Una conspiraci¨®n llamada "Galaxia"
No he visto en televisi¨®n las escenas del golpe de Estado al Parlamento de Madrid. Cuantos las han visto dicen que me he perdido el programa televisivo del a?o, el m¨¢s sensacional, pero invariablemente todos concluyen as¨ª: ?Parec¨ªa una ficci¨®n?. Esta impresi¨®n, compartida, repito, por cuantos han visto aquellas escenas televisivas me produce una cierta inquietud.Si a todos parec¨ªa una ficci¨®n, si todos, cuando se les pide que precisen su impresi¨®n, responden que parec¨ªan estar asistiendo a las escenas de una pel¨ªcula, ?no es posible que pudiera haberse tratado de verdad de una ficci¨®n? Una ficci¨®n, para decirlo escol¨¢sticamente, en la sustancia y no en los accidentes. Una ficci¨®n de la que no eran conscientes el teniente coronel Tejero y sus guardias civiles -y mucho menos se entiende, los miembros del Parlamento y del Gobierno, convertidos de repente en rehenes-, pero de la que eran conscientes otros, fuera y por encima de la acci¨®n dirigida por Tejero. Y diciendo otros no me refiero tampoco a aquellos que, como el general Milans del Bosch se descubrieron en seguida como actores o simpatizantes del golpe, sino a aquellos a¨²n no individuados o dif¨ªcilmente individuables porque se esconden en la nebulosa de la conspiraci¨®n, en la galaxia de la conspiraci¨®n. Nomina sunt consequentia rerum, los nombres son consecuencias de las cosas, los nombres son las cosas: y una conspiraci¨®n que toma el nombre de galaxia tiene que tener algo del significado que la palabra tiene en astronom¨ªa. En resumen: la operaci¨®n Galaxia, en la cual Tejero hab¨ªa sin duda participado, puede aludir a una conspiraci¨®n cuya vastedad no es numerable, definible y cualificable, a un estado de ¨¢nimo conspirativo en espera de precisarse y de realizarse, a un conjunto de conspiradores a¨²n desconocidos y que ni siquiera se conocen bien entre ellos. Si es as¨ª, el juego no est¨¢ cerrado; hay, que estar alerta.
Y aun no queriendo hablar de ficci¨®n, el golpe ten¨ªa, sin embargo, todas las probabilidades de no salir bien, y es curioso que no hayan sido valoradas estas probabilidades negativas. En primer lugar, el golpe era dirigido contra el Parlamento: y el Parlamento es el coraz¨®n del sistema democr¨¢tico, no la sede del poder; ni se pod¨ªa considerar poder el Gobierno que estaba para nacer (pero en esto puedo equivocarme, porque lo juzgo con el metro de la realidad italiana). En segundo lugar, no estaba completamente clara la actitud que habr¨ªa podido tomar Estados Unidos en la hip¨®tesis en que el golpe hubiera tenido ¨¦xito positivo: la fama electoral de Reagan pod¨ªa no coincidir con su actitud como presidente. En tercer lugar, los golpistas se hubieran encontrado ante los problemas econ¨®micos del pa¨ªs en manera id¨¦ntica y con las mismas dificultades del Gobierno Calvo Sotelo. Tiempo y lugar eran, pues, inoportunos. Es f¨¢cil deducir que el golpe deseaba ser demostrativo, visceralmente enderezado contra los s¨ªmbolos de la democracia, m¨¢s que efectivo. Pero estas son reflexiones de un observador lejano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.