La visita del secretario de Estado norteamericano a Madrid
Le Monde( ... ) La campa?a de la oposici¨®n contra la integraci¨®n en la Alianza Atl¨¢ntica ha encontrado cierto eco en el seno de la opini¨®n p¨²blica, habituada a tesis no alineadas que han sido sucesivamente defendidas por razones diferentes por el franquismo de la primera ¨¦poca y por la izquierda ( ... ).
Las negociaciones se anuncian dif¨ªciles. El Gobierno de Madrid desea proceder a un cierto reequilibrio del tratado. Espa?a espera obtener de Estados Unidos facilidades de cr¨¦dito en materia de compras de armamento que gravan seriamente la balanza comercial entre los dos pa¨ªses; aqu¨¦lla ha registrado un d¨¦ficit en detrimento de Madrid de dos millones de d¨®lares.Para discutir de estos temas delicados, el secretario de Estado americano deber¨¢ disipar la impresi¨®n desfavorable que han suscitado en Madrid sus declaraciones en el movimiento de la tentativa del golpe de Estado. Interrogado sobre la situaci¨®n espa?ola, poco despu¨¦s del asalto de los golpistas al Parlamento, declar¨® que se trataba de un ?asunto interno?.
Este paso en falso no ha sido olvidado, aunque se trata en el Ministerio de Asuntos Exteriores de minimizar su alcance (...)
10 de abril
The New York Time
( ... ) Pese a que la Administraci¨®n Reagan m¨¢s tarde envi¨® cordiales felicitacionesal rey Juan Carlos y a Calvo Sotelo, la Prensa espa?ola interpret¨® el comentario de Haig sobre ?asuntos internos? como un signo de indiferencia y, en algunas publicaciones, como una prueba de que Washington sab¨ªa del golpe antes de que ocurriese.
Haig tambi¨¦n discuti¨® el jueves los t¨¦rminos de la renegociaci¨®n del tratado, que proporcion¨® a la aviaci¨®n y a la Marina americana el acceso a las bases estrat¨¦gicas en Espa?a y los planes del Gobierno de Calvo Sotelo para que Espa?a entre en la Alianza Atl¨¢ntica.
Pero todos los funcionarios espa?oles y americanos reconocen, en conversaciones privadas, que el principal objetivo de la primera visita a un pa¨ªs europeo occidental como secretario de Estado ha sido el de aclarar los efectos de un malentendido diplom¨¢tico.
Muchos altos funcionarios espa?oles se muestran preocupados de que sus generales con prop¨®sitos golpistas puedan creer que la Administraci¨®n Reagan demostrar¨ªa hacia una junta militar en Espa?a la misma indulgencia que ha tenido con Argentina y Chile
Nueva York, 10 de abril
Abc
La breve pero intensa visita del secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, puede calificarse de sumamente ¨²til. Por una parte, ha servido para despejar un malentendido que estaba envenenando las relaciones, tan importantes, entre nuestro pa¨ªs y el aliado norteamericano. La nueva Administraci¨®n norteamericana podr¨¢ ser claramente conservadora, el presidente Reagan ser¨¢ un moderado a ultranza, su secretario de Estado podr¨ªa ser calificado de ?duro?. Pero, de ah¨ª a tachar de golpista al nuevo Washington o asegurar que la nueva Administraci¨®n ver¨ªa con agrado un golpe militar en Espa?a media un abismo. Pues bien, Alexander Haig ha reiterado por activa y por pasiva el apoyo indudable e indiscutible de su pa¨ªs (la pasada Administraci¨®n dem¨®crata y la presente republicana) a la Espa?a democr¨¢tica. ( ... )
Pero el viaje del secretario de Estado ten¨ªa un prop¨®sito claro y preciso, aparte de aclarar un incidente poco afortunado. Mientras no entremos en la OTAN, el tratado con Estados Unidos es la piedra angular de la pol¨ªtica defensiva espa?ola, y este tratado va a expirar el pr¨®ximo septiembre, sin que todav¨ªa se hayan iniciado las negociaciones para su renovaci¨®n o t¨¦rmino. En realidad, la opci¨®n ideal no ser¨ªa ni el finiquito ni la simple renovaci¨®n. Habr¨ªa que ir a un nuevo tratado que reflejara la nueva realidad de una Espa?a democr¨¢tica. ( ... )
Otro punto a tratar con la m¨¢xima atenci¨®n ser¨¢ el relativo al control de las actividades en las bases en donde los norteamericanos tienen ?facilidades?. Bien est¨¢ que esas bases est¨¦n al servicio de la causa occidental, pero de ninguna manera podr¨ªa comprometer a la diplomacia espa?ola en conflictos en los que Norteam¨¦rica, potencia mundial, se vea inmersa, pero que a Espa?a no ata?an.(...)
Madrid, 11 de abril.
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