas para unos microfilmes; pero se obtienen las fotocopias y los microfilmes incluso con rapidez superior a la normal en centros extranjeros cuando se indica y justifica la urgencia.
Es una falsedad y una broma de mal gusto decir que los bibliotecarios ignoraban la existencia de los c¨®dices de Leonardo, como afirmar que un librero de Francfort denunci¨® el robo de los mapas.
Por ¨²ltimo, me permito recordar al se?or Alvarez Junco que su irascibilidad es sobradamente conocida y sufridamente tolerada por el correcto y paciente personal de la Biblioteca, y que esta ¨²ltima expresi¨®n de malos modos, seg¨²n confesi¨®n propia, se debi¨® al hecho de haber sido objeto de amonestaci¨®n al comprobar el bibliotecario encargado de una de las salas que gran parte de los trabajos que pretend¨ªa introducir en la misma eran trabajos de clase de sus alumnos, para cuya correcci¨®n, por lo visto, esta Biblioteca deber¨ªa ofrecerle c¨®modo lugar e impedir el acceso a otras personas que realmente vinieran a consultar los libros de la Biblioteca.
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