El decomiso de reses cuyo tiroides pese m¨¢s de 70 gramos acaba con el "fraude del vacuno"
Hubo un tiempo, en 1964, en que los inspectores sanitarios de la Direcci¨®n General de Sanidad, del entonces Ministerio de la Gobernaci¨®n, en el ramo de productos de origen animal se las tuvieron que ver con la casta brava de los lecheros, como recientemente se las han tenido que ver con la brava casta de los ganaderos.Aquel a?o -?ya es como contar batallitas?-, dice Francisco Montalvo, actual jefe del Servicio de Productos Alimenticios de Origen Animal, los inspectores tuvieron que hacer cumplir a las vaquer¨ªas y lecher¨ªas la prohibici¨®n de vender leche que no fuera procedente d una central lechera. ?Eramos siete ?, cuenta Francisco Montalvo, ?y trillamos Madrid?. ?A uno de nosotros le cost¨® caro?, a?ade. ?Un vaquero de la zona de R¨ªos Rosas se empe?aba en seguir vendiendo leche de sus vacas y, en una de las visitas que le hizo el inspector, le recibi¨® a golpes. Le dio una paliza enorme. Nuestro compa?ero no ha levantado cabeza desde entonces ?.
El Servicio de Productos Alimenticios de Origen Animal atiende a tres grandes ramas: carnes, leches y pescados, y aparte, miel y huevos, con todos los derivados de tal conjunto.
La reciente batalla de los finalizadores se ha dirigido, en el lado de la Administraci¨®n sanitaria, desde estos despachos. Seg¨²n parece, est¨¢ ganada. Se hab¨ªa ya notado un sensible descenso en la detecci¨®n de anomal¨ªas de este tipo, aseguran los funcionarios de este Servicio, y actualmente ?s¨®lo quedan casos aislados, sin valor estad¨ªstico, a ra¨ªz de una reciente circular emitida por la Direcci¨®n General de Salud P¨²blica, en la que indica que se puede decomisar en los casos de vacunos en que se trate de colectivos de animales del mismo origen, con tiroides cuyo peso sea superior a los setenta gramos?, precisan.
Sobre todo este asunto de las hormonas y las antitiroideas aplicadas para el engorde artificial del vacuno, de reciente resonancia, y sobre la actividad desplegada por este servicio, Francisco Montalvo afirma que la erradicaci¨®n del fraude se inici¨® en 1978 ?con una circular que orden¨® el decomiso en relaci¨®n con los antifiroideos; hay pruebas de que ya entonces se empez¨® a trabajar y de que el tema ha saltado a la opini¨®n p¨²blica cuando empezaba a dejar de ser problema, y puedo asegurar que ya no lo es?.
Los datos oficiales al respecto no se han hecho p¨²blicos, ?por raz¨®n de medidas precautorias que a¨²n debemos mantener?, justifica Montalvo, pero se nos adelanta que los informes del ¨²ltimo trimestre procedentes de varias provincias son satisfactorios. Se nos muestran para su lectura algunos de ellos y, en efecto, las delegaciones territoriales est¨¢n sobre estos decomisos.
Dos veterinarios apoyan a Francisco Montalvo en el suministro de datos que se nos facilitan. Fernando Tovar Hern¨¢ndez, jefe de la secci¨®n de Control de Carnes y Productos C¨¢rnicos, y Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez Gonz¨¢lez, jefe del negociado de Alimentos Preparados.
La misi¨®n de este servicio es registrar industrias y alimentos, as¨ª como ordenar y coordinar las campa?as de inspecci¨®n de los mismos a nivel nacional. A cada industria se le da un n¨²mero de registro sanitario, el cual deben exhibir todos y cada uno de los productos autorizados y por ella elaborados, ya que estos ¨²ltimos solamente se anotan en el expediente que, de cada industria, queda archivado.
Son pocos los productos de origen animal que tienen registro espec¨ªfico, el cual exigir¨ªa an¨¢lisis previo a su salida al mercado. Solamente se da esta circunstancia en algunos casos, como, por ejemplo, un determinado preparado que se utiliza para rebozar. Cada expediente de solicitud de n¨²mero de registro de industria y anotaci¨®n de productos ?se estudia minuciosamente, comprobando el acta de inspecci¨®n, y confirmada en su caso, por el inspector provincial de Sanidad Veterinaria de donde radique la industria solicitante?.
Esto es lo que se viene haciendo desde 1975. La industria c¨¢rnica, en concreto, se reg¨ªa ya por algunas reglamentaciones, que se remontan a 1918, en materia de mataderos.
Todo pueblo de m¨¢s de 2.000 habitantes deb¨ªa tener, seg¨²n aquella legislaci¨®n, un matadero. Posteriormente, en 1955, proliferaron los mataderos frigor¨ªficos, a los cuales se les dio un n¨²mero de registro. En el a?o 1976 se cre¨® una nueva reglamentaci¨®n incluyendo a todos los mataderos: municipales, frigor¨ªficos e industriales; estos ¨²ltimos surgieron en los a?os cuarenta como anejos a empresas fabricantes de embutidos y con autorizaci¨®n para uso exclusivo de ¨¦stas.
Dificultades de las inspecciones
El control de la carne tiene un primer escal¨®n en el veterinario titular de la localidad, que est¨¢ presente en las matanzas, las cuales se establecen por d¨ªas y horas.
En los grandes mataderos, la inspecci¨®n corre a cargo de un inspector oficial (hasta hace poco, pagados por el matadero, aunque nombrados por la Administraci¨®n, lo cual se prestaba a conflictos).
En los mataderos industriales hay un veterinario ejerciendo funciones inspectoras. En el caso de sacrificio de cerdo, independientemente del estudio de la canal y v¨ªsceras, se toman muestras de cada uno para determinar si tiene o no triquinosis. No siempre se advierte esta enfermedad. Hay veterinarios que han realizado inspecciones y no advirtieron la triquinosis y han pagado con c¨¢rcel su fallo profesional.
Las f¨¢bricas de embutidos se controlan mediante interventores sanitarios que perciben sus honorarios seg¨²n el movimiento de cada industria.
En los que respecta a carne de aves, el auge de esta especie, principalmente el pollo, se produce despu¨¦s de 1965. Antes, comerse un pollo era un lujo.
Actualmente, hay unos doscientos mataderos de aves. De ellos, una cuarta parte est¨¢ catalogada como grandes, esto es, que matan aproximadamente entre todos unos doscientos millones de aves al a?o. El tipo medio se corresponde con un sacrificio de unos dos millones de aves, y la mayor¨ªa son de un mill¨®n de aves sacrificadas al a?o.
La mayor parte est¨¢n integrados. Es decir, realizan en cadena todo el conjunto de actividad de producci¨®n y comercializaci¨®n. En cada una de estas industrias hay nombrado un veterinario del Estado con un contrato bilateral con la empresa regulado por los convenios de mataderos de aves.
En 1979, el principal tonelaje de carne producido fue el suficiente: porcino, con 939.000 toneladas; aves, 747.000; bovino, 394.000; ovino, 121.000, y conejos, 110.000.
Estas cifras revelan que somos un pa¨ªs deficitario en vacuno.
?La falta de vacuno explica la situaci¨®n actual, el tener que alimentarnos en gran parte de pollo y cerdo. Y el hecho de tener que criar cerdos y pollos en grandes cantidades origina las tendencias del mercado. Claro que no sabe igual un pollo de ahora que un. pollo de antes, como suele decirse. Pero no queda m¨¢s remedio?, aseguran estos expertos.
?Hay que partir de que no es lo mismo alimentar un pollo en el corral durante un a?o a base de grano, y un cerdo en monta?era venga a comer bellotas, que por el sistema acelerado y de piensos compuestos. Pero todo se reduce a econom¨ªa y consumo. Ni se podr¨ªan producir en aquellas condiciones los pollos y cerdos que se necesitan ni podr¨ªan pagarse, porque ser¨ªan car¨ªsirnos?. De este modo, la tecnolog¨ªa en la crianza y alimentaci¨®n de animales ha permitido comer carne a los menos pudientes.
Estas leyes de la econom¨ªa y el consumo tienen tambi¨¦n puertas abiertas a las trampas. La incidencia de las irregularidades en el campo de la salud es lo que este servicio trata de controlar en los productos de su competencia.
La estructura de los servicios de inspecci¨®n se configura en servicios centrales y provinciales. ?Habr¨ªa que duplicar los efectivos, desde luego, pero razones presupuestarias lo impiden?, confirman Montalvo y los jefes de sus secciones. ?La principal carencia no es cuesti¨®n de n¨²mero de hombres, fundamentalmente ?, a?aden, ?sino tambi¨¦n de otros factores, como, por ejemplo, los presupuestos?.
A t¨ªtulo de explicaci¨®n surge la an¨¦cdota del trabajo en una reciente campa?a por la que se ataj¨® una determinada partida de un producto. Pr¨¢cticamente se movilizaron todos los efectivos humanos disponibles y se consigui¨® paralizar, en la mayor¨ªa de pueblos y ciudades, la venta de los surtidos de las latas de anchoas buscadas por haberse descubierto que conten¨ªan toxinas. Mover dichos efectivos a la acci¨®n supone una previsi¨®n de planeamiento, en la cual entran como parte primordial el cap¨ªtulo de gastos, que hay que retocar con frecuencia, por causa de la actual cortedad presupuestaria y la influencia que ejercen en ella algunos elementos cambiables. Una simple subida del coste: del kilometraje, que altera las dietas, obliga a reajustes apurados, del presupuesto de una determinada campa?a de inspecci¨®n.
Tales an¨¦cdotas cobran categor¨ªa en materia de inspecci¨®n sanitaria por el hecho de su reiteraci¨®n y su significado. ?A pesar de las circunstancias, desfavorables en estos sentidos, actualmente estamos en condiciones de llegar a todos los puntos de fabricaci¨®n, venta y consumo, incluidos los comedores colectivos, cocinas centrales, catering, etc¨¦tera, aseguran en el Servicio de Alimentos de Origen Animal.
En 1980, este servicio realiz¨® 38 campa?as de control de productos alimenticios y alimentarios. El fraude sanitario en materia alimentaria se contempla desde estos servicios como ?m¨¢s espectacular que real, a pesar de los casos, trascendidos a la Prensa?. Y, en s¨ªntesis, se estima que los productos envasados ofrecen m¨¢s garant¨ªas de salubridad que los crudos o los llamados naturales.
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