Primera victoria de Espa?a en Wembley
Espa?a consigui¨® ayer en el hist¨®rico estadio de Wembley la primera victoria lograda frente a Inglaterra en las islas. Un equipo que te¨®ricamente era muy inferior al ingl¨¦s fue capaz de conseguir un resultado positivo que, sin duda alguna, tendr¨¢ que ser recordado por los aficionados como aquellos anteriores logrados el d¨ªa de San Isidro de 1929 en Madrid y en R¨ªo de Janeiro en el Mundial de 1950.Los ingleses le tem¨ªan a Espa?a por desconfianza hacia su selecci¨®n. A los espa?oles nos suced¨ªa exactamente lo mismo. Dar un duro por las posibilidades goleadoras de nuestra selecci¨®n era una temeridad, y en el primer tiempo dos de los tres hombres de la Real Sociedad lograron batir al veterano Ciemence. Con un equipo tutti, frutti, es decir, sin ninguna l¨ªnea con dos hombres de? mismo equipo, Espa?a plant¨® cara en Wembley a una selecci¨®n inglesa que, efectivamente, a pesar de conservar, algunas de las virtudes fundamentales del f¨²tbol de las islas, no tiene la conjunci¨®n necesaria para ser por el momento aspirante al pr¨®ximo t¨ªtulo mundial, y hay que a?adir adem¨¢s que, si no mejora, su clasificaci¨®n corre serio peligro.
Espa?a se agazap¨® atr¨¢s sobre la base de unas ideas preconcebidas. La ¨²nica variaci¨®n de? esquema de Santamar¨ªa estuvo en la selecci¨®n inglesa y no en la espa?ola. Greenwood, a ¨²ltima hora, prescindi¨® de Woodcock y aline¨® en su lugar a Hodle, que se situ¨® en la l¨ªnea media, para dejar paso delante a Kevin Keegan; sobre ¨¦ste se situ¨® V¨ªctor, como estaba previsto, a pesar del cambio de ubicaci¨®n del ingl¨¦s. Esta variante produjo la circunstancia de que Tendillo se qued¨® en muchos momentos de segundo libero, junto a Maceda, al no tener a quien marcar. Hoolle, por contra, se qued¨® pr¨¢cticamente solo y esa libertad con la que pudo moverse le permiti¨® entrar franco al remate en el borde de? ¨¢rea y ello produjo el gol de? empate.
Los ingleses dejaron adelante a Mariner, Kecgan y Francis, sobre los que se situaron el zaragocista V¨ªctor y los laterales. Juanito se qued¨® en el centro de? campo para ser el ordenador de? juego espa?ol. Su actuaci¨®n sobre todo en el primer tiempo, fue fundamental. Estuvo inspirado y propici¨®, entre otras cosas, las dos jugadas que se tradujeron en gol. Delante se quedaron Marcos y Satr¨²stegui, que fueron en algunos instantes almas en pena, pero que persiguieron a sus pares cuando fue necesario y se situaron ¨®ptimamente en los momentos de contraataque.
Los ingleses utilizaron su habitual f¨®rmula de centros pasados al segundo palo, para buscar el remate de sus hombres m¨¢s corpulentos, pero esta vez no les dio resultado alguno.
La presi¨®n inglesa fue en muchos momentos agobiante, y en esos instantes los espa?oles ofrecieron alguna endeblez. El nerviosismo por la victoria que estaban consiguiendo de manera tan r¨¢pida e inesperada, m¨¢s el estado de? terreno, al que dif¨ªcilmente se acoplaron, les impidi¨® moverse con adecuada soltura.
En el segundo per¨ªodo la presi¨®n inglesa fue mayor y Espa?a pareci¨® absolutamente dedicada durante algunos minutos. a conservar un triunfo con el que no se so?aba. V¨ªctor, que cumpli¨® con eficacia su misi¨®n, fueQ suplido por el sevillista Montero, que intent¨® ayudar a armar m¨¢s el centro del campo, en donde Joaqu¨ªn y Zamora no cejaban en su empe?o de lanzar a sus compa?eros de ataque.
Espa?a consigui¨® una ligera distensi¨®n y volvi¨® a intentar el remate. Satr¨²stegui dispuso de una magn¨ªfica ocasi¨®n para marcar de nuevo, pero su remate de cabeza sali¨® fuera. Marcos tambi¨¦n quiso probar fortuna, lo mismo que Zamora, pero Clemence, seguro y bien colocado, ataj¨® los dos remates.
Los jugadores espa?oles supieron sacrificarse para defender el resultado. Maceda se cruz¨® bien en los acosos, y Tendillo, aunque se vio obligado a salir m¨¢s de una vez de su demarcaci¨®n, cort¨® innumerables balones. La temida biso?ez de algunos elementos qued¨® superada por su entrega.
Los ingleses realizaron dos cambios en busca de una mayor efectividad, Santamar¨ªa orden¨® los suyos para que pudieran reposar quienes comenzaban a sentir el peso de? esfuerzo realizado. Dan?, en los pocos minutos que actu¨®, no se qued¨® en la zona de ordenamiento general que ocup¨® Juanito, pero no le hizo .ascos ala retaguardia.
Espa?a, hasta el ¨²ltimo minuto, intent¨® el gol. El esfuerzo fue generoso y result¨® debidamente compensado. Si no hizo un f¨²tbol preciosista, s¨ª al menos puso fe en su quehacer. El resultado supuso el ¨¦xito m¨¢s importante que hasta ahora ha obtenido Santamar¨ªa como seleccionador. Espa?a, en Wembley, pareci¨® encontrar el genio que hab¨ªa comenzado a perder de manera alarmante. Probablemente, cuando se vuelva a aquello que se denomin¨® furia subir¨¢n las acciones de la selecci¨®n hispana en el pr¨®ximo compromiso mundialista. Ayer, en ese sentido, se dio un paso adelante.
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