Sigue vivo el fantasma de la infiltraci¨®n sovi¨¦tica en los servicios secretos brit¨¢nicos
Las palabras de Margaret Thatcher no han resultado del todo convincentes y, adem¨¢s, otras revelaciones siguen sin respuesta, entre ellas la de que el presidente del Partido Laborista en 1957-1958, Tom Driberg, fue un triple agente. Sin embargo, Thatcher ha ordenado una investigaci¨®n a fondo sobre c¨®mo Pincher logr¨® los datos que verti¨® en su libro, investigaci¨®n de cuyos resultados ser¨¢ informado el fiscal general brit¨¢nico.El MI5 era una peque?a organizaci¨®n cuando se inici¨® la segunda guerra mundial, hasta entonces m¨¢s preocupada por cuestiones de pol¨ªtica imperial brit¨¢nica que por otros asuntos. En 1940, sin embargo, el MI5 cobr¨® mayor importancia tras la ca¨ªda de Francia ante los alemanes y ante la necesidad de c¨®ntrolar una posible quinta columna en Gran Breta?a.
Proveniente de China y de Suiza, donde se habr¨ªa recuperado de una tuberculosis, Roger Hollis, que ya para entonces podr¨ªa haberse pasado a los sovi¨¦ticos, entr¨® en este peque?o grupo que comenzaba a crecer, reclutando personal a trav¨¦s de contactos directos, especialmenle entre los c¨ªrculos universitarios y de la judicatura. Sir Roger se encarg¨® de una peque?a secci¨®n en aquel entonces, la F2B/C, que se ocupaba de investigar y socavar las actividades sovi¨¦ticas secretas, que, ya se sabe, fue infiltrada.
Kim Philby, Guy Burgess, Donald Mac Lean y Anthony Blunt llegar¨ªan a formar, seg¨²n la informaci¨®n de ¨²n desertor de la KGB, ?el anillo de loscinco?, al servicio de los intereses sovi¨¦ticos. Por un momento se sospech¨® que el quinto hombre, que Pincher llama Peters, fue el que lleg¨® a director general adjunto del MI5 bajo Hollis, Graham Mitchell. Tras una exhaustiva investigaci¨®n sobre Mitchell, se despej¨® toda sospecha sobre su persona, y en la actualidad vive en la placidez de su jubilaci¨®n en Surrey. ?Qui¨¦n fue, pues, el quinto hombre? Lo que Pinc er trata de apuntar en su libro, aunque sin llegar nunca aafirmarlo, es que el quinto hombre pudo haber sido sir Roger Hollis.
Por citar un ejemplo, en 1945, el sovi¨¦tico Igor Gouzenko desert¨® a Occidente, en Canad¨¢. El MI5 en vi¨® a Hollis para que le interrogara, pero el informe que ¨¦ste present¨® en Londres no conten¨ªa ninguna informaci¨®n de importancia. En realidad, Gouzenko, quien des pu¨¦s dir¨ªa que el informe de Hoil¨ªs estaba plagado de mentiras, hab¨ªa revelado que los sovi¨¦ticos ten¨ªan un agente en el MI5, bajo el seud¨®nimo de Elli, y que pose¨ªan unos informes ultrasecretos que s¨®lo podr¨ªan haber venido, durante la guerra, del palacio de Blenheim, en Oxford, donde trabajaba Hollisi. No puede, por tanto, resultar extra?o que se llegase a sospechar de ¨¦l si adem¨¢s se recuerda que se neg¨® a informar en 1963 al ministro de la Guerra brit¨¢nico, John Profumo, de las consecuencias de su relaci¨®n con Christine Keeler, quien tambi¨¦n se ve¨ªa con un funcionario de la Embajada sovi¨¦tica en Londres, o que presion¨® ese mismo a?o para conseguir la inmunidad de Anthony Blunt si ¨¦ste confesaba su traici¨®n. Quiz¨¢, como se ha sugerido, se tratara tan s¨®lo de un problema de incompetencia profesional.
Quiz¨¢ el hombre bien situado que pasaba informaci¨®n a los sovi¨¦ticos no fuera Hollis. Pero tampoco se puede tratar, como indic¨® Margaret Thatcher, de Blunt o de Philby. Sin duda, se tardar¨¢ en saber qui¨¦n fue realmente el quinto hombre.
Secci¨®n ib¨¦rica
Puede tener inter¨¦s destacar, con Pincher, que el MI5 tuvo, y seguramente tiene a¨²n, una secci¨®n ib¨¦rica para tratar los asuntos de Espa?a y Portugal. Tom Harris, un marchante de arte, de padre brit¨¢nico y madre espa?ola, lleg¨® a jefe de esta secci¨®n. Harris le dio a Anthony Blunt la gran oportunidad para entrar en el MI5, y ¨¦l mismo fue introducido en esta organizaci¨®n por el que se revelar¨ªa como un.gran traidor, Guy Burgess. Durante la segunda guerra mundial, Harris sirvi¨® como experto en t¨¦cnicas de enga?o contra los alemanes. Terminada la guerra, se retir¨® a Mallorca para dedicarse a la pintura, falleciendo all¨ª en 1964, en un extra?o accidente de coche, cuyas verdaderas causas no han sido nunca aclaradas de modo satisfactorio. No se supone que Harris fuera un agente sovi¨¦tico, pero s¨ª que sirvi¨® de, enlace para Kim Phllby cuando ¨¦ste cubr¨ªa la informaci¨®n espa?ola desde el lado franquista para The Times durante nuestra guerra civil.?Traiciones por doquier? En realidad, m¨¢s agentes han desertado del Este al Occidente que en sentido inverso. Todos estos esc¨¢ndalos de esp¨ªas datan de los tiempos de la guerra fr¨ªa y de antes, y han tenido como principales protagonistas a agentes que fueron reclutados, tanto por los brit¨¢nicos como por los sovi¨¦ticos, en las universidades brit¨¢nicas de los a?os treinta, radicalizadas por la guerra civil espa?ola y los espantos de los fascismos en auge. Para estos intelectuales de clase alta en una Europa y una Inglaterra en crisis, la Rusia sovi¨¦tica era a¨²n una esperanza. Los agentes reclutados en Oxford y Cambridge tuvieron luego la oportunidad de pasar a puestos destacados en los servicios secretos brit¨¢nicos.
Sucesivas reformas han afectado en los ¨²ltimos a?os a los servicios secretos brit¨¢nicos. Lo primordial para el M I5 era buscar otro tipo de funcionario que comprendiera las condiciones sociales reinantes en Gran Breta?a, pues, entre otras cosas, el MI5 est¨¢ ah¨ª para informar sobre una posible subversi¨®n interior. El funcionario del MI5 deb¨ªa adem¨¢s ser una persona no acostumbrada a la rutina diaria, sino dispuesta a afrontar situaciones de peligro, infiltrarse en algunas organizaciones con la fe algo ciega del patriota simplista, aunque un cierto izquierdismo en los agentes pod¨ªa resultar valioso para comprender los movimientos pol¨ªticos y sociales de los a?os ochenta.
Margaret Thatcher ha prometido nombrar una comisi¨®n para revisar el funcionamiento de los servicios de seguridad. Quiz¨¢ entonces, pese a que el p¨²blico no llegue a saberlo, se descubra algo nuevo.... aunque el quinto hombre sea cosa del pasado.
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