El movimiento guerrillero M-19 es la pesadilla del Gobierno de Turbay Ayala
La Picota es una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad construida al sur de Bogot¨¢ para mil presos en la que se hacinan hoy no menos de 5.000. El general Mart¨ªn Prieto preside aqu¨ª desde hace dos meses, cinco d¨ªas a la semana, de una a seis de la tarde, un consejo de guerra que ha sentado en el banquillo a 150 militantes del Movimiento 19 de Abril (M-19). Quinientos kil¨®metros m¨¢s al Sur, otro tribunal militar va a constituirse en el cuartel de Ipiales para juzgar a 75 guerrilleros m¨¢s, en su mayor¨ªa entregados por Ecuador sin extradici¨®n.
Los dos juicios van para largo. En La Picota no ha terminado a¨²n el informe del fiscal, que puede durar otros dos meses. El proceso entiende sobre el robo, en enero de 1980, de 5.000 fusiles en el cuartel de los Institutos Militares, en el barrio norte de la capital. No parece que en ning¨²n caso la sentencia vaya a dictarse antes de un a?o.Tan s¨®lo los dos m¨¢ximos dirigentes del M-19 siguen en libertad. Jaime Bateman, n¨²mero uno, autoproclamado candidato a la Presidencia, ha hecho llegar a los peri¨®dicos una nota en la que dice encontrarse en las selvas de Putumayo, adonde el Ej¨¦rcito puede ir a buscarle si quiere. Iv¨¢n Marino, n¨²mero dos, que el pasado verano eludi¨® a trav¨¦s de un t¨²nel los sistemas de seguridad de La Picota, ha enviado una foto en la que aparece leyendo un diario reciente.
Parece como si el M-19 reivindicase su existencia despu¨¦s de los ¨²ltimos reveses. A los prisioneros m¨¢s veteranos les ha sentado mal la ca¨ªda, casi sin resistencia, de la columna que hab¨ªa logrado introducir por el Pac¨ªfico, a trav¨¦s del r¨ªo Mira, el arsenal m¨¢s sofisticado que la organizaci¨®n haya tenido nunca: fusiles G-3, ametralladoras, lanzagranadas y cohetes tierra-tierra de fabricaci¨®n norteamericana.
El barco Freddy hab¨ªa viajado sin contratiempos desde Panam¨¢ hasta el sur del pa¨ªs con armas y guerrilleros a bordo. Un control rutinario de caminos desbarat¨® la operaci¨®n, al interceptar el cami¨®n que transportaba el armamento hacia Putumayo, la zona selv¨¢tica donde se mueve Bateman. Lo siguiente fue muy sencillo. La columna fue copada por la tercera brigada de Infanter¨ªa. Diecis¨¦is guerrilleros quedaron acribillados, veintisiete fueron detenidos y los 47 restantes fueron entregados por Ecuador el 17 de marzo, despu¨¦s de pedir asilo.
El especialista en lucha antiguerrillera general Alvaro Valencia parece coincidir con Fayad. ?Si el nuevo armamento?, dice, ?llega a poder de la guerrilla, hubiera supuesto un cambio cualitativo en los m¨¦todos de lucha, porque habr¨ªa dispuesto de una capacidad operativa desconocida hasta ahora?.
El arsenal incautado parec¨ªa destinado a la ofensiva total que el M-19 hab¨ªa anunciado contra el Gobierno de Turbay Ayala tras rechazar la amnist¨ªa condicional que el Senado aprob¨® hace un mes. Sectores pr¨®ximos a la organizaci¨®n guerrillera aseguran que el M- 19 dispone, al menos, de setecientos hombres alzados en armas y una cobertura de apoyo log¨ªstico que englobar¨ªa a miles de personas, principalmente en la capital. Lo que muy pocos ponen en duda es que nadie va a acogerse a esta amnist¨ªa, cuya aplicaci¨®n depende de los mismos militares.
?Ser¨ªa como entregarse atados de pies y manos?, enfatiza Arturo Fuquene, uno de los abogados acreditados ante el consejo de guerra de La Picota, ?porque los jueces militares tienen la ¨²ltima palabra?. La amnist¨ªa de Turbay no ha satisfecho ni siquiera a muchos de sus compa?eros del Partido. Liberal. El senador Villar Bord¨¢ critica agriamente un art¨ªculo de la ley, que condiciona la liberaci¨®n de los detenidos a una paz efectiva durante cuatro meses y a la entrega de todos los sublevados. ?Esta norma convierte de hecho a los detenidos en rehenes de las fuerzas armadas. Sin este art¨ªculo, el M-19 se mostr¨® dispuesto a acogerse a la amnist¨ªa?.
El general Valencia critica la ley desde la posici¨®n opuesta. ?La guerrilla se hubiera acogido a una amnist¨ªa total como una medida oportunista, para sacar a su gente de las c¨¢rceles, tomar un respiro y volver a la lucha con m¨¢s fuerza. Las amnist¨ªas s¨®lo sirven cuando la subversi¨®n est¨¢ en franca derrota, pero no cuando los guerrilleros siguen creyendo en la victoria?.
Campa?a de propaganda
El ministro de Justicia, el ultraconservador Felio Andrade, no comparte esta opini¨®n. Admite que a los ocho d¨ªas de promulgarse la ley no ha habido ninguna petici¨®n de amnist¨ªa (luego puntualiza que hay ?unas cuatro?), pero espera milagrosos resultados pacificadores de una campa?a de publicidad que muy pronto va a iniciar a trav¨¦s de radio y televisi¨®n.
?Ya advertimos de que este proyecto era inviable?, declara el ex canciller V¨¢zquez Carrizosa, un pol¨ªtico que milit¨® en el Partido Conservador y que hoy preside la Comisi¨®n de Derechos Humanos. ?Hay una contradicci¨®n entre el ofrecimiento de una amnist¨ªa y el lanzamiento de una ofensiva antiguerrillera, la pr¨¢ctica de la tortura y el mantenimiento del estado de sitio?.
?En Colombia se ha militarizado la justicia y, se ha generalizado la tortura?, a?ade.
El consejo de guerra de La Picota ha asistido a una sucesi¨®n de denuncias por declaraciones realizadas bajo coacci¨®n. El fiscal ni niega ni acepta; hasta ahora se limita a desestimar cualquier reclamaci¨®n de este tipo, porque no es la tortura lo que se juzga ante el tribunal. Turbay rechaza todo y acusa a Amnist¨ªa Internacional de desprestigiar a su Gobierno.
El documento de Amnist¨ªa Internacional recoge m¨¢s de cien casos probados de tortura y cita cincuenta centros militares en los que interrogadores encapuchados efect¨²an tales pr¨¢cticas. ?Todas las denuncias chocan ante un aparato militar que no puede ser investigado por los jueces civiles?, dice V¨¢zquez Carrizosa. ?Un consejo de guerra absolvi¨® hace unos meses a los oficiales que hab¨ªan dado muerte a Marcos Zambrano durante un interrogatorio. Hemos apelado, pero nunca m¨¢s se ha vuelto a saber del tema?.
El general Valenzia Tobar cree que la lucha antiguerrillera no est¨¢ re?ida necesariamente con el respeto a los derechos humanos. ?La extralimitaci¨®n no hace sino acentuar la resistencia?.
Las pr¨¢cticas de tortura (aunque con menor intensidad que meses atr¨¢s, seg¨²n opina V¨¢zquez Carrizosa) pueden ser un buen caldo de cultivo para que pueda rehacer sus filas el M-19, quiz¨¢ la ¨²ltima guerrilla nacionalista del Continente tras la destrucci¨®n de los montoneros y de los tupamaros. El programa de gobierno que Jaime Bateman pretend¨ªa ofrecer ante las urnas, y que por ahora seguir¨¢ sosteniendo con las metralletas, recoge un extenso cap¨ªtulo de nacionalizaciones, pero inspirado m¨¢s en un proyecto defensivo frente a Estados Unidos que en los libros de teor¨ªa marxista.
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