"El ¨¦xito de la escolta policial estriba en que no pase nada"
El escolta espa?ol es un polic¨ªa elegido por la superioridad, despu¨¦s de pasar alg¨²n curso de especializaci¨®n, que encaje lo m¨¢s simbi¨®ticamente posible con el personaje a proteger, que tenga asumido lo gris¨¢ceo de su servicio con la convicci¨®n de que su ¨¦xito estriba en que no ocurra nada de relieve -es decir, el atentado-, gracias a la esencia de su acci¨®n investigadora: la prevenci¨®n. No se cobra m¨¢s por ser escolta, se brilla menos y la seguridad personal ha de garantizarse m¨¢s por conseguir la seguridad del escoltado que por la instintiva conservaci¨®n de la vida propia. Alfredo Fern¨¢ndez Ca?oto, comisario jefe del Servicio Central de Escoltas, ha explicado a EL PAIS algunos detalles de este organismo.
Tres cordones de hombres armados hay alrededor del personaje. El m¨¢s abierto, amplio y lejano al protegido corresponde a la estructura general de los servicios de seguridad y, lo vemos materializado durante un acto p¨²blico en ese circulo de hombres de uniforme que separan a la multitud de la personalidad relevante. El cord¨®n medio se circunscribe a una prudente distancia entre el cord¨®n m¨¢s amplio y la persona objeto de las medidas de seguridad, y con este cord¨®n se controla a los individuos autorizados a moverse por la zona pr¨®xima al protegido, siendo aqu¨¦llos, por lo general, periodistas, autoridades y personajes locales, etc¨¦tera; este cord¨®n medio lo constituyen agentes de la localidad, que conocen el terreno que pisan. Y el cord¨®n m¨¢s pr¨®ximo al objeto de la seguridad se ci?e a ¨¦ste, se cierra en su torno como un escudo envolvente contra la agresi¨®n, si ¨¦sta llega a producirse. Tal cord¨®n lo forma la escolta personal de seguridad, propiamente dicha, del personaje en cuesti¨®n.?Mientras que en otros servicios armados el ¨¦xito deriva de las acciones acometidas, el mayor ¨¦xito de la escolta es no tener que intervenir, que nunca pase nada. Es el anonimato por excelencia. Ni siquiera cobran una gratificaci¨®n especial. La protecci¨®n estriba en defender y, llegado el caso, en escapar, no en atacar?, explica Alfredo Fern¨¢ndez Ca?oto, comisario jefe del Servicio Central de Escoltas.
Al ciudadano, alguna vez, le llegan noticias como que los agentes de escolta de Aldo Moro fueron muertos a tiros o que los miembros de la escolta de Garc¨ªa Vald¨¦s hicieron huir a los componentes de un comando que intentaba acabar con la vida de este director general de Instituciones Penitenciarias como hab¨ªan acabado con la de su predecesor. M¨¢s raro es que el ciudadano pueda contemplar, como recientemente ha sucedido, el comportamiento de la escolta en situaciones conflictivas o lisamente graves, as¨ª el incidente preparado al Rey en la Casa de Juntas de Guernica o el atentado al presidente norteamericano, Reagan.
?Qu¨¦ hay detr¨¢s de ese impulso que lleva a la escolta a derivar su propio instinto de conservaci¨®n en la conservaci¨®n de la vida de la persona a la que custodia? ?C¨®mo se organiza, c¨®mo se vive este servicio en Espa?a? EL PAIS ha obtenido una informaci¨®n al respecto a trav¨¦s de un portavoz cualificado y autorizado del Ministerio del Interior, el jefe del Servicio Central de Escoltas.
Este organismo depende de la Comisar¨ªa General de Seguridad Ciudadana, que es uno de los grandes departamentos policiales de la Direcci¨®n de la Seguridad del Estado.
?Este organismo se ocupa de la seguridad de las personas que, en raz¨®n de su cargo o por motivos de peligrosidad, necesitan escolta, as¨ª como de la seguridad de los edificios donde viven?, dice Alfredo Fern¨¢ndez Ca?oto.
La entrevista period¨ªstica se produce en la sede central del servicio, en la madrile?a calle de Los Madrazo. El corpulento cuerpo del comisario se mueve con gestos bruscos y suelta las palabras r¨¢pidas, con voz fuerte, como el que suelta tiros, mientras va y viene a la sala adjunta del t¨¦lex por el que llega puntual informaci¨®n de todos los servicios de su competencia, recibe o inicia breves conversaciones telef¨®nicas o nos muestra documentos relativos al asunto que nos ocupa.
?No hay una ley de Escoltas. Y deber¨ªa haberla. Fundamental. Para clarificar a qui¨¦n y c¨®mo se sirve, para ajustar la acci¨®n?, comenta, despu¨¦s de explicar el procedimiento actual.
El criterio actual rige en funci¨®n de los cargos oficiales hasta el nivel de ministro, si bien tambi¨¦n se da escolta a alg¨²n secretario de Estado, alg¨²n subsecretario y alg¨²n director general, as¨ª como a altos magistrados. Tambi¨¦n a personas que no tienen cargo oficial, pero que, en funci¨®n de su cargo p¨²blico, se estima conveniente, o a aquellas otras de las que se tienen indicios razonables sobre amenaza a sus vidas. Ocurre as¨ª tanto para espa?oles como para extranjeros que nos visitan o que residen en Espa?a, bien como representantes oficiales de su pa¨ªs o por su relevancia personal.
?Moshe Dayan no ostenta ahora ning¨²n cargo, pero en su reciente visita ha tenido servicio de m¨¢xima seguridad?, apunta Fern¨¢ndez Ca?oto.
Este servicio se nutre de funcionarlos del Cuerpo Superior de Policia ?que vienen elegidos por la superioridad, si bien han hecho cursos y cursillos de especializaci¨®n?; agentes de paisano de la Polic¨ªa Nacional, ?previa realizaci¨®n de un curso de capacitaci¨®n, de los que ya se han hecho tres para grupos de cuarenta agentes cada uno ? y Polic¨ªa Nacional destinada a la seguridad de edificios donde tienen la vivienda las personalidades escoltadas, ?perteneciendo todos estos a la Bandera de Protecci¨®n de la Polic¨ªa Nacional, que depende de este servicio central?. S¨®lo en la Casa Real y la Presidencia del Gobierno la seguridad es dirigida por jefes militares.
El n¨²mero de personas que integran cada escolta es variable, seg¨²n motivos de peligrosidad o imposiciones de personal ¨²til para el servicio. ?A veces?, explica Fern¨¢ndez Ca?oto, ?nos encontramos con frecuentes visitas de personalidades extranjeras que distraen parte importante de los efectivos de personal, pues exigen gran despliegue en caravanas, hoteles, lugares de actos, etc¨¦tera?.
El principal problema que actualmente acusa este servicio viene dado precisamente por la esclavitud del horario de trabajo, seg¨²n analiza el comisario. ? El funcionario de escolta trabaja un d¨ªa s¨ª y otro no. Su turno es de veinticuatro horas, a excepci¨®n de la noche, porque cuando el escoltado duerme, el escolta tambi¨¦n; por lo gener¨¢l, quien tiene escolta personal tambi¨¦n tiene protecci¨®n en su domicilio o toma en ¨¦l particularmente las medidas m¨¢s adecuadas?. El comisario matiza este punto: ?Esa jornada de trabajo es en muchos momentos relajada, cuando el escol tado se halla en lugares que permiten al escolta leer el peri¨®dico o tomar un caf¨¦, pero hay otras muchas ocasiones en que la tensi¨®n es continua y se prolonga desde por la ma?ana temprano hasta la noche o la madrugada siguiente, o cuando se trata de acontecimientos determinados, como un viaje de la personalidad objeto de seguridad?.
Este es el trasfondo del tema. Seg¨²n nos informa el comisario jefe, la relaci¨®n escoltado-escolta empieza por lograr una simbiosis lo m¨¢s perfecta posible entre ambos mediante la adecuada elecci¨®n de personas y medios.
Lo primero es conocer al individuo objeto de seguridad: de d¨®nde procede, el barrio donde vive, los vecinos m¨¢s pr¨®ximos y los m¨¢s lejanos, los lugares que frecuenta, las derivaciones de su cargo, sus relaciones pol¨ªticas, sus amigos y sus enemigos, sus parientes, sus gustos y sus costumbres. De ah¨ª se levantar¨¢ un informe con p¨¢rrafos concisos y sustanciosos y con planos esquem¨¢ticos y reveladores.
Luego, el escolta deber¨¢ aplicar en beneficio de su escoltado sus conocimientos especiales de defensa personal, tiro, modo operativo de los grupos terroristas y dem¨¢s datos que, en materia de informaci¨®n principalmente, le sirvieron de formaci¨®n complementaria de la espec¨ªfica como polic¨ªa. Un jefe de equipo, por lo general un subcomisario, manda la escolta.
Sonr¨ªe Fern¨¢ndez Ca?oto al preguntarle c¨®mo se anula el instinto de conservaci¨®n de los escoltas en beneficio de la defensa del escoltado. ?El escolta se mentaliza, en efecto, de que ha de defender al escoltado, pero su personal instinto de conservaci¨®n permanece y se activa precisamente por medio de la defensa del otro ?.
La explicaci¨®n de este sutil planteamiento est¨¢ en la esencia de la funci¨®n de escolta, la prevenci¨®n, seg¨²n el comisario jefe.
?El escolta ha de tener grandes dotes de observaci¨®n y ejercerlas en comprobar, por ejemplo, los alrededores de la casa del escoltado y los veh¨ªculos habituales de la zona; debe llegar siempre un cuarto de hora antes al lugar de la cita y mantener un contacto estricto con los servicios centrales, etc¨¦tera. La labor del escolta no es individual. Tenemos un servicio de guardia permanente que hace de oficina de enlace no s¨®lo con Madrid, sino con las dem¨¢s provincias, a trav¨¦s del cual se establece continua relaci¨®n sobre las menores incidencias y tambi¨¦n sobre las emergencias, aparte de que ¨¦stas se comuniquen primero al 091, por mayor rapidez, y luego a las comisar¨ªas generales. No hay compartimientos estancob. La polic¨ªa es un todo de vasos comunicantes. Nosotros, en concreto, tenemos mucha relaci¨®n con la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n. No es casualidad que detect¨¢semos en seguida al etarra Gogor en Madrid, porque desde hac¨ªa tiempo se hab¨ªa distribuido su foto como uno de los hombres de ETA que podr¨ªan actuar aqu¨ª, caso de que ETA se decidiera a dar un golpe fuera del Pa¨ªs Vasco. Adem¨¢s de este grupo de informaci¨®n hay otro de contravigilancia, que peri¨®dicamente rastrea las zonas, los itinerarios, etc¨¦tera, que normalmente realizan las escoltas. Otro grupo de inspecci¨®n y control se ocupa de verificar el funcionamiento correcto de los servicios montados. El escolta sabe que, al cumplirse todo esto, se est¨¢ asegurando no s¨®lo la seguridad de su protegido, sino la suya propia, porque merma al presunto terrorista las posibilidades de actuar e influye favorablemente en el comportamiento psicol¨®gico del escoltado?.
Es por esto que Fern¨¢ndez Ca?oto no est¨¢ de acuerdo con la opini¨®n de un sector de la polic¨ªa sobre la funci¨®n de escolta como reducida a ser guardaespaldas y que para tal menester se emplea a numerosos funcionarios del Cuerpo Superior de Polic¨ªa (unos seiscientos), cualificados para labores de investigaci¨®n de mayor envergadura. ? El papel del guardaespaldas, que supone esa presencia f¨ªsica del polic¨ªa junto al escoltado, es s¨®lo una parte de su cometido. Su aut¨¦ntica labor es de investigaci¨®n policial, y de ello se desprender¨¢ precisamente el que todo marche bien?.
El comisario dice: ?Los polic¨ªas nacionales especializados ir¨¢n sustituyendo progresivamente a los funcionarios de polic¨ªa en algunos servicios de escolta, pero la escolta del Rey, del presidente del Gobierno y de los ministros se mantendr¨¢ integrada por miembros del Cuperpo Superior?, e insiste en que ?quiz¨¢ sea menos brillante, pero resulta imprescindible ?. Y a?ade: ?La escolta debe conseguir que al escoltado no le pase nada; por eso, ante un atentado, antes de tratar de detener al agresor o repeler el ataque debe siempre garantizar la vida del protegido y, si es preciso, escapar, que no es lo mismo que huir?.
De ah¨ª, por ejemplo, ?el que la metralleta sea poco usada por los escoltas, ya que resta capacidad de movimientos para la protecci¨®n, y se utilice principalmente arma corta?. No quiere Fern¨¢ndez Ca?oto precisar m¨¢s este aspecto, ?porque ser¨ªa dar armas al contrario?. Incide m¨¢s en la importancia de la comunicaci¨®n. En los coches de escolta, a la par que el agente lleve Esta en su mano la pistola, tambi¨¦n va conectada una radio con los servicios centrales, por la cual se habla en clave, que se cambia peri¨®dicamente. No s¨®lo hay una clave para el nombre del escoltado o el motivo de su viaje, sino tambi¨¦n para la denominaci¨®n de una determinada zona, calles e incluso el sistema de numeraci¨®n urbana. ?Se trata de coordinar al m¨¢ximo todos los factores informativos posibles?, a?ade Fern¨¢ndez Ca?oto, ?para que el resultado sea felizmente gris?.
El comisario jefe no se adentra a juzgar si, en la actualidad, hay demasiados o pocos servicios de escolta en Espa?a. ?Todo depende del clima de inseguridad ciudadana existente. Este es un tema que suele darse en forma c¨ªclica y en el que la inseguridad se manifiesta como contagiosa, y de ese vaiv¨¦n dependen los servicios. Creo que estamos entrando en el ciclo de descenso, porque la delincuencia habitual ha bajado mucho y tambi¨¦n el terrorismo, aparte el caso de ETA?.
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