La Rep¨²blica Federal de Alemania y "el nuevo Estados Unidos"
En un momento en que la crisis del proceso de distensi¨®n y la crisis econ¨®mica mundial han sacudido fuertemente gran parte de la seguridad, que ha convertido la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) en una de las democracias industriales m¨¢s estables y pr¨®speras, el problema de las relaciones con el ?nuevo Estados Unidos? de Reagan ocupa gran parte de las mentes de los dirigentes alemanes.La RFA es un pa¨ªs que, a pesar de sus grandes logros, se siente a¨²n en un inc¨®modo estado de provisionalidad, dividida y sin un tratado de paz, con el Ej¨¦rcito rojo en sus fronteras. y su capital hist¨®rica separada del cuerpo de la ?aut¨¦ntica Alemania?.
Son estas las razones por las que el lazo especial que le une con Estados Unidos sigue siendo, m¨¢s que nunca, la ¨²ltima garant¨ªa de la existencia misma de la Rep¨²blica Federal. Tras las muchas frustraciones de la era Carter, ?qu¨¦ esperan los dirigentes de Bonn de los nuevos hombres de Washington?
En palabras de uno de los consejeros de mayor confianza del canciller Schmidt: ?En general, tenemos la impresi¨®n de que va a mejorar la cooperaci¨®n entre Europa y Estados Unidos, en comparaci¨®n con la ¨¦poca de Carter, tanto en ambiente, como en contenido y en continuidad. No es que vaya a ser m¨¢s f¨¢cil, pero s¨ª de mayor confianza; la nueva Administraci¨®n parece calculadora, algo que no se pod¨ªa decir de Carter?.
Olvidar la campa?a electoral
Cuando regres¨® el canciller Schmidt de su primer encuentro con Ronald Reagan (ya elegido presidente, aunque sin haberse instalado todav¨ªa en la Casa Blanca), les dijo a sus colegas de Bonn que ?ten¨ªan que olvidar todo lo que se hab¨ªa dicho durante la campa?a?. Consideraba que Reagan ten¨ªa un gran talento para seleccionar a los individuos adecuados para los puestos de responsabilidad y que estaba dispuesto a continuar los acuerdos SALT.
En esta valoraci¨®n, globalmente positiva, la presencia del general Haig en el Departamento de Estado tiene un papel muy relevante. Se le considera un hombre que pone a Europa por delante, y su experiencia en asuntos europeos es inmejorable. Seg¨²n me dice otro consejero de Schmidt: ?No ha habido hasta ahora un secretario de Estado norteamericano con un conocimiento tan profundo de los problemas europeos. Haig tiene un conocimiento minucioso de los problemas nacionales de los socialdem¨®cratas alemanes y de los cristianodem¨®cratas italianos?.
Pero los alemanes piensan que siguen existiendo conflictos y rivalidades entre los altos cargos de Washington. Creen que ?la nueva Administraci¨®n no ha alcanzado todav¨ªa el punto de articulaci¨®n y definici¨®n decisivo de su pol¨ªtica exterior o de sus m¨¦todos de trabajo?. Por eso, dicen ellos, ?seguimos esperando la prueba decisiva?. Tal prueba podr¨ªa darse en la cuesti¨®n de la reanudaci¨®n de las conversaciones sobre control de armamentos con la Uni¨®n Sovi¨¦tica: una necesidad vital para Europa.
Los alemanes han cre¨ªdo detectar una de las se?ales m¨¢s positivas de la nueva Administraci¨®n norteamericana en un pasaje importante del mensaje econ¨®mico del presidente Reagan al Congreso de Estados Unidos, que dec¨ªa lo siguiente: ?Seguimos empe?ados en el objetivo de la limitaci¨®n de armas mediante la negociaci¨®n, y esperamos poder convencer a nuestros adversarios de la necesidad de llegar a unos acuerdos realistas, equilibrados y verificables. Pero, mientras negociamos, nuestra seguridad debe estar plenamente protegida por un programa de defensa equilibrado y realista?.
Por estos motivos, los alemanes afirman: ?Esperamos que se reanuden las negociaciones sobre el control de armamento, tanto sobre el tratado SALT como en lo relativo a la cuesti¨®n de los euromisiles?. Y esperan que ?contin¨²e, en su sustancia, el proceso de distensi¨®n en Europa?, gracias a estas negociaciones. El discurso del presidente Breznev en el 26? Congreso del PCUS ha reforzado estas esperanzas.
En la reuni¨®n de Munich, los alemanes han encontrado en¨¦rgico a Carlucci, aunque, en conversaciones privadas, tambi¨¦n se ha mostrado considerado y sensible a los problemas alemanes. Piensan que habr¨¢ dificultades con Washington en la cuesti¨®n de los gastos de armamento, pero que ser¨¢n superadas. Respecto a las responsabilidades de Europa fuera del ¨¢rea de la OTAN, los alemanes se muestran dispuestos a ?llenar los vac¨ªos? que los norteamericanos puedan dejar en Europa. Est¨¢n dispuestos a ofrecer las bases de apoyo necesarias para la intervenci¨®n de una fuerza de r¨¢pido despliegue de Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo. Y parecen igualmente dispuestos a aumentar su responsabilidad mar¨ªtima en la zona del Atl¨¢ntico (por fin se est¨¢n levantando en parte los l¨ªmites de armamento naval alemanes impuestos por el tratado de guerra).
Pero el problema verdadero sigue siendo la aceptaci¨®n por parte de Estados Unidos del principio de unas nuevas ?negociaciones sobre armamento serias?, adem¨¢s de la insistencia europea en que el objetivo de Occidente debe ser, como hasta ahora, la igualdad militar, no la superioridad.
Respecto a este ¨²ltimo punto, los alemanes admiten ?no tener ni idea? de lo que ?los nuevos norteamericanos ? quieren realmente. Y por ¨²ltimo, temen grandemente un enfrentamiento con Estados Unidos en las relaciones con el Tercer Mundo, y especialmente con El Salvador, y piensan que quiz¨¢ la Administraci¨®n Reagan no se d¨¦ cuenta de que la intervenci¨®n norteamericana en El Salvador provocar¨ªa reacciones muy graves en Europa, e impondr¨ªa un ?sentimiento antinorteamericano? en la totalidad de la izquierda europea. As¨ª pues, hay nubes que siguen oscureciendo las relaciones germano-norteamericanas.
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