"No justificamos ni nos gusta la violencia, pero a veces es necesaria" afirma Bernardette Devlin
ENVIADO ESPECIAL
Pregunta: ?Por qu¨¦ cree usted que intentaron asesinarla?
Respuesta. No fue un acto aislado. Cuando comenz¨® la huelga de hambre en octubre, John McMichael, de la Asociaci¨®n para la Defensa del Ulster (UDA), fue entrevistado en televisi¨®n y dijo que, si no se suspend¨ªa la campa?a en favor de los presos, la UDA ir¨ªa a las zonas republicanas a asesinar a sus l¨ªderes, y as¨ª fue. Incluso asesinaron a un protestante que estaba en el comit¨¦ contra los bloques H.
P. ?Y nadie les protegi¨®?
R. ?Qui¨¦n nos va a proteger? ?C¨®mo nos va a proteger la polic¨ªa, cuando la UDA, que nos est¨¢ asesinando, es una organizaci¨®n legalizada, muchos de cuyos miembros est¨¢n en la polic¨ªa?
P. ?No tiene miedo?
R. Mire: yo no quiero morir, pero escaparse, esconderse o emigrar es lo mismo que ser asesinada. Miedo no es la palabra. No me paso el d¨ªa pensando en ello me volver¨ªa neur¨®tica.
P. Usted se hab¨ªa retirado en cierto modo de la vida pol¨ªtica.
R. No; fue la Prensa la que se retir¨®; yo he estado siempre aqu¨ª, haciendo las mismas cosas. La Prensa llega y dice que tenemos otro problema irland¨¦s, como hace diez a?os, cuando el problema ha estado siempre presente
"Me he convertido en una revolucionaria"
P. ?Ha cambiado usted desde 1968?R. ?Qui¨¦n no cambia en trece a?os? Creo que lo que ha cambiado en m¨ª es que he ca¨ªdo en la cuenta de que las cosas son como son porque la gente bien situada sabe perfectamente lo que pasa, en contra de lo que yo cre¨ªa antes. No vamos a ganar una lucha por la superioridad de una argumentaci¨®n. Por eso tienen ej¨¦rcitos, polic¨ªa y tribunales, por si alguien usa su cerebro y dice: esta es nuestra idea. Al final tendremos que luchar. S¨ª, he cambiado, me he convertido en una revolucionaria.
Bernardette habla de que se la consideraba trotskista antes de haber le¨ªdo a Trotsky, con el que posteriormente en cierto modo se identific¨®.
P. Alguna gente le ha acusado de provocar la violencia.
R. Me parece interesante que siempre sea a los oprimidos a quienes se les pide que justifiquen la violencia. Nadie le pide a Ronald Reagan que justifique su amenaza al mundo con la guerra nuclear, porque es el presidente americano. Me parece como si el quinto mandamiento dijera: ?No matar¨¢s, a no ser que hayas ganado una elecci¨®n?, y una vez que la has ganado puedes matar a cualquiera. Esto no tiene sentido. O se elimina la violencia para todo el mundo, o que no nos hablen de justificarla. En el mundo violento en el que crecimos, y dada la violencia de la opresi¨®n que se ejerce sobre nosotros, no la justificamos, ni nos gusta. Pero a veces la encontramos necesaria. Lo que hay que mirar es si la violencia es pol¨ªticamente contraproductiva o no, y en algunos casos del IRA lo es.
P. ?Qu¨¦ es la pol¨ªtica para Usted?
R. La pol¨ªtica en este pa¨ªs es la cuesti¨®n de la presencia brit¨¢nica, sus soldados, la falta de democracia, el hecho de que tengamos dos tipos de leyes, dos tipos de tribunales, dos sistemas de interrogatorios, uno de los cuales es pol¨ªtico, y luego el Gobierno nos dice que s¨®lo tenemos un solo tipo de presos. Se nos repite constantemente que tenemos que airear nuestros desacuerdos a trav¨¦s' del recurso pacifico a la urna, y luego, como en esta elecci¨®n, intentamos utilizar los procedimientos democr¨¢ticos y miembros de nuestro: equipo electoral son detenidos, las fuerzas de seguridad arrancan nuestros carteles,... No importa lo que hagamos, pues todo lo que hacemos con ¨¦xito se convierte autom¨¢ticamente en algo ilegal.
"La religi¨®n nunca fue la cuesti¨®n central"
P. ?Sigue teniendo importancia la cuesti¨®n religiosa en este pa¨ªs?R. La religi¨®n nunca fue la cuesti¨®n central en este pa¨ªs. El hecho de que la divisi¨®n religiosa coincida con la divisi¨®n pol¨ªtica es algo hist¨®rico, no teol¨®gico... Se nos discrimina no s¨®lo porque somos cat¨®licos, sino porque al ser cat¨®licos se nos mira como a una poblaci¨®n nativa que hay que controlar y reprimir.
P. ?Le gustar¨ªa que si se llegara a la unificaci¨®n de Irlanda hubiera derechos como el del divorcio?
R. S¨ª; personalmente, s¨ª... El Estado es un cuerpo puramente secular, y ninguna Iglesia, en mi opni¨®n, tiene derecho a esperar que sus dictados morales vengan apoyados por la legislaci¨®n estatal. Pero este no es un problema para la reunificaci¨®n. Aunque esto ocurra en el Sur, las personas m¨¢s reaccionarias en cuestiones de legislaci¨®n social son los protestantes del Norte. De hecho, gran parte de la legislaci¨®n progresista aprobada en el Reino Unido no se aplica aqu¨ª en el Norte, porque la mayor¨ªa protestante, con argumentos religiosos, se ha negado a que las leyes sobre homosexualidad, aborto o divorcio se extiendan a este pa¨ªs. Estas cuestiones no dividen a la poblaci¨®n irlandesa, que en su mayor¨ªa es socialmente conservadora.
P. ?Se considera usted inmersa en una situaci¨®n colonial?
R. Es algo m¨¢s complejo que una simple situaci¨®n colonial. Aunque el inter¨¦s objetivo, econ¨®mico, social y pol¨ªtico de la clase trabajadora protestante de Irlanda del Norte est¨¢ en una Irlanda unida, su lealtad es hacia el Reino Unido. Esto explica algunas de sus peores distorsiones, la brutalidad de sus asesinatos, el seguimiento de esa extrema derecha representada por lan Paisley.
Bernardette se lanza luego en una larga disquisici¨®n sobre la cuesti¨®n de los presos republicanos, la pol¨ªtica de internamientos de 1971, con presos especiales, los poderes de emergencia y los centros de interrogatorios, la tortura y los tribunales especiales.
?La diferencia entre un juicio conjurado y un juicio sin jurado, a pesar de lo que pretendan los brit¨¢nicos, no reside en la violencia del crimen, sino en su motivaci¨®n pol¨ªtica. Los presos deben, pues, ser pol¨ªticos. Esta situaci¨®n existi¨® hasta 1976, cuando cambi¨®. Entonces nos opusimos al nuevo sistema. La parte tangible del argumento es que los presos especiales pod¨ªan llevar ropa propia, mientras que los presos comunes ten¨ªan que llevar el uniforme de la prisi¨®n. En la c¨¢rcel de Long Kesh, los presos pol¨ªticos se negaron a ponerse el uniforme. Se les quit¨® su ropa esperando que ceder¨ªan pronto, pero tras cinco a?os no han cedido. En este tiempo ha habido cientos de presos en Long Kesh que no se han vestido sino con una manta o con una toalla enrollada alrededor del cuerpo. Despu¨¦s, las autoridades de la prisi¨®n les denegaron salir de sus celdas si no iban con el uniforme adecuado. As¨ª, desde 1978 hasta enero ¨²ltimo los hombres no utilizaron los aseos?.
?Lleg¨® luego la huelga de hambre. Cuando Sean McKenna ten¨ªa menos de doce horas de vida, los brit¨¢nicos llegaron a un acuerdo con los presos, pero luego se demostr¨® que no! hab¨ªan enga?ado... La actitud de los presos se endureci¨®, y su l¨ªder, Boby Sands intent¨® negociar con las autoridades brit¨¢nicas hasta el 1 de marzo, en que comenz¨® una nueva huelga de hambre. Otros tres le siguieron?.
"Cambiar la pol¨ªtica sobre los presos"
P. ?Piensa que Sands va a morir?R. Depende. Esperamos que el hecho de que Bobby Sands gane esta elecci¨®n har¨¢ cambiar la pol¨ªtica gubernamental hac¨ªa los presos. Despu¨¦s de todo, no pedimos una amnist¨ªa. Si los brit¨¢nicos no quieren dos tipos de presos, entonces tiene que haber un solo tipo de ley.
P. ?Sands tendr¨¢ que dimitir tras su victoria?
R. No, no pueden descalificarle autom¨¢ticamente por ser un preso, ni siquiera por ser un miembro condenado de una organizaci¨®n ilegal. S¨®lo se puede descalificar a alguien por razones de traici¨®n. Habr¨¢, pues, un largo proceso en el Parlamento para deshacerse de ¨¦l, lo que significa que los Comunes de Londres tendr¨¢n que debatir la cuesti¨®n de los presos tras cinco a?os de negarse a ello.
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