Guti¨¦rrez Mellado
Es triste que la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles haya tenido que percatarse de la entereza y del valor del general Guti¨¦rrez Mellado a trav¨¦s de unas im¨¢genes televisivas que ojal¨¢ no se hubieran tenido que grabar nunca. Es triste, en efecto, ver c¨®mo un fan¨¢tico uniformado zarandea e intenta zancadillear -sin conseguirlo, adem¨¢s- a un teniente general que es inmensamente superior a ¨¦l en edad, en sabidur¨ªa y en gobierno. Triste, tambi¨¦n, porque estas im¨¢genes que no nos honran en absoluto ya han aparecido en todas las pantallas del mundo, y triste, finalmente, porque dicha agresi¨®n fisica fue el remate de una de las campa?as m¨¢s insidiosas de nuestra reciente historia. El general se retira de la escena pol¨ªtica acompa?ado del aplauso clamoroso del Congreso y del afecto popular, pero, por su conocida modestia, dif¨ªcilmente estos sentimientos podr¨¢n hacerle olvidar las amarguras y agravios sufridos. S¨®lo el d¨ªa de ma?ana le har¨¢ justicia el juicio hist¨®rico.A lo largo de los cuatro a?os y medio que permaneci¨® al frente de la Vicepresidencia para Asuntos de la Seguridad y la Defensa Nacional, el general Guti¨¦rrez Mellado fue sistem¨¢ticamente atacado por un sector que se arroga el patriotismo en exclusiva y que cuenta con medios de difusi¨®n propios. Los ataques en cuesti¨®n, aunque llevados al terreno personal de forma corrosiva, iban realmente contra el Estado constituido al que el general serv¨ªa fielmente. Se plantea ahora s¨ª esta campa?a ha tenido relaci¨®n directa con la gestaci¨®n del golpe frustrado. Intervengan o no los tribunales, de lo que no cabe duda es que la campa?a sembr¨® la desuni¨®n entre los militares, lo cual es grave.
4 de marzo
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