Puntualizaci¨®n de Oscar Alzaga

Con el mayor estupor he le¨ªdo el extens¨ªsimo texto que incluye EL PAIS en las p¨¢ginas primera y once del ejemplar de ayer en uno de cuyos titulares se dice: ?Paralelismo entre un presunto documento eclesial y las enmiendas de Oscar Alzaga al proyecto de ley de Divorcio?. Ante un incre¨ªble c¨²mulo de errores, acogi¨¦ndome al derecho, de r¨¦plica que me concede la legislaci¨®n vigente, y muy en especial a tu amistad y al derecho de los lectores a recibir una informaci¨®n ver¨ªdica, me veo en el deber de solicitarte la publicaci¨®n de la presente, con el fin de aclarar los siguientes extremos:1. Mis creencias religiosas nunca han constituido obst¨¢culo para comportarme en la vida p¨²blica con la debida independencia respeto a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Conocedor como soy de los t¨®picos anticlericales que se esgrimen con frecuencia y total ligereza -desde ciertos medios de difusi¨®n- sobre el ?vaticanismo? de los parlamentarios que practicamos la religi¨®n cat¨®lica, a ra¨ªz de iniciarse la discusi¨®n de la ley de Divorcio en la Comisi¨®n de Justicia del Congreso, que presido, tuve buen cuidado de abstenerme de mantener cualquier relaci¨®n directa o indirecta con los miembros de la Conferencia Episcopal.

2. En mi condici¨®n de catedr¨¢tico de la facultad de Derecho y de abogado en ejercicio, entiendo algo de normas jur¨ªdicas y creo no necesitar que ning¨²n obispo me dicte enmienda alguna al proyecto de ley de Divorcio ni a ning¨²n otro. En situaci¨®n an¨¢loga se encuentra la totalidad de los diputados espa?oles, que no acostumbran a escribir al dictado. Estoy seguro de que los periodistas de EL PAIS tambi¨¦n tendr¨¢n a gala no escribir al dictado.

3. No s¨¦ nada de ese fantasmal documento episcopal del que escribe tu peri¨®dico. He dedicado hoy alg¨²n tiempo a telefonear a parlamentarios de muy diversa significaci¨®n pol¨ªtica y resulta que tampoco ellos saben nada del mismo. De la prolija informaci¨®n que rectifico tampoco se deduce nada preciso sobre ¨¦l. En efecto, se empieza por escribir que ?miembros de un sector de la Conferencia Episcopal Espa?ola han podido enviar en las ¨²ltimas semanas a destacados dirigentes de UCD un documento reservado que contiene objeciones al proyecto de ley de Divorcio en su actual redacci¨®n?. Y junto a la vaguedad de la expresi¨®n ?poder enviar?, resulta que no hay manera de localizar a un dirigente de UCD -destacado o no que haya recibido tan desconocido documento. De otra parte, la noticia se atribuye a una ?fuente centrista?, es decir, est¨¢ amparada en cierto anonimato. Tan s¨®lo hay una pista cuando se indica que don Antonio Jim¨¦nez Blanco recibi¨® el pretendido documento eclesial del obispo don Antonio Montero. Puesto al habla con el primero, he podido saber que hace m¨¢s de dos a?os que no ve ni tiene noticia alguna del citado obispo, y que es plenamente ajeno a esta informaci¨®n.

4. El documento episcopal en cuesti¨®n, por tanto, ni creo que exista ni desde luego ha llegado nunca a mis manos. En cuanto al cotejo de p¨¢rrafos que hac¨¦is entre mis propuestas de modificaci¨®n de este texto legal y el inexistente documento eclesial, es curioso observar que varias de ?las coincidencias? consisten simplemente en propugnar, con o sin matices, algo tan simple como el retorno a las tesis del proyecto del Gobierno.

5. Todos sabemos que la Conferencia Episcopal tom¨® postura p¨²bIica sobre el dictamen de la Comisi¨®n de Justicia del Congreso en su muy difundida declaraci¨®n de 3 de febrero de 1981, y que se ha abstenido de pronunciarse sobre f¨®rmulas t¨¦cnico-Jur¨ªdicas alternativas.

6. Como esto seguro de que un y peri¨®dico serio como EL PAIS no ha podido inventarse tan imaginativa novela, me permito sugerir el equ¨ªvoco -provocado por alguien desde fuera, con intenci¨®n que no debo juzgar- con alguna de las muchas notas con propuestas reaccionales diversas sobre los puntos controvertidos -que desde diciembre todos los parlamentarios

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