Bodmer y Colom interpretan a De Pablo y Stravinski

En el ciclo de c¨¢mara y polifon¨ªa no es la primera vez que escuchamos obras ya a?osas de compositores en plena forma creadora hoy. Es el caso de las Sinfon¨ªas para 17 metales, de Luis de Pablo, obra que se origina en los a?os cincuenta y sufre sustanciales revisiones en 1963, para adquirir su aspecto definitivo en 1966.Estas miradas hacia el inmediato ayer -tan cultivadas en otros pa¨ªses de vida musical m¨¢s coherente que la nuestra- resultan interesant¨ªsimas por cuanto ayudan a comprender mejor la postura est¨¦tica actual del autor en cuesti¨®n y porque revelan al p¨²blico, de la ¨²nica manera posible, el proceso evolutivo de los creadores del presente.

En unos casos nos encontramos ante obras casi acad¨¦micas que hacen que nos parezcan extra?as las reacciones intolerantes del p¨²blico de entonces -que, en cierta proporci¨®n, coincide con el de ahora-; en otros, como en la obra que nos ocupa, observamos c¨®mo la capacidad agresiva de ciertas composiciones juveniles de etapas anteriores sigue intacta.

En efecto, Sinfon¨ªas esobra del De Pablo m¨¢s acerado, menos complaciente, y resulta de gran inter¨¦s compaginar ahora las sensaciones de violencia expresiva, de lenguaje que no elude posibles cargas hirientes, con las puramente musicales: ¨¦stas nos llevan a ver en Sinfon¨ªas a un compositor que ten¨ªa m¨¢s claro el qu¨¦ decir, el c¨®mo decirlo que el cauce formal a emplear para ello, que resulta un poco titubeante quiz¨¢ como consecuencia de ser esta una composici¨®n ?rehecha?. En definitiva, siendo las Sinfon¨ªas una obra a tener en cuenta entre las que mejor podr¨ªan representar a nuestra m¨²sica joven en el centro de los a?os sesenta, resultan obvios los progresos de De Pablo en el terreno formal, as¨ª como la evoluci¨®n de su lenguaje hacia modos m¨¢s serenos y hacia sones en los que no se evitan, sino todo lo contrario, inmediatas sensaciones de belleza t¨ªmbrica. La obra fue muy bien expuesta por Bodiner y los profesores de la ONE, quienes cerrar¨ªan el concierto con una versi¨®n correcta de la Serenata op. 44, de Dvorak.

En el centro pudimos admirar la excelente labor solista de Josep Colom en el Concierto para piano y orquesta de viento, de Stravinski. Colom mostr¨® su gran clase de concertista en una versi¨®n en la que no sabemos si aplaudir m¨¢s el nervio y la precisi¨®n con que fueron marcados los ritmos y acentos de los endiablados movimientos extremos, o el ambiente expresivo, como de moderno nocturno, que logr¨® en los pasajes m¨¢s serenos del Largo central.